Pequeño canto a la libertad

Triste está el jilguero allí en la jaula, expuesto a los que pasan y lo miran,

pajarillo con sus alas encogidas, inmóvil, triste…muerto en vida.

Sus ojos se fijaron en los míos, abrió su pico y me dijo…yo me muero,

sácame de esta cárcel que me ahoga, te pagaré con mis trinos y mis vuelos.

Mis monedas lo libraron de la jaula, lo llevé al lugar donde ahora vivo,

allí hay un árbol que me da sombra en el verano, entre sus ramas revolotea ya mi

amigo. Sus pequeños vuelos, cortos e inseguros, anuncian que es casi libre,

aún sin serlo, que la libertad se enseña sin las jaulas, que a volar siempre se aprende

con el vuelo. Mi jilguero me despierta con sus trinos cuando el alba todavía es un

proyecto, me recuerda que ya el día está esperando a que abra mis ventanas a los

cielos.

Una triste mañana de noviembre…encontré a mi jilguero alicaído. ¿Qué sucede con tu

canto pajarillo? Es otoño me dijo y esta mañana tengo frio.

¿A qué esperas entonces jilguerillo, para volar a lugares más propicios?

Es que yo me debo a ti que me sacaste de la prisión en la que estaba recluido.

Tú no eres de nada ni de nadie, si acaso eres del viento que es tu amigo,

donde tus alas desplegadas, sin candados, quieran llevarte marcando tu destino. 

Vuela, vuela pajarillo, compañero, que la libertad en otro lugar ya te reclama; mi

jilguero trinó y emprendió el vuelo, hacia lejanas praderas soleadas.

Como todas las mañanas…pongo el riego, El agua empapa la tierra que cultivo, 

casi siempre me acompañan cien jilgueros que se beben las gotillas del rocío.

De entre todos los gorjeos que salpican, oigo uno que me suena conocido.

 Sí, es mi amigo el jilguerillo que ya ha vuelto para alegrar mi primavera con sus trinos.