Director: Steven Soderbergh
Intérpretes: Matt Damon, Kate Winslet, Laurence Fishburne, Marion Cotillard, Jude Law, Gwyneth Paltrow, Bryan Cranston, Jennifer Ehle, Sanaa Lathan, Elliott Gould, John Hawkes, Enrico Colantoni, Chin Han, Monique Gabriela Curnen, Josie Ho, Chui Tien-You, Daria Strokous, Griffin Kane, Yoshiaki Kobayashi, Grace Rex, Armin Rohde, Rebecca Spence, Andrew White, Larry Clarke, Anna Jacoby-Heron, Jimmy Chung, Demetri Martin, John Hines, Joshua Weinstein, Dan Aho, Randy Lowell, Sau-Ming Tsang, Jim Ortlieb, Annabel Armour, Kara Zediker, Laura T. Fisher, Mary Beth Dolan, Jason Babinsky, Sanjay Gupta, Dan Flannery
Sinopsis: De repente, sin saber cuál es su origen, aunque todo hace sospechar que comienza con el viaje de una norteamericana a un casino de Hong Kong, un virus mortal comienza a propagarse por todo el mundo. En pocos días, la enfermedad empieza a diezmar a la población. El contagio se produce por mero contacto entre los seres humanos. Un thriller realista y sin efectos especiales sobre los efectos de una epidemia. (FILMAFFINITY)
No puedo decir que me pareciera redonda la única vez que he visto CONTAGIO, con motivo de su estreno en España allá por octubre de 2011, pero sí tengo que reconocer que me gustó bastante. Principalmente por la efectividad y el aparente rigor logrados a la hora de transmitir su principal premisa argumental, la propagación de un virus por todo el planeta.
Su carácter angustioso, de realismo extremo, alejado de veleidades sensacionalistas o sentimentales –también ello provocó mí no definitiva incondicionalidad- llamó poderosamente mi atención. Y todavía mantengo el recuerdo ocho años después de la desazón, de la comezón causadas.
Como “thriller pandémico” la definió con acierto el colega Nando Salvá. Otro, Luis Martínez, destacó que “alcanza a describir con precisión la geografía del escalofrío”.
Algo esto último que casa con el estilo quirúrgico de su brillantísimo director, el georgiano –de Atlanta- Steven Soderbergh. Que ostenta –y tiro de memoria, con los olvidos que ello pueda conllevar- junto al Orson Welles de CIUDADANO KANE y al recientemente desaparecido Stanley Donen con UN DÍA EN NUEVA YORK uno de los debuts más rutilantes y precoces de la historia del cine –los tres a los 25 años- con SEXO, MENTIRAS Y CINTAS DE VÍDEO, una modestísima película independiente que alcanzaría justificado revuelo y prestigio.
Ya en esta se advertían cualidades aquí igualmente expuestas a la luz. Como, por ejemplo, una manera de narrar analítica, marcada por una particular manera de diseccionar, que le sienta fenomenal a la historia. O si lo prefieren, un tono de frialdad que ha acabado constituyendo marca de fábrica de su firmante.
No se olvide que me estoy refiriendo a un cineasta concienzudo y total, con más de una treintena de largometrajes a su espalda, que, aunque en CONTAGIO rebaja algo sus prestaciones, suele escribir, producir, fotografiar (con el seudónimo Peter Andrews) y editar (bajo el nombre de Mary Ann Bernard) a la vez.
Es muy escrupuloso en sus tomas y en el ritmo que imprime a sus obras, en esta ocasión de lo más adecuado, nada enfático, para mostrar una propagación vírica, a caballo entre la velocidad y la confusión.
A propósito de su punto de partida, informarles –pueden contrastar la información en Wikipedia u otras fuentes- el doctor Ian Lipkin manifestó que el virus de la película está basado en uno creado por él, inspirado a su vez en el Nipah surgido en la Malasia de finales de los 90 y propagado de los cerdos a los granjeros.
Soderbergh recoge sus consecuencias plasmándolas de manera escalofriante, veraz, inteligente, consiguiendo tal vez la mejor propuesta, o si prefieren la más ajustada a hechos, realizada hasta la fecha sobre una pandemia, no teniendo nada que ver precisamente con el aire espectacular de las películas catastrofistas de los años 70. Si acaso, y no en lo referido a un sentido estricto, su mejor referente podría ser la estupenda ESTALLIDO de Wolfgang Petersen.
Lo que sí volvería a desarrollar es estructura coral de personajes y acontecimientos, aparentemente dispersa y que ya utilizara en la excelente TRAFFIC, producción con la que precisamente conseguiría el único Oscar como director que ha logrado hasta la fecha. Es decir, varias tramas paralelas con varias visiones de la cuestión, en este caso las que implican a afectados, a doctores que buscan contrarreloj una vacuna, medios de comunicación e investigadores que igualmente luchan contra el tiempo por averiguar las causas de lo que está ocurriendo.
Se nutre, como suele ser costumbre a lo largo de su carrera, de un variado reparto de estrellas que no se dedican a hacer su numerito, sino que se ensamblan perfectamente en el andamiaje. Nombres como los de Matt Damon, Gywneth Paltrow, Jude Law (estos tres habían coincidido pocos años antes en EL TALENTO DE MR. RIPLEY), la itinerante y espléndida Marion Cotillard, Laurence Fishburne, el veterano Elliot Gould y una Kate Winslet cuyo papel se ciñó a diez días de rodaje.
Suele seguir una máxima que le da buenos resultados, no entrometerse en el camino de sus actores y hacer que se sienten bien. De nuevo dio resultado, porque consiguió que todos ellos fueran capaces de integrarse, sin exhibicionismos fuera de sitio.
Es una película valiosa, con una destacable y “aséptica” fotografía digital del propio autor, de narrativa acertadamente fracturada, que cuestiona la mezquindad y el egoísmo de la especie, también a los sistemas, y que consigue mantener en todo momento la atención y genera desasosiego, incluso llegando al peor de los terrores, aquel que surge de lo que es factible que pueda ocurrir y no de la mera fantasía.
José Luis Vázquez