martes, 30 de abril

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Opinión

Lenguaje inclusivo o lenguaje inclusive

Dos usos del lenguaje están sobre la mesa, dos posturas enfrentadas. Quienes sostienen la incorrección de la lengua se niegan a conceder tregua a las formas de uso criticas del lenguaje. La polémica está anunciando un cambio ¿hacia dónde?.

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Agustín Mora Palomares.- El lenguaje comprendido como la capacidad que tenemos para comunicarnos socialmente responde a la cultura donde se producen sus manifestaciones. Las lenguas son los sistemas de signos que empleamos, es decir, el código. La creciente puesta en marcha de políticas de igualdad que vienen a transformar los esquemas de organización y funcionamiento social también ha encontrado en los códigos comunicativos una piedra angular desde la que transformar la sociedad.

La cuestión está en saber si se ha creado una neolengua, a partir de la crítica social de las desigualdades o, en cambio, si el lenguaje inclusivo no constituye mas que una herramienta para relocalizar a las mujeres y la diversidad en el imaginario colectivo mediante nuevos usos lingüísticos.  De ser una neolengua su uso sería limitado formalmente a quienes puedan comprender su jerga, creada ad hoc de los acontecimientos, pero si fuera entendida una herramienta entonces su uso puede ser ampliable a cualquier hablante y para que exista comunicación deben compartirse códigos formales esenciales (imaginen si no cómo entender este artículo si quien lo escribe ordena aleatoriamente palabras, sería un sinsentido o un poema vanguardista dadaista).

Las realidades se representan lingüísticamente, tal y como el lenguaje evoluciona, las representaciones pueden perder validez, cambiar su sentido o ser sustituidas por otras, el uso del lenguaje inclusivo pretende que el lenguaje se adecúe a otros horizontes de los actuales, desde una perspectiva consciente del androcentrismo epistemológico, el falocentrismo social y el sexismo estructural.

Las herramientas del amo nunca desmontan la casa del amo

Debemos a Audre Lorde esta afirmación que traída a la cuestión lingüística nos pone en aviso de las intenciones del lenguaje inclusivo. Este no es un lenguaje de la dominación,  no surge de capas sofisticadas y privilegiadas de la sociedad,  mas al contrario, se revela frente a la norma lingüística. En este acto de revelación nos da cuenta de la teleología de subversión que lo rodea.

¿Dónde están las mujeres en el lenguaje? ¿Qué ocurre cuando encontramos vacíos lingüísticos? ¿Es un exceso de optimismo creer que basta con hablar diferente para construir una sociedad diferente? ¿De quién es el lenguaje inclusivo y para quiénes se articula como necesidad?

El lenguaje es una herramienta poderosísima que está en posibilidad de ser empleada por cualquier hablante, por lo que utilizarla de forma consciente nos desvela vacíos y estratagemas históricas que dan cuenta de dónde están situadas mujeres y las disidencias sexuales. Veamos solo unos casos que desmontan la neutralidad lingüística:

Caso 1: El masculino universal no es el genero universal, pero se aprende a pensarlo así. Se trata de identificar la falsa neutralidad lingüística. La costumbre no es desinteresada, un ejemplo de esto es el sesgo epistemológico que nos hace pensar en hombres siempre que desconozcamos algún rasgo de genero femenino.

Para ilustrarlo pensemos en la regla que nos dice que es correcto emplear el masculino genérico cuando nos referimos a un grupo de personas, por ejemplo en  “El feminismo en España recibe aportaciones de los pensadores  E. Pardo Bazán, L. De León y C. Arenal” de tres personas nombradas solo una es un hombre, si habláramos de las pensadoras estaríamos cometiendo un error al inducir la creencia de que L. De León es una mujer, fenómeno que por alguna extraña razón no ocurre a la inversa con Emilia Pardo Bazán y Concepción Arenal, aquí para la regla del masculino universal parece que el hecho de que sean mujeres es menos relevante. El masculino genérico es la estratagema para que el androcentrismo siga operando, emplear la regla de la inversión  (por ejemplo hablando en femenino genérico) desmonta la neutralidad simbólica que nos han inculcado.

