Director: Nick Cassavetes
Intérpretes: Cameron Diaz, Leslie Mann, Kate Upton, Nikolaj Coster-Waldau, Don Johnson, Nicki Minaj, Taylor Kinney, Alyshia Ochse, Madison McKinley, Toshiko Onizawa, Jessica Shea Alverson, Xiren Wang, Maria-Christina Oliveras, Nancy De Mayo
Sinopsis: Tras enterarse de que el hombre con quien sale (Coster-Waldau) está casado, una mujer (Cameron Díaz) descubre además que tiene mucho en común con su esposa (Leslie Mann), por lo que ambas deciden vengarse de él y sus infidelidades. Contarán también con la ayuda de su actual amante (Kate Upton).
La comedia norteamericana no atraviesa precisamente su mejor momento. Paulatinamente, se ha ido fosilizando, parcialmente liofilizando y vulgarizando, sobre todo en los últimos años. Y gracias a que todavía hay cineastas indies que nos ofrecen buenas muestras, como HAPPYTHANKYOUMOREPLEASE de Josh Radnor, PEQUEÑA MISS SUNSHINE de Jonathan Dayton y Valerie Faris, MOONRISE KINGDOM de Wes Anderson o inclusive EL LADO BUENO DE LAS COSAS de David O. Russell, entre otros ejemplos sobresalientes que en una cinematografía tan poderosa como esta, siempre se pueden extraer hasta en sus horas más bajas.
No es menos cierto que la decepción se ve aumentada por la enorme devoción que este comentarista siente por el período de esplendor del género en los USA, desde la década de los30 a la de los 60 del pasado siglo. Con evocar tan solo algunos nombres impresionantes que la otorgaron una calidad insuperable, sería ya suficiente para no tener que dar más explicaciones. Me refiero a Billy Wilder, Frank Capra, Ernst Lubitsch, Preston Sturges, George Cukor, Gregory La Cava, Howard Hawks, Mitchell Leisen, George Marshall, Blake Edwards o Frank Tashlin, entre decenas más.
Tras este, creo, obligado preámbulo me centraré en el objeto de mi crítica, el último trabajo del buen director Nick Cassavetes (capaz de algún título excelente, como EL DIARIO DE NOA), hijo de una gloria del cine independiente de la década de los 60, John Cassavetes.
Pero parece que debe estar atravesando un bache creativo, o sencillamente, hay que comer… aunque no me refiera a ello en el sentido literal, pero sí en el de subsistencia profesional, con mayor motivo en una industria tan competitiva, “presionante” y a veces tan feroz como la hollywoodiense, pues la estadounidense es un concepto más amplio y matizable.
NO HAY DOS SIN TRES parte de un libreto simplón y una idea más o menos clásica y ocurrente: el hecho de que la esposa y las dos amantes de todo un ligón sin escrúpulos y vividor se pongan de acuerdo para darle una lección. Lo que pasa es que la construcción dramática de la historia reside más en unas imágenes, decorados, estilismo, escenarios naturales y atractivas mujeres vestidas al estilo Vogue o similares, que por una verdadera y sólida construcción de unos personajes que rayan en la caricatura desmañada.
Algún ligerísimo esbozo de sonrisa no palia la manera tan estereotipada con que son abordadas las situaciones de enredo o confusión. Tan solo una secuencia de EL BAZAR DE LAS SORPRESAS o LA FIERA DE MI NIÑA esconde más resoluciones visuales y gramaticales que esta película entera.
No deja de ser decepcionante, pues a la en principio probada solvencia de su director, habría que añadir el protagonismo de la muy guapetona y resolutiva comediante Cameron Diaz, como bien demostrara en LA BODA DE MI MEJOR AMIGO o ALGO PASA MARY, estas sí buenos exponentes relativamente contemporáneos. Pero ni ella, pese a sus tablas y desparpajo, puede reflotar la nave. Ni la igualmente una desenvuelta Leslie Mann, porque lo de Kate Upton es todavía un proyecto, por ahora se limita a mostrar palmito, considerable pero palmito sin más.
Queda eso sí, una serie de imágenes agradables, tres actrices físicamente llamativas y la presencia para sus numerosas fans del cotizado e igualmente atractivo actor danés Nikolaj Coster-Waldau, famoso sobre todo a raíz de su participación en JUEGO DE TRONOS, aquí en un papel un tanto caricaturesco y desmayado.
Poco más da de sí una producción charcutera, perfectamente confundible e intercambiable con otras tantas del Hollywood coetáneo. Y conste en acta, que el cine norteamericano me sigue pareciendo el número uno a gran distancia, mi favorito sin posible discusión pese a que en este terreno comediante esté perdiendo gas.
José Luis Vázquez