sábado, 26 de abril

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Estreno en Royal City

Compartir en Facebook Compartir en Twitter Imprimir crítica

Un viaje de diez metros ()

Director: Lasse Hallström

Intérpretes: Helen Mirren, Manish Dayal, Charlotte Le Bon, Juhi Chawla, Om Puri, Rohan Chand, Amit Shah, Dillon Mitra, Farzana Dua Elahe, Malcolm Granath, Sanjay Sharma

Sinopsis: Una familia india se traslada a Francia y abre un restaurante enfrente de un restaurante francés con estrellas Michelín.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

Miren, les voy a ser muy franco y sincero, algo que intento no dejar jamás de hacerlo cuando se trata de hablar de esta droga tan inoculada en vena como el Séptimo Arte  y de otros asuntos mayores.

Siento debilidad por el tipo de cine que propone UN VIAJE DE DIEZ METROS. Previsible, sí; formulario, también; que se mueve por lugares comunes y que tal vez depare escasas sorpresas, no seré yo quien diga lo contrario. Pero, sobre todo, me resulta tan bonito, tan positivista, integrador, cuidado en lo artesanal, que miren ustedes, antepongo mi apetito más acuciante por encima del más exquisito. O si prefieren el símil, una buena hamburgesa a un bistec. Esos sabores y aromas que casi traspasan la pantalla, esa pinta que casi te impelen a dar bocados a propuestas tan gratificantes y visuales, me vuelven a atrapar por enésima vez. Soy así de convencional.

Este duelo de fogones aparentemente rivales ofrece estilización, adorable irrealidad, fabulación divertida, ritmo embriagadoramente apacible, colorido y suculentas metáforas en torno a la cocina. Y es que cine y gastronomía vienen casando bastante bien últimamente. Los ejemplos son incontables, desde los tonos más críticos y artísticos de la algo más lejana EL FESTÍN DE BABETTE hasta los más simpáticos y agradables de DELICIOSA MARTHA, COMO AGUA PARA CHOCOLATE, LA JOVEN DE LAS ESPECIAS o tantos otros títulos. El más reciente visto, CHEF. Otro con el que este guarda total sintonía y afinidad por múltiples motivos, es CHOCOLAT.

Y es que con aquella producción igualmente norteamericana de 2000, comparte tono y director, el sueco Lasse Hallström (LA PESCA DEL SALMÓN EN YEMEN), afincado desde hace muchos años en el cine USA, tras sus comienzos espléndidos y más ásperos –por tanto más jaleado por mis colegas, no falla- con MI VIDA COMO UN PERRO o LAS NORMAS DE LA CASA DE LA SIDRA.

El giro ofrecido por su estilo tras ese trabajo protagonizado por Juliette Binoche y Johnny Depp , parece que ha molestado a algunos, pues son tiempos en los que el buenrollismo y buenismo bien entendido parece que no tienen buena prensa, a lo mejor probablemente nunca la han tenido. Eso pasó en su momento con ¡QUÉ BELLO ES VIVIR! – y en modo alguno trato de establecer comparativas, conste en acta- y ya ven cuál ha sido la sentencia del paso del tiempo y, lo que es, más importante, de una gran mayoría de espectadores.

Pero alguien con alma de pastel de manzana (con su correspondientes durezas, claro) y corazón blandiblú  como el menda, no puede ni quiere evitar dejarse cautivar por el almíbar, el pasteleo y las especias exóticas de este cine de cartabón que tanto agrado me provoca durante su contemplación y aún en el recuerdo. Y casi casi hasta en el olfato.

Por supuesto, el idílico pueblecito francés que se nos propone es de tarjeta postal, tan casi imposible de encontrar como tantos buenos sentimientos ofrecidos en tan escaso tiempo, aunque sin descuidar algún que otro apunte contra el racismo o la intolerancia. Pero al fin y al cabo, consigue evocarnos sueños y recuerdos, tal y como proclama el joven  indio protagonista que provoca la comida. No consiste en eso al fin y al cabo en lo fundamental este maravilloso invento de las imágenes –con palabras y texto- en movimiento

Encima asoma, aparentemente altanera, regia, distinguida una Helen Mirren que como esa Madame Mallory vuelve a mostrarse admirable muy en su papel de “queen”, emulando uno de sus papeles más brillantes y como bien le sugiere Om Puri en un guiño muy consciente y dirigiéndose a ella mientras esta se proyecta impertérrita y anclada en su balcón. Precioso su baile a ritmo de Aznavour con su casi novio.

Un tipo de productos (por cierto con sello Spielberg) no suele ser bien recibido entre mis colegas, pero el corporativismo no lo abrazo ni para que me suban el sueldo. Me guío por mis propias convicciones, debilidades y mis flujos afectivos, a veces de un “sentimentalismo de best seller”. Y es que el corazón a la hora de cocinar, de ver cine, nos gasta estas extrañas jugarretas. No crean que es algo que me genere mayor reflexión, me dejo llevar y punto.

 ¿La calificación final un poco generosa? ¿Y qué? Que me quiten lo satisfactoriamente procesado mientras ha durado su visionado. Y si es en grata y silenciosa compañía, mejor que mejor.

 

José Luis Vázquez