Director: Cristian Mungiu
Intérpretes: Vlad Ivanov, Maria-Victoria Dragus, Ioachim Ciobanu, Adrian Titieni, Gheorghe Ifrim, Emanuel Parvu, Valeriu Andriuta, Claudia Susanu, Adrian Vancica, Liliana Mocanu, Lia Bugnar, Tudor Smoleanu, Andrei Morariu, Rares Andrici, Constantin Cojocaru, Robert Emanuel
Sinopsis: Romeo es un médico de casi 50 años que dejó atrás las ilusiones relacionadas con su matrimonio, ahora acabado, y su Rumanía, destrozada por los acontecimientos. Para él todo lo que importa ahora es su hija, de 18 años. Tras los exámenes finales, la joven irá a estudiar a una prestigiosa escuela en Inglaterra. En la víspera del examen, la hija es atacada en la calle. A partir de entonces, hará todo lo posible para garantizar que ello no perturbe el destino que ha elegido para su hija.
“-Este es el mundo en el que vivimos, a veces tenemos que luchar empleando sus mismas armas –No lo entiendo” (Vlad Ivanov y María-Victoria Dragus)
Gran película, justamente recompensada con la Palma de Oro al mejor director, Cristian Mungiu, en la última edición del Festival de Cannes. No se olvide que ya había sido recompensado hace diez años a la mejor película por su segunda trabajo –este supone el quinto de su filmografía-, la estremecedora CUATRO MESES, TRES SEMANAS, DOS DÍAS, una cruda historia sobre una mujer que decide abortar en la Rumanía de Ceacescu.
Aunque no tan angustiosa como aquélla, pero igual de lacerante a la hora de plantear –cotidianos- dilemas morales, resultan en cualquier caso rastreables las huellas de su autor, su mismo estilo. Basado principalmente en largos planos fijos o algunos planos-secuencia de considerable expresión interna, en atmósferas opresivas generadas por decisiones nada fáciles de los individuos retratados, en utilizar los tiempos muertos con la precisión de un cirujano, en una frialdad emocional que encierra una profunda disección del hábitat de su país y de la propia condición humana.
A propósito de LOS EXÁMENES, señala con agudeza Nando Salvá que constituye “una devastadora radiografía en la que nada funciona excepto favores, sobornos y corruptelas”. Pero su punto de vista, que no es que resulte en modo alguno original, sí está conferido de un tratamiento singular, centra su objetivo en que el sistema somos nosotros, por tanto supuestos responsables de aquello que no acaba de funcionar bien. Somos cada uno quienes nos tendremos que preguntar el camino tomado. Pero ello expuesto sin grandilocuencia alguna, sin dar la brasa moralinosa, sin juzgar, dejando que sea el propio espectador el que se posicione.
Es cine sesudo en el mejor sentido del término, escueto pese a que su duración no se precisamente breve, tejido con meticulosidad e imperceptible contundencia.
Para más inri está basado en un hecho real llegado a oídos del director, tal como sucediera con el laureado título anteriormente citado, pues le suele gustar inspirarse en experiencias personales, noticias leídas en la prensa o en otros medios de comunicación y en situaciones por él conocidas.
Una excusa argumental tan válida como cualquier otra para abordar asuntos como el de la educación, el compromiso, la paternidad, las decisiones personales tomadas, sobre todo aquellas que no reparen en los medios para obtener un fin. Y no le hace falta acudir a las grandes corporaciones o a las políticas, le basta con poner su cámara a ras de personajes más o menos corrientes para hablar de una corrupción cotidiana, por la que sobrevolamos cualquiera de nosotros todos los días. Bien podría tener lugar en España o en cualquier otro lugar.
Muy buena.
José Luis Vázquez