Director: Susanne Bier
Intérpretes: Jennifer Lawrence, Bradley Cooper, Toby Jones, Rhys Ifans, Sean Harris, Blake Ritson, Sam Reid, Sean Harris, Kim Bodnia, Charity Wakefield, Ana Ularu, David Dencik, Ned Dennehy, Mark O'Neal, Michael Ryan, Jim High
Sinopsis: Años 20. George y Serena son un apasionado matrimonio de recién casados que se trasladan de Boston a las montañas del norte de Carolina para montar un negocio maderero. George ya está acostumbrado a vivir en el campo, pero para Serena es una experiencia completamente nueva. A pesar de ello, pronto se adapta a la nueva situación. Lo que acabará perturbando la vida de la pareja es la noticia de que Serena nunca podrá tener hijos.
Tras el debut hollywoodiense en 2007 con la desgarradora y espléndida COSAS QUE PERDIMOS EN EL FUEGO, la danesa Susanne Bier, mi directora favorita en la actualidad junto a la poética iraní Marjane Satrapi y la “adrenalítica” Kathryn Bigelow, lleva a cabo con SERENA su segunda incursión en la industria más poderosa y fagocitadora del planeta.
Precisamente el fuego vuelve a resultar un elemento catártico, trágicamente liberador en este agreste drama de época (transcurre en 1929, en plena Gran Depresión, en las montañas de Carolina del Norte) que me provoca una rara, extraña, mortecina fascinación. Más teniendo en cuenta el carácter áspero, antipático, egoísta, psicopático de sus protagonistas.
Bier condensa en cinco minutos o menos algo para lo que otros colegas necesitarían una película entera, como es el encuentro y la ratificación amorosa de la pareja, para ir al meollo de lo que verdaderamente parece importarle, el carácter (auto) destructivo de sus alimañas, su historia anti-romántica aunque más bien parezca al principio lo contrario. Tangencialmente nos anticipa el origen de movimientos “ecologistas” en pro de la defensa del medio ambiente.
Y el más difícil todavía, consigue introducir puro celuloide de autor dentro de una convencional, respetable, típica y holgada producción de la meca del cine, en su vertiente más clásica de melodrama puro y duro.
Lo hace con ese toque nórdico que la caracteriza, a ella y a tantos de sus compatriotas. Mediante un estilo marca de la casa, gélido, como mucho de una sobriedad contenida puede que desesperante para muchos, eludiendo las tentaciones del preciosismo , algo en lo que hubiera resultado fácil caer dado el formidable marco natural por el que discurre la historia y, sin que por ello, sus imágenes no dejen de desprender belleza y atractivo. Sin duda, dirección artística, vestuario, ambientación está todo ello muy cuidado.
A la par que fría, el ritmo impreso es apropiadamente “plácido”, más bien moroso, lo que entiendo contribuye a envolver a sus personajes aún más en su asfixia. Lo que supongo no facilitará el acercamiento a un público mayoritario.
Tampoco irá en su rescate algo que he escrito muchas veces acerca de la necesidad que tiene el espectador de empatizar con sus criaturas. Lo cual no es óbice que el hecho de que no se genere la misma, reste fuerza expresiva a lo expuesto. Tal vez sea complicado que en esta ocasión puedan sintonizar pero, a cambio, se nos ofrece un retrato sin concesiones y admirable en su aridez expresiva de una pareja en situaciones límites, para querer y para lo contrario.
Como contrapeso o reclamo más comercial figura el hecho de que su reparto está encabezado por dos actores en su punto más álgido hasta el momento, Jennifer Lawrence y Bradley Cooper, reunidos ya con anterioridad en dos trabajos muy destacables, EL LADO BUENO DE LAS COSAS y LA GRAN ESTAFA AMERICANA. Añadan igualmente compañeros de viaje del empaque de un Toby Jones o Rhys Ifans.
Pese a las virtudes mencionadas, me da en la nariz que a una considerable mayoría de espectadores acostumbrados a otro tempo cinematográfico o a narraciones más livianas o espectaculares, puede atragantárseles.
No es tan redonda como DESPUÉS DE LA BODA, la citada del FUEGO o EN UN MUNDO NUEVO, pero es una obra más que digna de su máxima responsable.
José Luis Vázquez