Director: Maxime Govare
Intérpretes: Vincent Elbaz, Laurence Arné, Grégory Fitoussi, Bernard Le Coq, Vanessa Demouy, Michel Leeb, Jean François Cayrey, Andy Rowski, Teis Dyekjaer-Hansen
Sinopsis: Adrien, de 40 años y totalmente inmaduro, es abandonado por Maude, de 35 años, que desea fundar una familia. Para intentar reconquistar el amor de su vida, Adrien decide montar en el futuro ex apartamento conyugal una guardería. (FILMAFFINITY)
“¿Sabes lo que es vivir con un niño grande durante 10 años?” (Laurence Arné)
El cine francés continúa sacándole punta a los argumentos más rocambolescos, por poco originales que pueda ser alguno de ellos. Es lo que sucede con DADDY COOL, que vuelve a tratar el tema del hombre inmaduro, con síndrome de Peter Pan, al que su pareja demanda una estabilidad y paternidad que él se ve incapaz de asumir.
El encargado de dar vida al individuo en cuestión es un desenvuelto Vincent Elbaz y su pareja en cuestión la atractiva Laurence Arné (todas las chicas de esta película aparte de cumplir bien con su trabajo poseen belleza). Con esta premisa tantas veces socorrida ya tenemos una película que funciona a base de cierto encanto y eficacia.
Yendo un poco más allá en su premisa, al protagonista se le ocurre la idea de montar una guardería en casa para recuperar a su amada, que se echa inmediatamente en brazos de otro consorte para paliar su frustración/decepción.
Los títulos que se vienen a la cabeza ante dicho planteamiento en sus diversas variantes, es numeroso, desde POLI DE GUARDERÍA hasta UN NIÑO GRANDE, o si lo prefieren, un remix de ambos. Pues lo bien lo que se pierde en novedad se compensa con simpatía y algunas buenas ocurrencias.
Los críos si son bien aprovechados, como es el caso, resultan siempre una baza a jugar. Algunos momentos, pese a lo socorrido de los gags, tienen su gracia. Verlos interpretar un número de Boney M, que precisamente da título a esto, no deja de tener su aquél.
Maxime Govare en su segundo trabajo tras las cámaras, tras el inédito en España TOUT PREMIÈRE FOIS (con algún punto de contacto con este en la descripción del referente masculino) tira de esa naturalidad tan habitual en la cinematografía gala, evitando la brocha gorda y el trazo caricaturesco.
Hay otras dos cosas aparentemente irrelevantes que me gustan también. Un elaborado plano secuencia hacia el final, francamente bonito, ya no tengo claro si necesario, pero qué más da, viste bien. La segunda, unos créditos finales que apostillan la historia, en consonancia con la profesión de ella, viñetista o dibujante de cómics.
Se ven con agrado y, desde luego, no molesta.
José Luis Vázquez