domingo, 2 de junio

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Sociedad

El sexo y la sexualidad

El sexo ha sido objeto de análisis desde muchas disciplinas y sabemos que no se ha situado en el mismo lugar en todas las culturas. En unas, hablar de sexo es un tabú y queda limitado a la reproducción, en otras, el sexo está más presente y orientado hacia el placer. Pero la sexualidad es más que el sexo, ¿no deberíamos poder hablar de ello en la escuela?

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Agustín Mora Palomares.- La sexualidad es en abstracto mientras que el sexo es en concreto. Para ver qué significa esto podemos consultar la definición de sexualidad que ofrece la Organización Mundial de la Salud. Ésta indica que la sexualidad es un aspecto central del ser humano que está presente a lo largo de su vida.

La sexualidad abarca el sexo, las identidades y los roles de género, la orientación sexual, el erotismo, el placer, la intimidad y la reproducción. Se siente y se expresa a través de pensamientos, fantasías, deseos, creencias, actitudes, valores, comportamientos, prácticas, roles y relaciones.

Si bien la sexualidad puede incluir todas estas dimensiones, no todas ellas se experimentan o expresan siempre.

La sexualidad está influida por la interacción de factores biológicos, psicológicos, sociales, económicos, políticos, culturales, éticos, legales, históricos, religiosos y espirituales

Esta definición nos permite entender lo que decíamos sobre la forma abstracta: hablamos de múltiples dimensiones del individuo y su personalidad, y como él mismo, va construyéndose a lo largo de la su vida en la cual el lugar y la cultura son determinantes.

Hasta hace bien poco, en nuestra sociedad, el sexo no reproductivo estaba visto como inconveniente. Era la reproducción y no el placer lo que se valoraba socialmente, lo que provocaba que la homosexualidad fuera minusvalorada, si no tildada de aberración. Pero hemos de tener en cuenta que la influencia cultural (aka los factores de la definición de la OMS) es lo que hace que los ciudadrealeños no vivamos nuestra sexualidad de la misma forma en que lo hacen los habitantes de una región cualquiera de la India.

Actualmente (nosotras y nosotros) vivimos en una sociedad hipersexualizada y sexofóbica, repleta de mitos y prejuicios y con una enorme falta de educación sexual, lo que provoca que tengamos una relación difícil con nuestra propia sexualidad.

El porno es a menudo el único recurso del que se dispone para acercarnos al sexo, lo que dificulta establecer relaciones sexoafectivas igualitarias. Por si esto fuera poco, en el caso de personas LGTBI la homofobia que hemos sufrido nos lo pone más difícil.

En sus inicios, el activismo que hoy nombramos bajo las identidades LGTBIQ+ era “de liberación (homo)sexual”, me parece interesante que tengamos presente esta idea de liberación por cuanto contiene de crítica hacia los factores externos de la persona. Hemos entendido que el puritanismo nos pone más difícil sentir y expresar nuestra sexualidad. Que la falta de educación sexual es un problema social (y no me refiero a las charlas de instituto para cómo poner un condón masculino) no por las ITS, sino porque la sexualidad y el sexo son naturales en nuestra especie ¿a quién extraña esto?

Los homosexuales históricamente hemos podido desarrollar una perspectiva crítica hacia la norma sexual porque esa norma nos excluía. Primero* sólo estaba bien tener sexo porque procreábamos -a esto lo llamo la norma heterosexual que hicieron pasar por natural-, después* aceptando el privilegio del placer, la norma admitía sexo sin fin reproductivo, pero de forma heterosexual. La norma sexual ha sido ley [sirva recordar que hasta 1990 la OMS tenía a los homosexuales en su catálogo de enfermos mentales] y la liberación de la norma ha estado en el aborto y las TRHA (Técnicas de Reproducción Humana Asistida), pero también en el cruising, práctica de socialización sexual entre desconocidos de los cuales son mayormente hombres, casados o solteros, homosexuales, bisexuales o los que ahora se identifican como HSH (hombres que tienen sexo con hombres, nomenclatura que prescinde erróneamente en mi opinión de la orientación sexual).

 

Ojalá (nos dejaran) ser promiscuos (a todos)

Estando en el instituto, un grupo de clase pedíamos charlas de educación sexual, la respuesta cuando no era negativa era una sonrisa que dejaba ver a quienes se lo pedíamos que estaban pensando que éramos unos adolescentes pajilleros con ganas de perder clase de matemáticas y dedicarlas a hablar de algo tan banal como saber cómo debe ponerse un preservativo o qué es la regla.

La formación en diversidad sexual es algo reciente y aún desconocido, ¿cómo se supone que vamos a saber disfrutar de nuestra sexualidad si cuando despierta nuestro interés no tenemos dónde acudir? ¿Por qué se extrañan de que el machismo, la misoginia, las ITS o las agresiones sexuales sigan en índices elevados si se han dedicado -y lo siguen haciendo- a dejarnos aprender y desarrollar nuestra sexualidad solo del porno que circula en internet?

Algún sector social minoritario, el que sigue viendo el sexo entre hombres (por poner el caso) como aberrante, continúa haciendo campañas para que las escasas iniciativas sobre sexualidad tengan las puertas cerradas en los centros escolares. La moralina puritana que nos presentaba a los homosexuales como promiscuos ahora hace de lobby frente a la liberación sexual, saben que la sexualidad es una parte de nuestra constitución personal y con prejuicios influyen en cómo vivimos y quiénes somos.

El principal argumento es en este sentido que si no se aborda la sexualidad en el aula se hará en espacios menos respetuosos con la diversidad o directamente no se hará más que por los prejuicios. Debe producirse en el aula porque es un espacio cómodo para los y las jóvenes y donde interactúan como grupo y debe ser una formación conducida por personas formadas y profesionales. De la misma manera que no pediríamos a un albañil que haga de cirujano o viceversa, tienen que ser profesionales quienes con formación sean quienes intervengan. Esto no impide que se hable de sexo o sexualidad en otros espacios, pero la escuela es la herramienta social de igualdad de oportunidades: en unas familias se hablará sin prejuicios de sexo, en otras por desinterés o desconocimiento no se hablará, o en otras hablarán los prejuicios. Además ¿por qué suponemos que todas las familias están preparadas para dar a conocer a sus adolescentes los métodos anticonceptivos o las múltiples prácticas sexuales? ¿o, por qué supondríamos que saben qué es la transexualidad, la intersexualidad, o una orientación sexual como la asexualidad si nadie antes se ha ocupado de enseñarlo?

Dicen que en los años sesenta del siglo pasado se inició una revolución sexual incompleta aún hoy. El sexo es importante, tanto como una sexualidad sana, de cómo nos ocupemos de ello y en qué condiciones lo hagamos dependerá de lo libres que seamos.

Compartamos la aspiración de la máxima libertad.