Director: Jake Schreier
Intérpretes: Nat Wolff, Cara Delevingne, Halston Sage, Austin Abrams, Jaz Sinclair, Meg Crosbie, Tom Hillmann, Justice Smith, Griffin Freeman, Tom Hillmann, Robert Crayton, Drew Matthews, Robert Crayton, Josiah Cerio
Sinopsis: Quentin es un joven con mala suerte en el amor que, una noche, se topa con su legendaria, inalcanzable y enigmática vecina Margo Roth Spiegelman en la ventana de su cuarto... ¡Disfrazada de ninja! Por si no fuera suficiente, su antigua amiga le convence para una difícil misión: vengarse de todos aquellos que le han hecho daño. Al día siguiente, con Margo desaparecida, Quentin se ve obligado a digerir lo sucedido y empieza a buscar pistas sobre ella.
No tengo remedio, creo que nunca voy a dejar de ser un eterno Peter Pan y un adolescente mental. Durante la luminosa década de los 80, cuando tenía veinte y muy pocos años, una buena parte del cine de aquélla época se encargó de acentuar estos aspectos aún más… y hasta hoy.
En aquél período numerosos títulos, todos apabullantemente estadounidenses, tratantes sobre ese tránsito hacia una edad más adulta, sobre la camaradería propia de esa etapa (o la soledad, depende de cada cuál), sobre la amistad, sobre el primer y especialmente sentido amor, sobre la inevitable toma de decisiones, sobre la búsqueda de la propia identidad, sobre hacerse mayor, madurar o comenzara a adquirir –o evitar- responsabilidades… acabaron por nutrir, por forjar, por remarcar ese parón de mi reloj biológico.
Me refiero a impagables regalos en forma de celuloide como CUENTA CONMIGO, EL CLUB DE LOS POETAS MUERTOS, EL CLUB DE LOS CINCO, REGRESO AL FUTURO, TODO EN UN DÍA, E.T. EL EXTRATERRESTRE, GREMLINS, PORKY´S, JUEGOS DE AMOR EN LA UNIVERSIDAD, IR A PERDERLO Y PERDERSE, EL SECRETO DE LA PIRÁMIDE, LOS GOONIES, MYSTIC PIZZA, CLASS, LA CHICA DE ROSA, RISKY BUSINESS y decenas más.
Tengo que sumar unos cuantos más en estas tres últimas décadas, pero especialmente un par de ellos en los dos últimos años. El verano pasado, BAJO LA MISMA ESTRELLA; este, CIUDADES DE PAPEL, o lo que es lo mismo, PAPER TOWNS en el original. Ambos con un denominador común, partir de un material literario muy cuidado, primoroso, sendas novelas de un mismo autor, John Green. Un tipo que en estos tiempos tan evolutivos y, paradójicamente, culturalmente yermos en lo que a territorios juveniles se refiere, se atreve a evocar a los maravillosos poetas Woody Guthrie y Walt Whitman para apostillar sus más que envolventes parrafadas coloquiales.
Esta película en concreto, que acabo de devorar en estado de máxima felicidad, respira vida, autenticidad, calidez, confortabilidad, respeto por sus humanas y balbuceantes criaturas. Es un relato iniciático de mucho tonelaje. Una dramedy resuelta con infinito tacto y abundantes cosas que contar. Qué tiene el don de la gracia entendida ésta en su más amplia expresión, no solamente como chistecillos puntuales para salir del paso.
A ello contribuye poderosamente el grupo de seis chavales –en mayor o menor medida- protagonistas que destilan una naturalidad que traspasa la pantalla. Tal vez la joven estrella femenina, la modelo Cara Delivingne, admitiendo su incuestionable belleza, me resulte la más “endeble” en su militante anti convencionalismo y osadía. El caso es que me los creo a todos de principio a fin, me apetece verlos constantemente en pantalla, me implican en todo momento en sus pisadas en ese umbral de la juventud. En sus ingenuidades, dudas, anhelos, meteduras de pata, entusiasmos, primeros compromisos, vitales decisiones… Todo un descubrimiento Nat Wolf, ese chaval entregado desde su más tierna edad a un amor inaccesible, pero sin perder jamás su propia personalidad y sensibilidad.
Y pese a que título y trama nos muestran ciudades engañosas de papel, existencias de papel, chicas de papel, situaciones de papel, tal y como sucedía en BOYHOOD, todo acaba fluyendo con la frescura con que en esos primeros años afrontamos los reveses de la vida, pues los de la niñez los acaba sepultando la cortinilla del paso del tiempo. Algo de espíritu “indie” tiñe en algunos momentos sus relucientes imágenes, debidas al estupendo profesional David Lanzerberg. Imágenes claras y transparentes para sentimientos a idéntica altura. Me fascinan igualmente esas secuencias nocturnas de Orlando, con la pareja desplazándose en automóvil o contemplando hipnóticas vistas desde rascacielos.
Magnífico me parece el trabajo de sus dos guionistas, Scott Neustadter y Halston Stage, resaltando los aspectos más melancólicos, aventureros y legítimamente emocionales de la historia. Evitando los clichés. Qué gusto disfrutar de unos chicos y chicas que nada tienen que ver con los descerebrados, cretinos, tópicos o marcianos de tantas otras ocasiones.
El director, Jake Schreier, que ya me sorprendió hace dos temporadas en su debut con un exponente loable de ciencia-ficción humanista titulado UN AMIGO PARA FRANK, asciende otro escalón y empaqueta un producto en el que contenido y forma se fusionan con elegante distinción.
Me encanta su final, lo que se puede entender por abierto y a la vez cerrando un ciclo. Me deja un poso saludablemente reflexivo y emotivo. Qué preciosa película, de verdad de la buena.
José Luis Vázquez