Sociedad
MGDJ.- Considero que la principal misión del feminismo es que hombres y mujeres seamos iguales en derechos y obligaciones. ¿Pero qué es un hombre o una mujer?
Un hombre o macho, atendiendo a su sexo biológico es un individuo con genitales masculinos (nos referimos al pene) o genitales femeninos (la vagina). Eso es lo que se nos ha enseñado en biología: si tienes pene perteneces al sexo masculino y si tienes vagina al sexo femenino además, sabemos que existe la intersexualidad. Hasta aquí todo sería fácil, pero entra el juego el género.
El género alude a las características que conlleva ser de un sexo biológico: los roles, los estereotipos, las obligaciones y los derechos que se te asignan tendrán límites, espacios y desarrollos diferenciados, especialmente al encontrarnos en una sociedad que hace de las diferencias físicas sexuales un marcador sobre el que construir desigualdades. El sexismo es una realidad y hay que tenerla presente en cualquier análisis.
Para hablar del sujeto del feminismo no hay que olvidar el sistema sexo-género y la relación que éste tiene a la hora de hablar de este sujeto. Si no tenemos en cuenta el sexo y el género como dos elementos relacionados acabaremos cometiendo un error al intentar definir el sujeto.
El sistema sexo-género permite conocer un modelo de sociedad en el que se explica cómo las diferencias biológicas entre las mujeres y los hombres se han traducido históricamente en desigualdades de índole social, político y económico, en el ámbito de los derechos, etc. entre ambos sexos, siendo las mujeres las más desfavorecidas en este proceso. El sistema sexo-género identifica lo natural y lo socialmente construido y establece que el sexo no es en sí mismo la causa de la desigualdad de las mujeres sino su posición de género socialmente construido.
Si en el sujeto del feminismo solo lo valoramos en sexo, estamos invisibilizando a la mujer trans, ya que, siguiendo la línea de lo que nos indica el sexo biológico, “solo eres una mujer si tienes vagina”, por lo tanto, una mujer transexual no lo sería. El borrado de la transexualidad pasa por asimilar acríticamente la naturalización del género como realidad biológica, olvidando la opresión que el sistema patriarcal hace de las personas no cis-sexuales.
Una de las características o prácticas que hace el patriarcado es la sexualización y objetivación de los cuerpos femeninos, por lo cual una mujer trans, al tener una apariencia física femenina, va a ser susceptible de sufrir las mismas opresiones que una mujer cisgenero: precariedad laboral, acoso callejero, violencia de género, suelo pegajoso y techo de cristal.
Vivimos en una sociedad en la que cuando vemos a una persona la clasificamos y le asígnanos un rol, un estereotipo y una manera de comportarse; digamos que si yo veo a una mujer trans o cisgénero, para mi va a ser una mujer siempre, puesto que desconozco su genitalidad, no sé si debajo de la ropa hay un pene o una vagina, y al igual que me pasa a mi le pasa al resto de la población, que al final solo vemos a una mujer. Vemos la expresión de género. Por eso, al hablar del sujeto mujer, no se puede hablar solo de sexo biológico, porque entonces, lo único que hacemos es invisibilidad una realidad: que existen las mujeres con pene y los hombres con vagina, y que existen las personas intersexuales. Además, entraríamos en otro error, que sería categorizar a los hombres transexuales como mujeres por el hecho de que estos hombres tienen genitales femeninos. Este discurso “del error” es tránsfobo.
Estoy de acuerdo que no que hay que olvidar que el sexo biológico determina cuándo comienza la opresión sobre la mujer (desde el momento en que sabemos que sea “niño” o “niña” cis) y determinadas prácticas misóginas que sufren miles de niñas alrededor del mundo, pero el género establece también el momento en el que ciertas opresiones ocurren. Explico: una mujer cis sufre la opresión del patriarcado desde el mismo momento de su nacimiento, pero una mujer trans lo sufre igual, primero porque el heteropatriarcado la va a oprimir por “salirse de lo que debía ser por sus genitales”, y después una vez completada su transición y con una expresión de mujer, por ser mujer. -Aceptemos que la genitalidad no es lo determinante, las mujeres trans que deciden no someterse a operaciones son tan mujeres como las que nacieron con vagina-.
Reducir toda la opresión al sexo biológico es negar el sistema patriarcal a la vez que negar los instrumentos de opresión que utiliza. Es una realidad que las mujeres cisgenero sufren en su gran mayoría la opresión de este sistema, también es una realidad que la mayoría de las mujeres son cisgénero.
Y si es cierto que nacer con vagina en algunos países supone que van a mutilarte con prácticas como la ablación del clítoris, o que te van a casar con un “señor” que te quintuplica la edad. La ablación es un rito que se hace amparado en el estereotipo de que “la mujer debe ser fiel a su marido, si no hay un órgano que le de placer, no habrá infidelidad”, el problema es estructural, como los feminismos denuncian.
Por lo tanto, y tras esta reflexión, solo tengo claro que el sujeto del feminismo, no puede decidirse teniendo solo en cuenta el sexo biológico sino que también ha de tener en cuenta el género. Que el sexo es la razón primaria de la opresión, pero el género es la razón categorizada, y delimitar quién es un hombre o una mujer simplemente por sus genitales, es un mensaje transfobo de mentes simples. Una mujer trans es y debe ser parte del sujeto feminista, porque no hay una única forma de ser mujer.
No nos permitamos dos movimientos que luchan por la igualdad real de las personas se enfrenten y debiliten. El movimiento feminista y el LGTBI son ejemplo de sororidad, porque ambos movimientos tienen el mismo enemigo: el heteropatriarcado, la misoginia y el sexismo.