miercoles, 24 de abril

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Opinión

Fueras de juego en democracia

Por Fermín Gassol Peco

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La libertad de expresión es la quinta esencia y por lo tanto lo más sagrado en democracia. Digamos que es como su rectángulo de juego. Es en ese espacio donde todos podemos y debemos jugar a este fundamental deporte que es la convivencia porque la voz de una sociedad es la de todos sus ciudadanos, no solamente la de unos cuantos, sean muchos o pocos. En esto parece que hoy afortunadamente no nos caben dudas… aunque oyendo ciertas declaraciones a uno le hacen pensar que aún existen algunos y algunas que todavía no lo tienen asumido.

Una vez establecido el terreno de juego, hemos que saber ante todo cuál es el deporte que debemos practicar, acatar sus normas y las reglas establecidas de antemano y penalizar sobre todo dos situaciones, los fueras de juego y la práctica del juego sucio. Luego vendrán los distintos niveles de juego y las tácticas a desarrollar, porque como en todos los deportes existen las categorías a la hora de practicarlo y puede ser que asistamos a un bello espectáculo o a una verdadera castaña de partido y es que no todos estamos capacitados ni preparados para jugar al mismo nivel pero eso es algo común en todas las facetas de la vida. Pero lo que es preceptivo para jugar a cualquier deporte es tener al menos unas nociones sobre su práctica y sobre su reglamento.

Y llegados a este punto me da que no todo el mundo pone demasiado interés en saber de qué va este noble deporte. Hago referencia a esas personas que estando en el rectángulo de juego aprovechan las ocasiones para lanzar patadas ideológicas y dialécticas haciendo oídos sordos a las indicaciones del árbitro que en este caso no es un señor con un silbato sino la misma conciencia política intelectual y moral. Y lo que resulta mucho más grave intentar jugar a cualquier otro que no es la democracia.

En cualquier deporte no todo vale. La libertad para expresarse acarrea libertad para decir, para denunciar, para agradecer, para colaborar, para dialogar, pero ante todo y sobre todo para plasmar la verdad. La grandeza de este deporte, su continuidad en el tiempo tiene mucho que ver con el juego limpio. La libertad de expresión nos da la posibilidad de decir la verdad…o la ocasión para negarla o retorcerla a nuestra sola conveniencia.

Entonces estaremos practicando otra cosa a la que no podemos llamar ni convivencia, ni política, ni deporte, sino un interesado abuso de esa misma libertad de expresión que tan justamente exigimos y a la que tan justamente apelamos.