Director: Gustavo Hernández
Intérpretes: Belén Rueda, Eva De Dominici, Natalia de Molina, Germán Palacios, Eugenia Tobal, Susana Hornos, Juan Manuel Guilera, Joche Rubio, María Zabay, Miguel Angel Maciel
Sinopsis: En un hospital psiquiátrico abandonado, un grupo de teatro vanguardista experimenta con el insomnio para la preparación del montaje de una obra creada veinte años atrás por un grupo de pacientes. Con el paso de días sin dormir, alcanzan nuevos umbrales de percepción, que los enfrentan a energías e historias ocultas del lugar. Cuando Bianca, una joven promesa del teatro, se incorpora al elenco, en competencia por el papel principal, debe sobrevivir no solo a la intensidad del trabajo y sus compañeros, sino a una fuerza desconocida que la empuja, como a los demás, al trágico desenlace de la puesta en escena original. (FILMAFFINITY)
Al cine de terror le suele sentar mal la petulancia o la pretenciosidad salvo que uno se llame Roman Polanski.
Esta coproducción en lengua española a tres bandas parte de una premisa legítimamente ambiciosa (tan solo apuntaré que trata sobre privaciones del sueño y de los fantasmas generados por el insomnio, tampoco puedo hacer otras aportaciones pues no se crean que me siento capaz de informarles de mucho más… si acaso indicar también que plantea un nuevo método de a la hora llevar la interpretación al límite y extraer nuevos registros), pero que plasmada –nunca mejor dicho- sobre escena me resulta francamente lo indicado anteriormente.
El texto precisamente se contagia de ese tono general pretencioso y de un enmarañamiento torpón.
Y no es que sitúe mal la cámara su director (el uruguayo Gustavo Hernández en su tercer largometraje, tras LA CASA MUDA y DIOS LOCAL), ni tan siquiera la edición de planos, el montaje, es desdeñable, aunque acaban antojándose baldíos para lo que se pretende contar.
Por otra parte, los sustillos son aquí golpes de efecto espectrales más desencajados que contribuidores a una angustia o un clima concreto.
No contribuye a su ligereza un ritmo premioso, pesado. Y un tramo final nada clarificador, ni tan siquiera sugerente, más bien calamitoso.
Sobre todo, adolece de un pecado que suele ser de lesa gravedad en un género como este, el del aburrimiento.
A veces es preferible cualquier serie B zarrapastrosilla de trama simplona que algo con ínfulas y fallido como esto, aunque siempre sea plausible intentar otras nuevas vías que aquí no acaban siendo tales, pues acaba cayendo en muchos clichés y lugares comunes.
Poco puede hacer el oficio o la prestancia de Belén Rueda al co-frente de esta nave de locos. Hasta su belleza y buenas maneras se ven esta vez empalidecidas por la irrupción de la joven y luminosa actriz bonaerense Eva de Dominici.
Prescindible.
José Luis Vázquez