domingo, 29 de junio

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Estreno en Royal City

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Tiempo de amar, tiempo de morir ()

Director: Douglas Sirk

Intérpretes: John Gavin, Liselotte Pulver, Jack Mahoney, Keenan Wynn, Don DeFore, Erich Maria Remarque, Klaus Kinski, Dieter Borsche, Barbara Rutting, Thayer David, Dorothea Wieck

Sinopsis: Durante la Segunda Guerra Mundial (1939-1945), un soldado alemán que combate en el frente ruso obtiene un permiso para volver a Alemania. Tras comprobar que su casa ha sido bombardeada, emprende la búsqueda de sus padres desaparecidos; al mismo tiempo, conoce a la hija de un preso político y se enamora de ella.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Una reciente revisión de esta penúltima producción del maestro del melodrama Douglas Sirk (IMITACIÓN A LA VIDA, ÁNGELES SIN BRILLO, ESCRITO SOBRE EL VIENTO, OBSESIÓN), fechada en 1958, me ha ratificado, me ha acentuado aún más su valor y grandeza.

Es una historia exaltadora del amor en estados límites (en tiempos bélicos en este caso), de la fugacidad de la vida y también resulta de lo más gráfica respecto a mostrar el horror provocado por la guerra, sus consecuencias más íntimas y devastadoras.

Recupero unas palabras del colega Francisco Marinero que expresan y condensan perfectamente el espíritu de esta verdadera joya del Séptimo Arte, merecedora de una urgente reivindicación: “Obra maestra que, realista en la descripción de la situación, sublimadora en la descripción del amor, refleja como pocas películas la ilusión de vivir, de felicidad y la crudeza de la realidad”.

Parte de un material literario muy sólido, una novela de Erich Maria Remarque publicada en 1954. Al propio autor le fue reservado un pequeño pero sustancioso papel de profesor –Pohlard- superviviente entre las ruinas de la devastada pequeña ciudad alemana en la que transcurre buena parte de la acción.

El mañana no existe para sus protagonistas, un joven militar alemán (John Gavin, en su mejor interpretación), Ernest Graeber, de permiso del frente  de  21 días y una chica, Elizabeth Kruse, que trata de salir adelante como buenamente pueden (una  adorable Liselotte Pulver). Ellos vivirán unos días de amor  y esperanza plenos, con el telón de fondo de un mundo que se derrumba y en el que ver amanecer cada día supone toda  una victoria.

Desprende en todo momento verosimilitud, autenticidad y sentimiento. Todo ello bajo el paraguas de una espléndida fotografía del gran Russell Metty y una banda sonora del no menos grande Miklos Rozsa, un genio capaz de alternar acordes épicos e intimistas. Y aunque tan solo fue nominada al Oscar al mejor sonido, los elementos técnicos de esta película están inmejorablemente ensamblados e insertados.

Atención a la secuencia y al plano final… Contundente, desolador, revelador del propio significado de nuestra existencia.

El rodaje tuvo lugar en la Alemania natal del cineasta, pues aunque el grueso de su obra lo filmó bajo pabellón estadounidense, supongo que esta fue su manera de contribuir a mostrar el terror  vivido en su país y por lo cual él se había acabado trasladando a Estados Unidos.

Sirk la rodó entre dos hitos de su carrera, pues el último tramo de la misma es de los más deslumbrantes que se recuerden jamás. Entre las anteriormente citadas ÁNGELES SIN BRILLO e IMITACIÓN A LA VIDA, otras dos cimas del género en el que él reinaría  durante los 40 y 50.

Sin duda, una de las más bellas, apasionadas y entusiastas historias jamás  filmadas. Delicadeza y crueldad son aquí las caras de una misma moneda. Su título no puede  resultar más  certero. Es conmovedora, emotiva, maravillosa, triste y alegre a la vez, vital y decadente, bellísima, inolvidable… creo que su recuperación por parte de muchos o de nuevas generaciones, puede constituir un plato de cinco estrellas.

 

José Luis Vázquez