viernes, 29 de marzo

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Opinión

Entre paredes

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En China, siempre China, que China lo está siendo últimamente para todo, país de referencia en el mundo de la economía, de las empresas, que todo se hace en China, inversiones, fabricante colosal de los productos del todo a…ya ni sabemos, país a quien recurrimos para comprarnos la Deuda…y país exportador ahora de esta pandemia y unos test que no sirven para nada, lo cual dice todo de la exactitud en sus cifras de contagios, un virus que algún recalcitrante leninista o estúpido iletrado situó originariamente en la tierra del Tío Sam, aunque mucho me temo que aún siga habiendo más de uno.

Pero voy a lo que voy. En ese país tan inmenso se pusieron hace tiempo muy de moda los llamados “apartamentos cápsula”, viviendas de dos metros cuadrados sin ventanas y con paredes de cartón piedra con cabida para una cama individual, una mesita de noche en la cabecera y ni un alfiler más. Ideados para habitar solamente una persona, constituyen hoy todo un éxito entre los jóvenes. El inventor de estos cuchitriles dijo entonces que era la solución al exceso de población aunque me temo muy mucho que se debiera más bien, además de a un negocio, a resultar muy baratos y a la filosofía del hombre moderno de vivir en soledad. Toda una premonición de las condiciones en que se encuentran hoy viviendo millones de personas en el mundo no sabiendo además por cuánto tiempo

En estos días de obligado aislamiento he reflexionado sobre la importancia de las paredes entre las que llevo metido al igual que todos ustedes desde hace muchos días y he llegado a la conclusión de que son muy necesarias, qué remedio, pero algo coercitivas.

Las reconozco como necesarias para preservar las vidas, pero nos están distanciando demasiado. Las paredes son como unos cuchillos afilados que sirven para cortar la realidad y la libertad y es que estas cerraduras obligadas así echadas convierten al cuerpo y a la mente en lugares parecidos a unas celdas más o menos confortables.

Las paredes fueron ideadas para ser cobijo como defensa del hombre ante las fieras y las inclemencias del tiempo pero no significaban límites de nadie ni de nada. En estos días las paredes se han convertido en muros utilizados no para esquivar las lanzas o la balas sino para defendernos de un terrible y microscópico bichito; un enemigo que mantiene en jaque a más de medio mundo, una pandemia que nos está obligando a abreviar el pensamiento, a dejar de lado los proyectos inmediatos y a preocuparnos solamente en cómo y cuándo salir de este imprevisto atolladero con el menor daño personal y social posible.