Director: Alejandro González Iñárritu
Intérpretes: Michael Keaton, Emma Stone, Edward Norton, Zach Galifianakis, Naomi Watts, Andrea Riseborough, Amy Ryan, Merritt Wever, Joel Garland, Natalie Gold, Clark Middleton, Bill Camp, Teena Byrd, Anna Hardwick, Stefano Villabona
Sinopsis: Después de hacerse famoso interpretando a un célebre superhéroe, un actor trata de darle un nuevo rumbo a su vida, recuperando a su familia y preparándose para el estreno de una obra teatral en Broadway.
Que reconozca que una película sea brillante no quiere decir necesariamente que me resulte apasionante. Que sea virtuosa, diestra técnicamente, no quita para que pueda parecerme petulante, narcisista, un tanto irritante. Es lo que me sucede con BIRDMAN O (LA INESPERADA VIRTUD DE LA IGNORANCIA).
No le voy a restar méritos formales, pues además mis colegas podrían llegar a hacer vudú conmigo, pero no me voy a apartar una línea del que es mi primer mandamiento, decir siempre lo que sinceramente me provoca lo que contemplo en pantalla.
Parece de una obviedad manifiesta, pero no crean que lo es tanto en lo referido a ambientes artísticos, culturales o intelectuales. Por supuesto, es extrapolable a cualquier ámbito de la vida. Si realmente existiera el Jim Carrey de MENTIROSO COMPULSIVO cuántas máscaras e imposturas caerían, incluyendo algunas propias, claro.
El mejicano Alejandro González Iñárritu es un potente cineasta, cuyo cine raya a veces en la autocomplacencia y la afectación. Puesto que su filmografía en el terreno del largometraje todavía es corta, me puedo permitir un repaso fugaz para situarles. Su opera prima fue realmente esplendorosa, la deslumbrante, intensa, trágica y descarnada AMORES PERROS. En el que constituyó su debut hollywoodiense, le siguió la desesperada, fragmentaria, compleja y más que estimable 21 GRAMOS. Su tercer trabajo, BABEL, es mi favorito hasta la fecha. Tres historias de tragedias múltiples unidas por el efecto mariposa, el global, en el que más que nunca justifico sus filigranas visuales y narrativas.
La cuarta rodada en Barcelona, BIUTIFUL, una coproducción hispano-mejicana me resulta bastante intragable, esa pretenciosidad siempre latente en su estilo asomó de la manera más antipática. No me creo su historia, me resulta falsa aunque parta de una realidad palpable y atroz. Tan solo salvo de la quema una vigorosa interpretación de Javier Bardem. Se notó para mal que se había deshecho su colaboración con el guionista Guillermo Arriaga.
Y hete aquí que llegamos a su último y quinto trabajo, este que me ocupa, en el que se desquita convenientemente de críticos (que, curiosamente, han sido más bien laudatorios), actores y hasta posiblemente se mira de paso el ombligo.
Su historia habla de actores en decadencia a la búsqueda de un prestigio nunca del todo obtenido, de una popularidad perdida, de neurosis y egos varios que circundan este mundillo. Lo hace de manera espectacular, mediante un único pero falso plano secuencia en el que la cámara invade pasillos, backstage y hasta ensoñaciones en forma de ese superhéroe que otorga título (y voz por momentos) a este andamiaje deslumbrante, a veces cargante, otras pelín irritante, muchas veces original, excéntrico y tan intenso como suele ser una de sus marcas más reconocibles.
Reconozco que la primera hora me engancha, me despista inicialmente, pero según le voy cogiendo el aire me subyuga y me deja sin aliento. Pero en el último tramo me desfondo, con esos subrayados entre fantasiosos y surrealistas que me fatigan, me agotan y no me aportan nada especial, salvo para dar remate a esa metáfora inicial del actor mantenido en el aire, como un faquir, a punto de iniciar el vuelo… hacia la fama o hacia el precipicio.
Eso sí, las bambalinas, azoteas y aceras neoyorquinas vuelven a lucir espléndidas. Y un magnífico cuadro de actores se vuelve a mostrar al límite de sus posibilidades, sobre todo con un sorprendente Michael Keaton a la cabeza que, al igual que Iñárritu, puede que esté contando mucho de sí mismo, pese a no ser el responsable del guión.
Pese a lo expuesto, admito que es original, atractivamente rara por momentos y curiosamente excéntrica.
Supongo que entre mis colegas y a una gran parte de la cinefilia va a seguir provocando adhesiones inquebrantables. Ya quisiera poder manifestarme en idéntico sentido, pero como decía aquél, me debo a mi público. Bromas aparte, fundamentalmente me debo a mí mismo, tal como supongo pensarán los autores de esta producción que parte en buenas posiciones para la próxima entrega de los Oscar. Mis apuestas son, si pestañeo alguno, por BOYHOOD (MOMENTOS DE VIDA). Más sentimental y menos cerebral que es uno.
PD: De los tres grandes cineastas mejicanos actuales que campan a sus anchas en primera línea mi favorito continúa siendo Guillermo del Toro, después Alfonso Cuarón y, en tercer lugar, Alejandro González Iñárritu. No tengo que reflexionarlo mucho.
José Luis Vázquez