Caso 2: El tratamiento asimétrico refleja la posición social del género: universal o subalterno. Para ejemplificar este caso podemos enumerar un sinfín de duales aparentes, palabras que según se refieran en femenino o masculino tienen significados diferentes: no significamos lo mismo cuando llamamos zorro/zorra a alguien tal y como no es lo mismo ser un hombre público que una mujer pública, o ser un fulano o una fulana. Tampoco hace falta rebuscar mucho para encontrar vacíos léxicos, palabras que designan valores positivos y que son cualidades atribuidas a hombres y que no tienen femenino, como la hombría y la caballerosidad, cuyas definiciones hablan por sí solas.

“Esa mujer los tiene bien puestos" no es un halago, es la manifestación de una sorpresa que resalta la hombría en un individuo de género femenino en tanto que “tenerlos bien puestos” (los machos o los cojones) son un atributo de fuerza masculina (aunque hoy sepamos que hay mujeres con pene y testículos, realidad que ha sido ocultada socialmente, por supuesto, y que el lenguaje expresa en las proposiciones generales como la que tratamos).

Caso 3: No nombrar o describir desde lo masculino no es economía lingüística, es adormecimiento  de nuestras capacidades comunicativas. Alguien, por algún interés,  se empeña en que limites tu capacidad de expresión. Nos dice que hacer un uso no sexista del lenguaje es farragoso (¡casi tanto como leer novelas del Siglo de Oro, como las que se leen en Bachillerato!) pero lo que ponen en duda es nuestra capacidad de mantener nuestro compromiso ético con la igualdad en todos nuestros registros orales y escritos.

Es torticero recurrir a la capacidad simbólica de todo ser humano para limitar nuestra competencia lingüística con la excusa de la economía.  Quienes amenazan con una distopía en la que se habla una neolengua repleta de arrobas, barras y equis  en discursos hiperextensos no han entendido absolutamente nada de lo que va esto. Si a ti también te han dibujado esa distopía te propongo que escuches cualquiera de las ponencias de la filóloga de la Universidad de Málaga, Susana Guerrero Salazar, o que leas alguna de sus guías con recursos para poner en práctica el lenguaje inclusivo.

Usos conscientes para hablantes competentes

El lenguaje inclusivo es un lenguaje de reconocimiento de la diversidad. La visibilidad que se consigue de las mujeres y de personas no contenidas en el universo de lo masculino universal no es la única razón por la que adoptar un uso no sexista. La toma en conciencia de las aportaciones de personas con realidades que no por minoritarias no puedan ser universalizables conduce a sacarlas del ostracismo epistémico (con la correlación en el status de subaltenas y subordinadas) y revierte en la construcción de imaginarios y conceptualizaciones mas ricos en tanto que pueden nombrar con mayor grado de adecuación las realidades.

El uso de un lenguaje no sexista que subvierte los cánones epistemológicos androcentristas desvela la posición de la persona hablante y su capacidad como individuo competente para tomar partido en el desarrollo humano. No es una mera cuestión que se pueda parapetar en la corrección de la lengua sino que la trasciende en tanto que hablar bien y de forma comprensible es sinónimo de saber articular discursos en cualquier registro que se comprometan con la igualdad.

Promover el uso correcto del lenguaje inclusivo (AKA no sexista) es apostar por la capacidad de las y los hablantes para desarrollar todas sus competencias comunicativas y dar espacio a su derecho de apropiación consciente de valores conforme a su subjetividad, su estar-en-el-mundo.

En este punto quien haga su apuesta por el lenguaje de la dominación lo tiene fácil, basta con no moverse. Pero si eres de quienes apuestan por un lenguaje real que se articule desde el reconocimiento y no desde la imposición, con cada giro lingüístico que efectúes estarás diciendo que contigo no cuenten quienes pensaban que jamás nos daríamos cuenta de sus intenciones, que sepan el lenguaje es nuestro.

*Este texto solo contiene una duplicación de los pronombres y aún así está escrito sin el uso del masculino genérico. Tienes derecho a que el uso del lenguaje que hagas como hablante se ajuste a los valores con los que te comprometes.