Director: Anthony Mann
Intérpretes: James Stewart, June Allyson, Harry Morgan, Charles Drake, George Tobias, Barton MacLane, Sig Ruman, Irving Bacon, James Bell, Kathleen Lockhart, Katharine Warren, Frances Langford, Louis Armstrong, Ben Pollack, Gene Krupa
Sinopsis: Glen Miller fue uno de los más famosos músicos de jazz de la "era del swing". En 1925 empezó a tocar el trombón en una pequeña banda de provincias y, después de una gira por pueblos y ciudades, se instaló en Nueva York. Hasta allí llegó su novia para casarse. La boda fue una histórica sesión musical dirigida por el gran Louis Armstrong. A partir de entonces la carrera de Glenn Miller estuvo llena de éxitos.
Anthony Mann no solo fue un extraordinario director de westerns, hasta el punto de situarlo en lo que a mí se refiere entre los tres más grandes habidos, siempre tras Ford claro, sino que dominó cualquier otro género que se le ocurriera tocar o se le pusiera a tiro a lo largo de su amplia y prolífica -42 trabajos o más- filmografía, como el negro, al que legó varias obras maestras de la serie B, aunque resulta reiterativo asociar este con presupuestos modestos. Para algunos sería conocido por ser el marido americano de Sara Montiel, pero esa es pura anécdota rosa que tan solo pertenece a los susodichos.
Pero que Mann era un cineasta mayúsculo por encima de cualquier otra consideración lo prueba esta vitalista, rítmica, melódica, evocadora y fascinante “biopic” sobre un genio de las big band en plena era del swing (el que más copias vendiera entre 1939 y 1943), uno de los iconos indiscutibles de la cultura norteamericana popular, uno de los grandes músicos de la historia –al menos de su primera mitad- del siglo XX, el trombonista y director de orquesta Glenn Miller, buscador infatigable, -como la película refleja y al igual que pretendía el imponente Kirk Douglas de la no menos imponente EL TROMPETISTA- de un sonido propio, especial, algo que acabó obteniendo con creces. De hecho la banda sonora que le ponemos a la II Guerra Mundial suele ser mayoritariamente la que el creara y exportara en aquella época.
La historia se inicia en la primera mitad de la década de los veinte, después de que abandonara sus estudios en la Universidad de Colorado. Se prolonga hasta el día de su trágico (y misterioso para muchos) accidente aéreo. Aborda sus comienzos como trombonista y arreglista. Pero, sobre todo, es una sensacional y preciosa historia de amor. La que viviera, o así nos lo hace creer Hollywood (desconozco cuánto tiene de cierto o no, pero me da igual, me interesan fundamentalmente los resultados… y estos son inmejorables), con Helen Burger (se destaca el gran peso del papel que tuvo su esposa), una adorable y espléndida June Allyson, la cual formara ya pareja artística con el protagonista de esta, un fabuloso James Stewart, en la estupenda historia de también amor y de béisbol titulada LA HISTORIA DE STRATTON (consecuencia del merecidísimo éxito de EL ORGULLO DE LOS YANQUIS). Vuelve a estar carismático, arrasador, entusiasta… y camaleónico. Clava al personaje, o desde luego, la visión física y de otros aspectos que pudiéramos tener del biografiado.
En cuanto al binomio Stewart-Mann destacar que llevarían a cabo 8 colaboraciones, entre ellas esa magnífica serie de 5 westerns que forman ya parte de lo mejorcito que ha ofrecido el género a lo largo de su historia. Me refiero a WINCHESTER 73, HORIZONTES LEJANOS, COLORADO JIM, TIERRAS LEJANAS y EL HOMBRE DE LARAMIE. Entre ellos fue rodada esta MÚSICA Y LÁGRIMAS, o LA HISTORIA DE GLENN MILLER en el original, su quinta cooperación. Añádanse a estas dos más de otro signo, la colorida y enérgica producción de aventuras petrolíferas BAHÍA NEGRA y el notable drama bélico MANDO AÉREO ESTRATÉGICO (a propósito de esta ambientación, informarles que Miller llegaría a dirigir la banda de la Fuerza Aérea estadounidense).
Y mencionando anteriormente lo de coloridas, casi no lo puede ser más la igualmente refulgente fotografía de William H. Daniels, responsable prácticamente de dar luz al rostro de Greta Garbo durante prácticamente toda su intensa carrera en los USA. También del de decenas de obras maestras, desde AVARICIA de Von Stroheim hasta LA CIUDAD DESNUDA de Dassin, GLORY ALLEY de Walsh, ESTAMBUL de Welles, EL INVISIBLE HARVEY, EL PREMIO o alguna otra aportación para el propio Mann, como la citada MANDO AÉREO ESTRATÉGICO.
Su talento como, como el de tantos grandes profesionales que aquí se se dieron cita, fueron puestos al servicio de una historia de amor, también de camaradería profesional (contrapunteada por colaboraciones profesionales de artistazos muchos de los cuales trabajaron con él como Gene Krupa, Louis Armstrong –su versión de BASIN STREET BLUES resulta impagable-, Ben Pollack, The Modernaires, Frances Langford y Cozy Cole y Tex Beneke, encargado de dirigir la orquesta tras su desaparición) y con varios momentos de comedia fina y elegante.
