Director: Olivier Ayache-Vidal
Intérpretes: Denis Podalydès, Marie-Julie Baup, Léa Drucker, Pauline Huruguen, Anne Jacquemin, François Rabette, Tom Rivoire, Marie Rémond, Zineb Triki
Sinopsis: François Foucault, de cuarenta años, es profesor de literatura en el prestigioso instituto de París, Henri IV. Una serie de circunstancias le obligan a dejar su puesto y a aceptar una plaza en un instituto del extrarradio de la ciudad, en una zona conflictiva. François se teme lo peor. (FILMAFFINITY)
Lo he dicho multitud de veces, así que parece inevitable que vuelva a repetirme, sobre todo teniendo en cuenta los miles de críticas escritas que llevo ya a mi espalda. Y es que en el arte en general y en el cine en particular, no me preocupa tanto la previsibilidad de las historias como el hecho de que resulten efectivas.
Así me ocurre para bien con la producción francesa EL BUEN MAESTRO, debut en el largometraje del parisino –no estaría mal establecer una comparativa sobre de donde han surgido más directores de cine, si de Londres, París o Nueva York- Olivier Ayache-Vidal, el cual por otra parte sabe muy bien de lo que habla, porque en palabras suyas “hice una inmersión durante casi 3 años en un instituto del extrarradio de su ciudad”.
Y no me preocupa tanto que recurra a tópicos o clichés cientos de veces establecidos, provenientes la mayoría de 2 títulos imprescindibles, fundacionales, del subgénero, como SEMILLA DE MALDAD de Richard Brooks y REBELIÓN EN LAS AULAS de James Clavell, o más recientemente, LA CLASE de su compatriota Laurent Cantet, sino que estos sean canalizados adecuadamente. Y lo son, vaya que si lo son. Aquí tirando de un frescor siempre bienvenido, realista, auténtico.
No hay párrafos ostentóreos en su escritura, todo suena a muy creíble, tanto ese profesor que demanda que le traten de usted para que no sus problemáticos alumnos no se suban a las barbas (impecable Denis Podalydès), bondadoso, divertido, paciente y firme a la vez, como esa chavalería inmigrante o desclasada y encarnada plausiblemente por actores no profesionales, en especial Abdoulaye Diallo, que acaba estableciendo una especial relación con ese tutor que tiene un nombre muy revelador, Francóis Foucault.
Y no es que su guión entre con escalpelo en la problemática social, quiero decir que no cuenta nada nuevo bajo el sol, pero sí está regado de verdad y con ganas ostensibles de seguir alertando sobre esos suburbios perfectamente recreados o sobre ese alumnado rebelde y no acoplado.
Vuelvo además a detectar algo que me gusta mucho del cine francés, su sutileza y delicadeza. Me refiero a esa doble inclinación por parte del protagonista hacia dos mujeres, la del principio, la que conoce en la fiesta y le hace la propuesta de dar clases en un ambiente diametralmente opuesto al suyo, y la compañera de instituto que tiene novio. Inevitablmente me retrotrae a LOS CHICOS DEL CORO y el chasco sentimental que se lleva Gérard Jugnot con la madre de uno de sus alumnos. Aquí al menos, en la segunda opción (encarnada por la atractiva Pauline Huruguen), hay una cierta receptividad, pero el cómo están tratados estos breves pasajes o fugacies aspiraciones amorosas, son merecedoras de mi mayor consideración.
Me ha gustado bastante, insisto, aunque no cuenta nada nuevo, pero me resulta francamente grata.
José Luis Vázquez