Director: David Foenkinos y Stéphane Foenkinos
Intérpretes: Karin Viard, Marie-Julie Baup, Thibault de Montalembert, Anaïs Demoustier, Anne Dorval, Corentin Fila, Stéphane Foenkinos, Éric Frey, Bruno Todeschini, Dara Tombroff
Sinopsis: Casi de un día para otro Nathalie Pêcheux, una mujer divorciada profesora de francés, pasa por un proceso de transformación de madre adorable a persona celosa, al comenzar a sentir celos de su hija Mathilde, una guapa bailarina de ballet clásico de 18 años. Su problema aumenta cuando también comienza a tener celos de sus amigos, de sus compañeros de trabajo y hasta de sus vecinos. (FILMAFFINITY)
Los hermanos y cineastas franceses Foenkinos –David y Stéphane- bajan un par de peldaños de calidad con su segundo trabajo tras las cámaras, tras haber debutado brillantemente en 2011 con la muy bonita, sugerente y delicada –disculpen la inevitable reiteración- LA DELICADEZA.
De los dos, David es el literato, el escritor y Stéphane procede de la dirección de castings. Ambos se complementaron muy bien en aquél primer trabajado, pero aquí han rebajado un tanto el diapasón fiando la mayor parte de su parcial atractivo en la composición de Karin Viard. Y, efectivamente su compatriota, la madre protagonista de la encantadora LA FAMILIA BÉLIER, responde a dicha confianza.
Esa Natalie en pleno cruce de caminos existencial (la edad, la soledad, ver a su hija convertida en mujer, desencanto vital… todo contribuye a ello) y de posicionamiento en la vida, tiene sustancia. Viard acierta en buena medida en dotarla de un sentido de la medida adecuado, pues no era tarea fácil. Más bien lo contrario, podía haber sido muy fácil pasarse y haberlo convertido en grotesco. Es más, hasta podemos entender o identificarnos con sus desatinos, sus desafueros, su cambio de humor, sus accesos de irritabilidad, su impertinencia, lo cual constituye todo un mérito principalmente debido al talento de esta actriz y también a una dirección ajustada.
No deja de tener su gracia como ha apuntado algún colega, que algunas “conductas tóxicas e inquietantes” como las aquí mostradas acaben resultando muy moderadamente graciosillas.
Es lo mejor, sin duda, de una propuesta que por lo demás me acaba resultando un tanto plana, sin demasiada sustancia, que no me provoca ni frío ni calor, ni chicha ni limoná y que la contemplo con cierta placidez rayana en la abulia.
Abandono la sala y no me ha dejado ningún poso, salvo algún puntual momento interpretativo de su protagonista. Poco más y poco menos.
José Luis Vázquez