Director: John Curran
Intérpretes: Jason Clarke, Kate Mara, Bruce Dern, Ed Helms, Jim Gaffigan, Taylor Nichols, John Fiore, Andria Blackman, Lexie Roth, Tamara Hickey, David De Beck, Damien Di Paola, Matthew Lawler, Beth Petrou, Victor Warren
Sinopsis: La vida de Ted Kennedy y su carrera política se descarrilaron después de un fatal accidente automovilístico en 1969, en el que el coche que él conducía se precipitó desde un puente a un lago y en el que perdió la vida su joven secretaria de campaña, Mary Jo Kopechne. (FILMAFFINITY)
Los que somos apasionados de la historia, la cultura y la política estadounidense quizá seamos un poco más condescendientes con esta estimable aproximación a uno de los numerosos escándalos que salpicarían a la familia Kennedy a lo largo de varias décadas, posiblemente la más carismática y dramática de todas las habidas en los dos siglos y algo más de un cuarto de existencia del coloso norteamericano.
En este caso hace mención al vivido por el superviviente masculino del clan de hermanos del presidente asesinado, a Ted Kennedy, el cual sufriera un accidente automovilístico ocurrido el 18 de julio de 1969 en la isla que da título original a esta película –Chappaquiddick, en su Massachussetts natal-, en el que perdería la vida su joven secretaria de campaña electoral, que a su vez lo había sido también, o al menos formaba parte de su equipo, del asesinado Robert, Bobby Kennedy. Sucedió la misma semana que Neil Armstrong y Buzz Aldrin caminaron sobre la luna.
Han sido varios los colegas que han afirmado que la recreación de los hechos se resiente de una acusada frialdad expositiva, formal. Disiento con matices. No creo que la película ni el trabajo de su esforzado y aplicado director, John Curran (el excelente “remake” de EL VELO PINTADO, YA NO SOMOS DOS, STONE), sean como indican, sino que quienes se muestran realmente hieráticos son una buena parte de sus personajes, comenzando por el protagonista, magníficamente interpretado por un Jason Clarke (ENEMIGOS PÚBLICOS, LA NOCHE MÁS OSCURA, EL AMANECER DEL PLANETA DE LOS SIMIOS, EL GRAN GATSBY, EVEREST… este es el ramillete de trabajos significativos suyos que recuerdo haber visto en el momento en el que escribo esta reseña) que parece surgido de un cruce entre Joaquin Phoenix y Jeff Daniels, tirando muchísimo más al primero… por aquello de los tormentos interiores que reflejan su rostro.
Y es que este retrato no demasiado convencional de un destacado hecho trágico, tal vez el más famoso y documentado accidente de coche por aquellas latitudes, y del que acabaría resultando el cuarto senador más longevo como tal de la historia de los USA, recurre a una dramaturgia que en el fondo no me parece así, de la que se desprende, o así al menos lo percibo, ironía y cierto sarcasmo. Rociada de un sentido del humor atractivamente raro, extraño, atípico. En el que el susodicho Ted, del que reniega el patriarca por carecer de las virtudes de sus otros hijos, tengo la impresión, o es al menos la que me queda final, que se acaba revelando mucho más brillante de lo que le reconociera su progenitor (la secuencia del abrazo es desoladora). Manifiesto esto sobre todo por ese discurso de ¿arrepentimiento? que en el fondo le reportaría réditos electorales. Pero mejor juzguen ustedes mismos.
No esperen encontrar respuestas definitivas… y eso me parece un acierto por parte de sus creadores. Sí la hay en esa cohorte que rodea al candidato –el antiguo equipo Camelot- y a lo que rodea a la alta política del país de las barras y estrellas, en este caso a los miembros de una dinastía que siempre estuvo en el ojo del huracán. En concreto, quisiera centrarme en la figura del que fuera ejecutivo de Ford y Secretario de Defensa con John Fitzgerald, el inefable Robert McNamara.
Lo que desde luego advierto en todo momento es una búsqueda sincera -¿recuerdan la magnífica JFK de Oliver Stone y lo que perseguía tenazmente el fiscal Jim Garrison?- de eso tan difícil de establecer en tantas ocasiones como es la verdad. Y también la intención de restituir la figura de la verdaderamente damnificada, de esa joven y prometedora Mary Jo Kopechne que dejara su vida en aquél lago.
Al respecto, Kate Mara en una breve aparición confiere encanto y atractivo a la susodicha. Y atención igualmente a un octogenario Bruce Dern que borda en un par de fugaces apariciones al líder supremo de la progenie, el cual llevaba ocho años postrado en silla de ruedas debido a una embolia cuando sucedieron los hechos de marras.
Tal vez no resulte demasiado estimulante para el común del espectador español, pero a mí he de reconocer que me ha interesado bastante, quizá por ese plus mencionado al comienzo de mi filia yanqui.
José Luis Vázquez