Director: Sophia Takal
Intérpretes:
Sinopsis: Un grupo de estudiantes es perseguido por un extraño durante sus vacaciones de navidad. Remake de la película homónima aparecida en 1974. (FILMAFFINITY)
Recuerdo con mucho agrado y sobresalto el original, BLACK CHRISTMAS (NAVIDADES NEGRAS) que ilumina e “inspira” a este libre “remake” de uno de los primeros exponentes de la filmografía –data de 1974- ese director nunca suficientemente ponderado llamado Bob Clark (PORKY´S, ASESINATO POR DECRETO). Este otro lleva un título casi similar aunque no literal, NAVIDAD SANGRIENTA (BLACK CHRISTMAS).
Lo que parece quedar claro, a mí al menos, cuando finaliza la proyección son dos cosillas. Se nota que lleva el sello de la emergente productora de terror que ha despuntado en los últimos años y que auspicia su producción, Blumhouse. Y, como tal y a tono con el tiempo que vivimos, supone una nueva muesca del empoderamiento femenino, llevado en este caso a unos postulados de lo más reivindicativos, casi radicales, como sucediera con la recientemente enérgica y furiosa, más vocacionalmente “actioner”, NACIÓN SALVAJE. Vamos, pocas veces nunca mejor dicho aquello de las chicas son guerreras.
No menos cierto considero que esta realización, de Sophia Takal, está un tanto alejada del refinamiento y la grandeza de la efectuada por Jordan Peele para DÉJAME SALIR y NOSOTROS, dos de los títulos fundamentales de la factoría, enfocados en su caso fundamentalmente a la cuestión racial, algo entendible por otra parte dado el origen afroamericano de su director.
Takal se muestra más tosca y menos subliminal en su mensaje (es también la guionista junto a April Wolfe) en alertar sobre los excesos masculinos y arengar a la revuelta femenina. Por supuesto, lo de menos es el envoltorio, pues cualquier género es válido para soltar discursos, a cambio siempre de que se encuentren convenientemente envueltos y expendidos. No es el caso. Esta muestra se queda a medio camino de sus objetivos. Tal vez sea conveniente no contemplarla como un ejemplo purista del género, sino más bien satírico. Es posible que así alguno la disfrute algo más, aunque no creo que eleve la nota final. Yo desde luego contemplo las opciones y ni por esas.
Queda, eso sí, los típicos sustos y hachazos propios del slasher. Y unos matarifes enmascarados con corte y confección a lo SCREAM. El leiv motiv que cubre la historia principal, está metido un tanto con fórceps, pero –permítanme que por una vez hable en su representación- quienes somos entusiastas o amantes del género solemos mostrarnos de los magnánimos con tantos de estos dislates argumentales. Que el problema ya no acaba siendo tanto el dislate en sí, sino cómo viene servido o de qué manera está contado.
Se deja ver. E Imogen Poots intimida, vaya que si intimida. Al menos no es complaciente con estas fechas de mazapanes, polvorones, turrón Suchard y tanto merengue… que, en cualquier caso, yo suelo asumir gustoso, encantado, bien sea ello aplicado a la gran pantalla, a la gastronomía o a los buenos deseos repartidos entre los seres queridos, familiares o amigos, a veces con estos últimos más sentidos que con los primeros. Hablo en mi exclusivo nombre.
José Luis Vázquez