Sociedad
El Instituto de Investigación en Recursos Cinegéticos –centro mixto de investigación dependiente de la Universidad de Castilla-La Mancha (UCLM), la Junta de Comunidades y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas– y la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha han celebrado unas jornadas de trabajo virtuales con el objetivo de avanzar en los criterios para la gestión de la sobreabundancia de especies cinegéticas mediante la caza.
Bajo el título El papel de la caza en la gestión de la sobreabundancia de especies cinegéticas, las jornadas reunieron durante tres días a representantes de diversos colectivos que pueden aportar su punto de vista en la toma de decisiones sobre la gestión de la caza, su sobreabundancia y los daños asociados.
Tras una primera sesión introductoria, las dos jornadas siguientes estuvieron centradas en la gestión de la sobreabundancia de dos especies: el conejo y el jabalí. Entre los ponentes se encontraban investigadores del IREC -Christian Gortázar, Beatriz Arroyo, Rafael Mateo, Pablo Ferreras y Joaquín Vicente-, de la Universidad de Córdoba -Carlos Rouco-, del CSIC -Miguel Delibes- y de la Universidad Autónoma de Barcelona -Jorge López-Olvera; así como representantes del Gobierno regional -José Luis Escudero, Félix Romero, Ignacio Mosqueda, Llanos Gabaldón, Marta Vigo, Laura Morante y Fernando Marchán- y de distintas organizaciones y asociaciones - Agustín Rabadán, Agustín Palomino, Ramón Pérez de Ayala, Nicolás Urbani, Fernando Villanueva, José Ramón Montoya, Miguel Ángel Higuera y Ana Carricondo.
La sobreabundancia de una especie cinegética se produce cuando su densidad poblacional es lo suficientemente alta como para afectar a la vida o el bienestar de los humanos, a la condición de la propia especie, a otras especies de fauna silvestre y a los ecosistemas que la soportan.
Los conflictos y problemas a los que da lugar incluyen la pérdida de biodiversidad, los daños a la agricultura, las masas forestales y las infraestructuras; los accidentes de tráfico derivados de colisiones con vehículos, molestias para los humanos, la transmisión de enfermedades al ganado o al ser humano y los cambios en el hábitat para otras especies de fauna silvestre.
La gestión de las poblaciones de animales sobreabundantes es, según informa el IREC, “imprescindible, pero compleja, y debe considerar las opiniones de todos los sectores afectados y el balance coste/beneficio de las medidas a tomar”. En este sentido, la caza, entendida como el aprovechamiento de un recurso natural renovable, se posiciona como la herramienta de gestión más sensata y viable para controlar la sobreabundancia de determinadas especies cinegéticas, siendo fundamental establecer estrategias de gestión poblacional que partan del trabajo conjunto de científicos, cazadores, gestores y conservacionistas.