Agradezco sobremanera su final sugerente, desdramatizado, en absoluto cargado de un tono melodramático facilón. No se olvide que esta producción se emprendió justo diez años después de la muerte de Miller, mientras volaba sobre el Canal de la Mancha. Su rastro se perdió el 15 de diciembre de 1944.
Por supuesto, se van a encontrar con innumerables, popularísimos y emblemáticos temas del autor, desde el inevitable MOONLIGHT SERENADE (SERENATA A LA LUZ DE LA LUNA) hasta CHATTANOOGA CHOO CHOO, pasando por el célebre IN THE MOOD, BROWN JUG, PATRULLA AMERICANA o PENNSYLVANIA 6-5000 entre otros (igual alguno de estos últimos no aparece y me está traicionando la memoria, es lo que tiene escribir apelando a veces a ésta).
Fundamentalmente van a poder disfrutar de una película perfectamente rodada, planificada, de gran factura técnica, con impecable montaje y utilización de las mezclas. Una historia directa que ejemplifica el espíritu norteamericano emprendedor.
-Otra crítica mía sobre MÚSICA Y LÁGRIMAS:
Una verdadera delicia, toda una gozada.
Comienza en la década de los 20 del pasado siglo, justo después de que el biografiado abandonara sus estudios en la Universidad de Colorado Boulder con la intención de consolidar su gran sueño, convertirse en músico profesional. A partir de ahí, asistimos a los esfuerzos de su ascenso a lo más alto y a su preciosa historia de amor con su intermitente novia de toda la vida.
El brío, el encanto, la musicalidad (su boda fue una memorable sesión de tal índole dirigida por el grandísimo Louis Armstrong) que imprime a este trabajo el genial Anthony Mann, sería como para un estudio aparte. Supuso un intervalo entre sus imprescindibles westerns rodados con el mismo actor que da vida al protagonista, James Stewart, el mismo año que encabezara el reparto de LA VENTANA INDISCRETA, el cual se mimetiza asombrosamente tanto física como dramáticamente.
La rodó entre HORIZONTES LEJANOS/COLORADO JIM/BAHÍA NEGRA y TIERRAS LEJANAS/EL HOMBRE DE LARAMIE. Perteneciendo a un género diferente respecto a todos estos títulos, se ajusta como un guante al talentazo y hasta a la coherencia de su director (no se olvide que poco tiempo después rodaría con su esposa Sara Montiel otra apreciable muestra del género, DOS PASIONES Y UN AMOR, con Mario Lanza), al que cabe el honor de haber sido el encargado de filmar con ésta la última película de un estudio estadounidense en el sistema de technicolor, ya saben, la absorción del mismo por una lámina porosa.
Su recreación de diversos temas fundamentales en la discografía del homenajeado resulta una de las partes más descollantes de este enorme trabajo, así como la delicada descripción de la relación sentimental de la pareja protagonista, emotiva y alejada de cualquier ñoño atisbo. A esto último contribuye poderosamente la química existente entre Stewart y la adorable June Allyson (la Constanza de la antológica versión de George Sidney de LOS TRES MOSQUETEROS, una de las hermanas March en la primera versión en color de MUJERCITAS), en su segunda de las tres colaboraciones en que les tocó hacer de matrimonio (la primera había sido en LA HISTORIA DE STRATTON/THE STRATTON STORY y la tercera sería MANDO AÉREO ESTRATÉGICO/STRATEGIC AIR COMMAND, de nuevo a las órdenes de Mann).
También la fotografía de Charles Lang, refulgente y colorista, contribuye lo suyo a encandilar.
Como era de esperar, no solo es un espectáculo para la vista sino para el oído, no solo por temas legendarios como MOONLIGHT SERENADE/SERENATA A LA LUZ DE LA LUNA, PENNSYLVANIA 6-5000, IN THE MOOD/EN FORMA, CHATTANOOGA CHOO CHOO o esa emotiva JARRITA DE MARRÓN que proporciona un momento hacia el final de lo más emotivo. Por cierto, el desenlace resulta ejemplar por huir de lo lacrimógeno y pasaportarlo con mucho pudor. No descubro nada si comento que Miller desapareció el 15 de diciembre de 1944, mientras cruzaba el Canal de la Mancha en avión. Su cuerpo jamás sería encontrado.
La banda sonora está compuesta por una serie de grandes éxitos grabados entre 1939 y 1943, alcanzando el número uno en las listas de Billboard el mismo año de su producción en 1954, justo nueve años después de la muerte de Miller.
Obtuvo tres nominaciones al Oscar: por el guion (de Valentine Davies y Oscar Brodney), adaptación músico-orquestal (del divino Henry Mancini y Joseph Gershenson) y sonido (Leslie Carey), apartado éste en el que acabaría cosechando la tan preciada estatuilla dorada.
Pero lo más importante de todo es que más de sesenta años después, MÚSICA Y LÁGRIMAS continúa conservando íntegra su fascinación y poderoso atractivo, los mismos que le llevarían a contar en su momento con el apoyo de los espectadores. Es cálida, afectuosa, optimista, alegre, positiva, acogedora. Un tipo de hacer cine irremplazable, en desuso. Que no necesita recurrir a lo desagradable ni a lo escabroso para generar la mayor de las felicidades. Un evocador retrato de la América de los 40, la de las grandes orquestas con vocalistas que endulzarían la vida de tantos seres ilustres o anónimos.
José Luis Vázquez