Cultura
“Esto no es un tributo, es la banda de Sabina”. Pancho Varona lo dejó claro con sus palabras, pero si no lo hubiera dicho habría dado igual. El trío que forman él, Antonio García-Diego y Mara Barros, la ‘Noche Sabinera’ que lleva girando desde hace más de una década por toda España y Latinoamérica, es capaz de firmar un concierto tan genuino como uno de los que lidera el propio Sabina. Faltan su voz ajada, sus perlas entre canciones o las quejas por sus achaques. Pero esa esencia se ha mimetizado tanto con su banda que también flotó la noche del jueves en el escenario del Ayala.
Varona, en mayor medida, pero también García de Diego y Barros, conectaron desde el saludo inicial con las más de 200 personas que llenaban el patio de butacas. Dedicatorias, bromas y recuerdos al maestro que “lo hemos dejado en Madrid en muy bien estado de salud” salpicaron un repertorio que arrancó con las verdades de ‘Mas de cien mentiras’.
A continuación, sonaron, entre otras, ‘Ahora que’, ‘Mentiras Piadosas’, ‘Que se llama soledad’, ‘Tan joven y tan viejo’, ‘La canción de las noches pérdidas’, y como broche a la primera parte, la emotiva ‘Y sin embargo’ con la introducción coplera de Mara Barros que ya no se puede separar de esta canción.
Pero faltaban algunas de las más conocidas, y ahí llega uno de los momentos más especiales de esta ‘Noche Sabinera’: el público puede convertirse en Joaquín Sabina por unos minutos. Y claro, esa oportunidad, aunque al principio cuesta dar el paso, es algo a lo que un devoto del maestro de Úbeda difícilmente renuncia.
Hubo “dos valientes” y “un semiprofesional”, que deslumbró por su interpretación de ‘19 días y 500 noches’. Pero el premio del bombín fue para César, “el profe”, que conquistó a todos con su desparpajo antes y después de intentar entonar la del ‘Pirata del cojo’.
Tras este divertido concurso, la rúbrica de esta ‘Noche Sabinera’ la pusieron ‘Contigo’, dedicada a una pareja de novios que pronto serán marido y mujer; ‘A la orilla de la chimenea’ y ‘Princesa’.
Dos horas de concierto, de sabinismo en estado puro, del que corre por las venas de su banda y por las de un público entregado que espera ver muy pronto a todos juntos de nuevo en el escenario.