Opinión
Foto: imer.mx
Con cierta frecuencia personas que están en tratamiento en unidades de salud mental llegan a la consulta de otro especialista con molestias dolorosas, digestivas o incluso inflamaciones evidentes y obtienen la respuesta de que es psicológico, que es de los nervios. Y puede ser, no obstante antes tendrían que descartar enfermedades de otras especialidades médicas. Un paciente puede tener un trastorno de ansiedad generalizada, por ejemplo, y tener a la vez una hernia discal que le produce dolor. La psiquiatría es esa especialidad en la que, de momento, no existen pruebas de laboratorio, ni radiográficas, ni por métodos avanzados de neuroimagen que permitan hacer un diagnóstico psiquiátrico. Ningún hallazgo de laboratorio es patognomónico. Ni tan siquiera en la esquizofrenia, una de las enfermedades en las que la implicación neurobiológica es mayor. El diagnóstico es clínico.
Me voy a centrar precisamente en esas personas que sí tienen molestias somáticas y que padecen un trastorno psicosomático. Cuando escuchan esa palabra se sienten ofendidas porque muchos interpretan (o el médico les dice) que se están inventando la enfermedad. Nada de eso.
Hace unos diez años vino a la consulta una mujer con su marido. Llevaba de baja cinco meses por un dolor en la espalda que no cedía con ningún tratamiento y la incapacitaba. Le habían diagnosticado síndrome de la cresta ilíaca superior, le encontraron tres protusiones discales, etcétera. Su marido la convenció porque la veía deprimida. Ella creía que era secundario al dolor que presentaba. Después de mucho insistir y de que ella no pudiera explicar qué pasaba, contaba situaciones que representaban haber estado sometida a una situación de acoso en el trabajo, aunque ella nunca lo mencionaba como tal. Ella nunca hablaba de ello, ni sabía explicar lo que le ocurría. No dormía, dejó de comer, de conducir, estaba bloqueada. Como no mejoraba con ningún tratamiento se dedicaba a ir a fisioterapia, que algo le aliviaba. Con un tratamiento antidepresivo y psicoterapia, no solo se recuperó del estado depresivo, sino que además el dolor de espalda cedió. A los dos meses estaba ya trabajando. En estos diez años no tuvo otra baja ni un dolor de espalda significativo que le impidiese hacer una vida normal. De todas formas, no todos los casos tienen resultados así de positivos. Este es solo un ejemplo de un caso en el que parecía un problema traumatológico o reumatológico, era un cuadro depresivo situacional enmascarado con síntomas de estrés postraumático por el acoso sufrido.
El médico y ensayista español Rof Carballo, uno de los padres de la medicina psicosomática, sostenía la idea de unidad entre el cuerpo y la mente, así como una continua interacción entre ambos. Propuso el concepto de "tono vital" como "una realidad psicológica y biológica simultanea que aporta la constitución y permanencia del "sí mismo" y que las personas son seres dialógicos cuya unión no es meramente social sino emocional.
Darwin, en su obra La expresión de las emociones en el hombre y los animales, subrayaba que los seres humanos y los mamíferos compartimos muchas características emocionales. Percibió como a través del nervio neumogástrico se conectan diferentes órganos, cerebro, corazón, aparato digestivo, etcétera, y debido a ello se pueden producir repercusiones del funcionamiento de unos órganos sobre otros, como por ejemplo las derivadas del estrés y de las situaciones traumáticas. De manera que algunos estados alterados emocionales puedan quedar silenciados en formas psicosomáticas.
También la teoría polivagal de Stephen Porges, nos permite comprender la interrelación de nuestros órganos, y las personas que nos rodean a través de las diferentes ramas del nervio vago (nervio neumogástrico). Pone énfasis en la respuesta de la relación social (solicitando ayuda en caso de peligro) por encima de las respuestas de lucha o de huida.
En todos esos cuadros psicosomáticos una pieza clave es la alexitimia, la falta de reconocimiento de los sentimientos, de identificar, describir o nombrar las emociones propias y una dificultad para captar las emociones ajenas. No son conscientes de sus conflictos emocionales. Tienen un pensamiento concreto, detallista, con poca fantasía, un pensamiento operativo. Por ejemplo, si alguien les pregunta que sentirían si oyen entrar a unos posibles ladrones en su casa, cualquiera contestaría me muero de miedo, ellos contestarían llamaría a la policía. Los trastornos psicosomáticos suelen representar una liberación de la angustia acumulada.
Una de las teorías neurobiológicas explicativas de la alexitimia señala una desconexión o falta de coordinación funcional entre los dos hemisferios cerebrales. Por eso se les llama individuos de dos cerebros. Una teoría explicativa psicológica considera que en la alexitimia el silencio emocional es debido a haber sufrido un trauma psíquico durante la infancia o en la edad adulta. Son personas que no saben lo que les ocurre emocionalmente. Pueden estar tristes o enfadados y no saberlo, en su lugar pueden tener dolor o problemas digestivos o cualquier irregularidad del cuerpo a los que no se les encuentra ninguna causa. La mayoría siguen buscando un diagnóstico, o una explicación para su malestar, para esas molestias, de médico en médico. Les resulta difícil de entender que tal vez aprendieron a silenciar sus emociones en el pasado y terminan sin ser capaces de reconocer lo que sienten. Mejorarán si logran conocer cómo sus sensaciones físicas y sus emociones se relacionan.
La medicina se ha especializado, hiperespecializado, pero debe tener presente que trata con un ser humano, no con una parte de su cuerpo. Debe tener presente las interacciones continuas entre lo mental y lo somático, o dicho de otra manera, la mente es parte de esa totalidad que es el ser humano.