sábado, 10 de mayo

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Opinión

La tolerancia

Por Fermín Gassol Peco

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La característica más exclusiva que diferencia a la persona del resto de seres vivos es su capacidad de razonamiento a la hora de pensar, analizar, opinar, decidir y comportarse de una determinada manera dentro de su conocimiento y libertad. Cada cual lo hace pues desde una perspectiva individual, por lo tanto parcial, que conlleva distintos grados de exactitud o acierto.

La tolerancia se define como el respeto a las ideas y actitudes de los demás aunque no coincidan o sean contrarias a las propias. Pero también significa la capacidad para soportar, para encajar una determinada causa extraña. Estas dos definiciones indican que la tolerancia es una actitud y una virtud en ambos casos de diferente digestión. Y lo es porque aceptar de buen grado lo que otros piensan sin comulgar con ello y más cuando va en contra de lo que uno estima, supone un acto cuando menos de complacencia y cuando más una renuncia a los inamovibles principios en los que uno cree; pues no es lo mismo ser tolerante con alguien con quien compartes un bien que ser tolerante con quien actúa de una manera ofensiva hacia tus intereses, creencias o con métodos violentos. ¿Dónde se sitúa la barrera? Ser tolerantes conlleva ausencia de principios innegociables, pero siempre por ambas partes. La tolerancia es válida y fácilmente asumible en un primer estadio de exposición de posturas a las que todo ser humano tiene derecho por ser libre pero no cuando son impuestas. 

La tolerancia ha de situarse siempre desde la libertad pero también desde el conocimiento y el diálogo. La persona que no tiene principios, se encierra en ellos o los utiliza der manera violenta, no tiene nada que defender, intención de ofrecer, antes bien lo que pretende es imponerlos.

Hay pensamientos y hechos respecto de los cuales se puede ser tolerante, pero de otros no. La persona que tolera todo es porque relativiza todo y en esa marea de conceptos y en esa ausencia de criterios propios encuentra lo que no va buscando, la sumisión y el caos.

Aún en el supuesto de que todos fuéramos tolerantes con todos como queriendo llegar a un estado de complacencia general, esa teoría sería imposible en la práctica pues dos tolerancias entrarían en conflicto necesariamente. Solo se puede ser completamente tolerante con la verdad.