Director: Travis Knight
Intérpretes: John Cena, Hailee Steinfeld, Pamela Adlon, Stephen Schneider, Jorge Lendeborg Jr., Jason Drucker, Kenneth Choi, Ricardo Hoyos, Abby Quinn, Rachel Crow, Gracie Dzienny, Angela Bassett, Justin Theroux, Marcella Bragio, John Ortiz, Vanessa Ross, Glynn Turman
Sinopsis: Sexta entrega de la saga 'Transformers', esta vez centrada en el "hermano pequeño" de los Autobots, Bumblebee. Tratando de escapar, en el año 1987, Bumblebee encuentra refugio en un depósito de chatarra en una pequeña ciudad en la costa Californiana. Charlie (Hailee Steinfeld), a punto de cumplir 18 años y tratando de encontrar su lugar en el mundo, descubre a Bumblebee, dañado durante una batalla y descompuesto. Cuando Charlie lo revive, aprende rápidamente que éste no es un VW amarillo ordinario. (FILMAFFINITY)
Me resulta insoportable la saga TRANSFORMERS. A quien sea habitual y veterano de mis críticas esta confesión no le resultará novedosa. Es por ello que mi considerable entusiasmo por la última entrega de la misma, de hecho, la única que realmente salvo de la quema hasta la fecha, es posible que les sorprenda.
Pero paso a continuación a argumentar tan feliz excepcionalidad. Comienzo porque su máximo responsable, Travis Knight, es un tipo con mucho talento. El responsable de aquella maravilla animada titulada KUBO Y LAS DOS CUERDAS MÁGICAS, que supondría su debut como director. De hecho, es un animador de merecido prestigio, ha figurado también como tal en los créditosde otros títulos tan afortunados como EL ALUCINANTE MUNDO DE NORMAN, LOS MUNDOS DE CORALINE o LOS BOXTROLLS.
Aunque antes de destacar su valiosa aportación, resulta obligado mencionar el ágil, ochentero y muy ameno guion del que parte, debido a Christina Hodson, a la que es fácil detectar su entusiasmo por aquél cine de hace tres décadas, principalmente el de Spielberg y un título suyo en particular, una de las obras maestras más –ya sé que este término genera desazón en algunos- incuestionables de su extraordinaria filmografía.
Me refiero a E. T. Las similitudes son obvias, no solo en los aspectos más evidentes, como esas relaciones un tanto complicadas entre adolescentes y adultos, o esa inclinación ambiental por un determinado tipo de urbanizaciones, sino por dos situaciones concretas. Aquella memorable borrachera del extraterrestre en casa del joven protagonista es aquí emulada por otra parecida, más destrozona todavía, solo que en esta ocasión el alcohol es sustituido por café y el detonante del estropicio una mala conexión al enchufe de la luz. La otra hace alusión a una resurrección… y no seré más explícito por una cuestión obvia.
Todo ello de nada valdría si el ritmo inferido por Knight se hubiera salido de madre o se hubiera dejado llevar por la pirotecnia habitual en las sucesivas entregas pasaportadas hasta el momento sobre las tarascadas de los muñecos articulados de Hasbro. Aquí, dosificados con sentido de la medida e inteligencia, se reducen los trompazos, en su tramo final fundamentalmente, a una acción más restringida y creíble dentro de los postulados fantásticos plenamente asumidos.
Esto va en beneficio del discurrir del relato, que no se revela tan preso de los habitualmente abrumadores, latosos y aturdidores efectos digitales desplegados por la saga hasta este momento. El hecho también de que se preocupe más por la psicología de los personajes, en especial de su protagonista, una formidable y ya crecidita Hailee Stenfield (recuerden: la formidable niña protagonista de la estupenda VALOR DE LEY de los Coen) en pleno proceso postraumático por el fallecimiento de su padre, repercuten favorablemente en el desarrollo de la trama.
Es un divertimento puramente evasivo, para no quebrarse la cabeza, pero de una gran consistencia y perfecto acabado. Con una banda sonora de la época para chuparse los dedos, incrustada con ejemplar intencionalidad, comenzando por ese estupendo BIGMOUTH STRIKES AGAIN de los inevitables y muy grandes The Smiths.
Acudan a verla –me dirijo principalmente a los cuarentones y cincuentones- con actitud saludablemente retro y seguramente la disfrutarán más. Los jovencitos de la casa seguramente se dejen llevar por su arrollador ritmo y su refrescante puesta en escena, plagada de peripecias. Una inesperada sorpresa.
Muy chula.
José Luis Vázquez