viernes, 9 de mayo

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Estreno en Royal City

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Final portrait. El arte de la amistad ()

Director: Stanley Tucci

Intérpretes: Geoffrey Rush, Armie Hammer, Clémence Poésy, Tony Shalhoub, James Faulkner, Sylvie Testud, Martyn Mayger, Takatsuna Mukai, Dolly Ballea, Begoña Fernández Martín

Sinopsis: La historia del pintor suizo y escultor Alberto Giacometti. El film se centra en el año 1964, cuando Giacometti invitó al crítico de arte y escritor norteamericano James Lord a que posara para él en lo que acabó siendo uno de sus más célebres retratos. Lo que en un principio iba a ser un trabajo de unos pocos días se demoró en varias sesiones, a lo largo de semanas, a causa de la falta de disciplina e incapacidad de concentración del artista. Lord tuvo que postponer su vuelo de vuelta a Norteamérica varias veces. (FILMAFFINITY)

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 3 estrellas

Este es el típico proyecto que trata de alejarse del tipismo o el tópico de las “biopic” convencionales (que tan buenos títulos han aportado a lo largo de la historia, sobre todo en lo referido a las procedentes de Hollywood), algo que me parece en teoría bien, pero que luego se queda en la idea general, sin acabar de apurar las posibilidades sugeridas o prometidas.

Aun así, es una obra aseada y correcta del actor Stanley Tucci en su faceta como director, en la que supone su quinta aparición tras las cámaras. Proporciona además al excelente Geoffrey Rush que se luzca en la piel del pintor y escultor suizo Alberto Giacometti, en una interpretación tan divertida como excesiva, tal como ha apuntado con acierto el colega Nando Salvá.

Lo que cuenta son diversos momentos del retrato que éste llevaría a cabo del escritor estadounidense James Lord en el París de 1964. Lo que iba a ser un trabajo de apenas un día se acabó prolongando tres semanas debido a las peculiaridades del propio autor, por su falta de orden, de rigor, por su dispersión emocional, la última acusada sobre todo en sus más próximos, en su hastiada pareja o su hermano, no así en la prostituta que le proporcionaba regularmente felicidad sin compromiso de ningún tipo.

No deja de ser curiosa esta aproximación pero en algunos tramos se instala una cierta fatiga, una monotonía aliviada en algunos instantes por un par de canciones oportunamente insertadas y con aromas a pasado sesentero (la ambientación decorativa no es precisamente uno de sus logros, ni creo que le interese a Tucci, pero sí consigue instalarnos en el taller en el que pare sus criaturas Giacometti). Su progresión dramática, su ritmo se resiente por una complacencia no siempre bienvenida.

En cualquier caso sí presenta interés por adentrarnos en las trastiendas del genio excéntrico y extravagante, en los procesos de creación, en la dicotomía entre ente talento y relaciones personales, aunque tampoco es que en este terreno aporte nada especial.

Se deja ver pero requiere de paciencia, algo de curiosidad espartana y también del cierto interés que se tenga por el personaje principal.

José Luis Vázquez