Director: Park Chan-wook
Intérpretes: Mia Wasikowska, Matthew Goode, Nicole Kidman, Jacki Weaver, Dermot Mulroney, Lucas Till, Ralph Brown, Alden Ehrenreich, Phyllis Somerville, Wendy Keeling, Lauren E. Roman, Tyler von Tagen
Sinopsis: Cuando India Stoker (Mia Wasikowska), una adolescente algo excéntrica, pierde a su padre (Dermot Mulroney) en un trágico accidente de coche el día en que cumple 18 años, su vida se hace añicos. El impasible comportamiento de India oculta profundos sentimientos que sólo su padre comprendía. Cuando Charlie (Matthew Goode), el hermano de su padre, aparece por sorpresa en el funeral, decide hacerse cargo de ella y de su inestable madre (Nicole Kidman). Aunque al principio desconfía de su encantador y misterioso tío, pronto se da cuenta de que tienen mucho en común
Alicia, Mia Wasikowska en la resplandeciente y a la vez oscura versión del genial Burton del libro del Reverendo Carroll, se nos ha hecho mayor y ya no es lo que se podría considerar precisamente una adolescente ingenua y libre de culpa.
Como certeramente apunta Jordi Costa, STOKER “es una historia de iniciación en el sexo y en la sangre, como un híbrido de Hitchcock y Kubrick, con un cuento de Edward Gorey en las manos”. Y que además nos regala, por lo menos, dos momentos de una pulsión, temperatura, belleza e intensidad erótica, francamente considerables. Pero erotismo no del burdo, sino del más creativo, sugerente y ancestral.
Constituye el desembarco en Hollywood del brillantísimo cineasta coreano Park Chan-wook. Y, oh milagro, no han conseguido domeñarlo, domesticarlo. Continúa fiel a ese inconfundible y poderoso estilo visual del que ha hecho gala hasta la fecha. Es, no lo olvidemos, el firmante de dos maravillas como SYMPATHY FOR MR. VENGEANCE y OLD BOY, dos verdaderas conmociones cinematográficas.
Este trabajo también es una conmoción, una sacudida con la que me parece no caben términos medios. Y me da en la nariz que es de esas películas adelantadillas a su tiempo. De las que tienen que esperar a que sea su momento, a que el paso del tiempo las pueda sentar todavía mejor. O, si lo prefieren, lo que otros consideran una película de culto.
No me atrevo a contarles mucho de su historia, porque tampoco es que sea el “sursum corda”, pero sí tiene un magnifico, retorcido y enrarecido andamiaje que puede descolocar o dejar perplejo a bastantes. Aún así, les informo que en su reescritura ha participado Erin Cressida Wilson, el mismo que diseccionara el de dos películas un tanto morbosillas y extrañas, ambas estimables, SECRETARY y CHLÖE. Ambas, igualmente ambientadas, en el agraz territorio de las relaciones sexuales.Tal y como le gusta a su director, en la relación entre Eros y Tanatos, sexo y muerte.
Sinceramente creo que no deben dejar pasar la oportunidad de revisar una obra de esta potencia visual, de este considerable calibre atmosférico, de un carácter tan sumamente perturbador. En la que las imágenes hablan con tal fuerza que la palabra puede llegar a ser prescindible. Cine puro y duro. Técnicamente irreprochable, perfecta.
Junto a la ya crecidita Alicia, atención al trabajo más fugaz pero de campanillas de una Nicole Kidman en perfecta sazón. Situados en el extremo de la cuerda, dos elegantes “macho men” con estilo y presencia, el inquietante Matthew Goode (UN HOMBRE SOLTERO, WATCHMEN) y el protector Dermot Mulroney (LA BODA DE MI MEJOR AMIGO). Éste último en otros tiempos en papeles más relajados, y ahora en su madurez, paseando por tendidos de alto voltaje emocional.
Retorcida, malsana, dura y bella a la vez, de intrincada estructura, no duden que resultar singular y apasionante en lo referido a su estilo narrativo/visual. Y no les desvelo mucho más de algunos de sus momentos álgidos, porque un crítico no está para desbrozar en exceso las cosas, pero no puedo evitar comentarles que uno de ellos alude a un piano tocado a cuatro manos.
José Luis Vázquez