jueves, 18 de abril

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Opinión

El alcalde y su momento de gloria

Por Fermín Gassol Peco

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Que nadie es profeta en su tierra sigue siendo algo muy común. Jesucristo ya lo denunció públicamente hace nada menos que dos siglos cuando entre sus paisanos se decían ¿cómo va hacer milagros el hijo de José, el carpintero? El siquismo humano tiende a valorar lo ajeno, lejano, desconocido y al contrario descreer o menospreciar aquello que le es cotidiano y próximo, que somos así de obtusos ¿Cuántos de los habitantes de una ciudad con museos, edificios o monumentos históricos y que son visitados por manadas de turistas de todo el mundo pasan a diario por delante y se interesan en conocerlos por dentro?

En Manacor nació hace treinta y tres años (la edad de Cristo), un niño llamado Rafael y apellidado Nadal Parera que a la postre sería y sigue siendo el mejor deportista español de todos los tiempos y segundo tenista de la historia; un tipo que sin llegar a hacer milagros, ha venido demostrando tal capacidad de lucha y superación ante momentos que parecían insalvables por graves lesiones, que lo convierten además en un ejemplo a seguir sobre todo para los jóvenes. Una persona que pasea por el mundo con orgullo su condición de español y manacorense y que su impresionante trayectoria deportiva y calidad humana han hecho de él un personaje reconocido y con dimensión universal.

Pues bien, Manacor tiene un alcalde que se llama Miquel Oliver, apellido más español no cabe, que ha acusado al número uno del mundo de “vivir al margen del municipio'” diciendo además que la “manacoridad se práctica, no se verbaliza”. Todo parece guardar relación con la Academia de tenis que Nadal ha construido en aquella ciudad.

En respuesta, Nadal ha escrito una carta a los manacories mostrándose sorprendido y muy dolido: "Como a cualquier persona, me duele recibir ataques injustificados y difamatorios que lo único que pretenden es manchar mi nombre. Podría extenderme con más situaciones que me he callado durante mucho tiempo, pero no me gusta entrar en determinadas polémicas. Solo quería expresar mi sentimiento de dolor y decepción", señala el tenista balear. 

El alcalde en cuestión pertenece a un grupo independentista llamado Més per Mallorca. “Si fueran de Manacor, lo entenderían", acabó sentenciando este alcalde para quien Manacor es el origen y centro del universo, su raquítico centro… y¡existen tantos!…

Rafal Nadal no es bien visto por el alcalde de su tierra aunque no haya obrado profecía o milagro sino la construcción real de una impresionante escuela de tenis en la que trabajan trescientas personas de allí mismo, de la que Roger Federer quiere ser profesor una vez se retire y empinada con sus dineros, ganados con muchas jornadas de sudor físico. Todo hecho legalmente por un cambio en las ordenanzas municipales votadas de manera democrática dado el enorme interés del Consistorio por construirla mientras Nadal permaneciera en activo, extremo que el alcalde ya sabía; pero la envidia es la envidia, de dinero, de fama y de talla humana, porque con lo grande que es el mundo…de Nadal claro, elegir su localidad de nacimiento para crear riqueza, supone una muestra más de afecto a la tierra que lo vio nacer, Manacor, ciudad en la que para su alcalde empieza y acaba su diminuto mundo. Cuestión de escalas, mil veces más.

El problema, el eterno problema de estos y otros muchos políticos regionalistas e independentistas es el de siempre, su enorme complejo de inferioridad, su escasísima visión de la globalidad y el cabreo que le produce que un hijo de ese pueblo se sienta español por los cuatro costados y así lo proclame a los vientos que sean necesarios. Que todo al final parece reducirse a esto. Pero de momento, este alcalde muy conocido en el pueblo de sus amores y poco más, ha gozado de su momento de gloria, gracias a un paisano que también es muy conocido en su pueblo y muchos más.