sábado, 20 de abril

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Opinión

Ha muerto un verdadero hombre bueno

Artículo de opinión de Emilio Nieto López, Primer Decano de la Facultad de Educación UCLM

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Foto: www.diocesisciudadreal.es (Juan Sánchez Trujillo)

Juan Sánchez Trujillo ha fallecido como siempre ha sido, una persona encantadora, buena, sencilla y siempre dispuesta a la ayuda y a la entrega desinteresada. Creo sinceramente que este hombre de Dios, siempre cumplió con su deber en el desempeño de sus funciones eclesiásticas y en sus dedicaciones profesionales.

Un hombre sabio, entre dos siglos, que supo aunar las humanidades clásicas con la tecnología del conocimiento. Conocía el griego y el latín y lo hablaba a la perfección. Sus raíces intelectuales se hundían en el conocimiento más profundo de la formación humanística propia del Renacimiento. Sin lugar a dudas, era un gigante en la sencillez y en trato. Siempre le conocí con la sonrisa en los labios y con un corazón abierto al diálogo y a la esperanza. Sabía estar en cada momento en su lugar y jamás quiso ser el primero cuando realmente era el primero en todo.

La facultad de Educación, en la que fue profesor de religión, durante muchos años, le debe el cariño y la admiración de una labor hecha desde el conocimiento y desde el corazón. Sacerdote-profesor e intelectual puso siempre en la balanza de la vida la sencillez y un alma rica en matices sociales y muy especialmente humanos con tintes sobrehumanos de eternidad.

Juan Sánchez Trujillo era un santo paseando por la tierra amando a todos por igual, entregándose a todo sin ninguna distinción y apostando siempre por la concordia, la humildad, el bien hacer y logrando que todos, compañeros, amigos, creyentes y no creyentes, todos lo tuviéramos como amigo y compañero en el que se podría confiar.

Hijo del pueblo y para el pueblo. Nació en Castellar de Santiago, de una familia humilde pero buena, que supo inculcar en su alma ese espíritu de entrega que guardará toda su vida. Gran luchador, desde el convencimiento y desde la inteligencia por la renovación de la iglesia y de todo aquello que pudiera acércanos a Dios, ese Dios redentor, humilde y dador de vida y de esperanza. Juan comprendió, al pie de la letra, que la vida es un camino áspero y dulce al mismo tiempo, si sabemos compartir las alegrías y acompañarnos en las tristezas.

Un sacerdote ejemplar, de vida sencilla, entregada al estudio y al amor a los demás. Nada es mío, nada me pertenece, todo me lo han dado y todo lo tengo que entregar decía en muchas ocasiones. Comprendía a los que sufrían y, siempre de sus labios, salía una palabra de esperanza y de consuelo. Fue el último humanista que Ciudad Real ha tenido. En su habitación solamente había libros, pensamientos de amor y de entrega, luz que fluía de su alma y esperanza en un mundo mejor en el que los odios, los malos quereres, las envidias hayan desaparecido.

Él Creó un nuevo estilo de sacerdote y de profesor. Siempre con sus ojos mirando hacia abajo parecía buscar respuesta a las preguntas de este mundo y que nunca pudo encontrar porque como le pasó como a San Agustín cuando querría meter toda el agua del mar en aquel pequeño hoyo realizado por aquel niño a la orilla del mar, las respuestas solamente las tiene Dios para cada uno de sus mortales. Ejemplar siempre. Muchos te admiramos y siempre creímos en tu palabra y en tu honradez en todo lo que hacías y te comprometías.

Hoy es un día de dolor y al mismo tiempo como tu dirías de alegría porque, por fin, has encontrado tu camino y tu respuesta a tanto trabajo, a tanta injusticia, a tanto desagravio y también como no a toda una vida plena en dedicación a los demás. Tú has sabido escoger el camino de la verdad y de la luz. Tú has sabido conducirnos por esa senda que ilumina nuestro sentido de vivir como cristianos. Tú has sido esa luz que siempre alumbró nuestras tinieblas porque no supimos dejar a un lado todo aquello que no era importante pero que se adhirió a nuestra existencia como si en realidad importara algo.

Te has ido para siempre, pero te has quedado entre nosotros porque lo bueno, lo humilde, lo sensato perdurará como ejemplo a seguir para todos. Has construido un gran castillo hecho de paz y de esperanza y ese castillo será inexpugnable si seguimos tu ejemplo de hombre bueno que dio su vida por los demás sin tener nada para él.

Adiós amigo del alma, adiós intelectual, humanista y creador de sabiduría y de humildad. Cumpliste tu destino y bien puedes irte en paz. Hoy te lloramos y al mismo tiempo damos gracias a Dios por haber podido compartir contigo muchos momentos imposibles de olvidar. Amigo Siempre estarás entre nosotros.