Director: Gilles de Maistre
Intérpretes: Documental.
Sinopsis: Documental que muestra el nacimiento, en distintos lugares del Planeta. Contraste de tierras, contraste de pueblos, contraste de culturas para el más bello e insólito de los viajes.
En un intervalo de 24 horas en la tierra, los destinos de varios personajes se cruzan en un momento único y universal: el nacimiento de un niño.
Con estos personajes reales el film narra el instante mágico de los primeros balbuceos de la vida y explora el universo del nacimiento, tan variados y tan diferentes.
Abarca los 5 continentes mostrando cómo se da este momento en diferentes situaciones.
Diez mujeres, diez países, diez de maneras de encarar, de concebir, de celebrar el máximo acontecimiento de nuestra vida –la muerte es el colofón-, el momento mismo del nacimiento, aquél en el que soltamos nuestro primer grito, el primer llanto.
Nos muestra que la forma de acceder a este mundo no solo depende de las divergencias sociales, siendo fundamentales estas, sino del convencimiento (o no) de que las mujeres puedan tener un papel más activo durante un momento tan crucial, tan determinante.
La acción de este documental transcurre en un intervalo de 24/48 horas, durante un eclipse solar fundido con otro lunar que tuvo lugar el 29 de marzo de 2006. Recorre cinco continentes y diez latitudes: México, Brasil, Japón, Vietnam, Nigeria, Estados Unidos, India, Francia, Tanzania y Siberia.
Sorprende el hacinamiento de la mayor maternidad del mundo, un hospital de Hanoi que registrar 120 alumbramientos al día. Me causa cierto rechazo ese parto en comuna mostrado en Estados Unidos. Me conmueve el episodio de la mujer tuareg. Me choca como ante. Choca la felicidad del massai ante una niña y la contrariedad del padre indio. Seguramente uno de los episodios que se permite más licencias poéticas es de los delfines, pero es indudable su encanto, con ese cetáceo –qué bien me han caído siempre esta especie- mostrando su alegría ante la buena nueva.
Todo ello sirve para la reflexión y para rescatarnos del deshumanizado mundo que vivimos y concienciarnos sobre la necesidad de recuperar en parte el contacto con la naturaleza.
Agradezco que no manipule en exceso, que muestre y deje vía libre para que podamos juzgar cada espectador. Y, sobre todo, es digno de destacar su opción por un brillante montaje paralelo, de contrastes, del que no está exento la emotividad que desprenden por sí mismas las, a veces duras, pero espectaculares imágenes.
El trabajo del cineasta y documentalista francés Gilles de Maistre es muy apreciable, supone todo un trabajo de investigación de campo. Es importante tener en cuenta que este apasionado de la filosofía habla con conocimiento de causa, pues pasó dos años en la sala de partos del Hospital Robert Debré de París.
No descuida el factor humano, ofreciéndose igualmente este notable trabajo como una reflexión sobre la condición humana a través de los nacimientos.
En su debe, tal vez el hecho de no haber mostrado más hábitos y costumbres, más aspectos del entorno. También el hecho de una ligera monotonía en alguno de sus comentarios y no haber sido ligeramente podado. Pero nada de ello empaña su considerable calidad.
Definitivamente, estamos viviendo la edad de oro de un género apasionante encargado de capturar las mil y una manifestaciones de la realidad que nos rodea, la nuestra y del planeta.
Apostilla a propósito del texto literario de su desenlace que recoge una leyenda talmúdica:
“Cuenta el Talmud que, mientras un niño permanece en el vientre de su madre, posee todo el saber acumulado en sus vidas anteriores. Por eso, antes del nacimiento aparece un ángel que sella el labio del afortunado con un dedo, conminándole así a mantener ese saber en secreto.
La intervención angelical deja una huella en el rostro del bebé: la pequeña hendidura entre el labio superior y la base de la nariz. En ese preciso instante, el niño ingresa a la vida olvidándolo todo… y grita por primera vez”
José Luis Vázquez