viernes, 29 de marzo

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Las 10 películas favoritas de... Teresa Pacheco Iniesta

Poeta, cuentista, abogada en ejercicio y enfermera en excedencia

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Foto: Charlton Heston y Yul Brynner en Los Diez Mandamientos/The Ten Commandments

Mi afición por el cine es tan antigua como mis propios recuerdos. Y casual, como casi todo en la vida.

Tenía 4 años cuando nos cambiamos de la casa donde nací a otra que había sido de mis abuelos paternos. Justo enfrente, vivía el dueño del único cine de mi pueblo, donde traían las películas mucho tiempo después de que se estrenaran. La amistad de Francisco, el dueño del cine y su mujer Marina con mis padres, fue inmediata y duradera. Así que Luis, mi hermano mayor, se colocó como ayudante en la sala de proyección y mi hermana Gloria y yo, la más pequeña de los tres, podíamos entrar gratis al cine cada domingo, aunque tuviéramos que esperar a que el “hermano Mota”, el portero, nos permitiera entrar, a veces con la película empezada. Eso me hacía sufrir.

La primera película que vi en mi vida fue “Los diez mandamientos”. Quedé fascinada para el resto de mi vida, aunque en aquella ocasión no terminamos de verla. Mi hermana y yo salimos del cine cogidas de la mano, corriendo despavoridas y llorando amargamente, porque el cine se estaba quemando y la gente seguía tan tranquila sentada en sus asientos. Así se lo explicamos a nuestra madre, que se partía de risa. Era nuestra primera película, no teníamos televisión, había cosas más importantes que comprar que una tele, como libros y uniformes del colegio. Todo lo que apareció en pantalla nos pareció perfectamente real.

Supe desde entonces, que por suerte o por desgracia, por mi capacidad de abstracción y de colarme dentro de la peli, era capaz de percibir los olores, de saborear la comida, el roce de los vestidos de seda o de arpillera en mi piel, sentir el dolor. Y el placer. Para mí el cine, es mucho más que ver.

Así que, mi primera película favorita es:

1) LOS DIEZ MANDAMIENTOS

La he visto después, ¿cuántas, mil veces? y me siguen impactando sus inexplicables efectos especiales, como cuando el cayado de Moisés se convierte en serpiente, el agua en sangre, el mar se parte en dos…la crueldad de la muerte de los niños, la imagen del hijo del faraón muerto sobre la efigie del dios Anubis…Despertó en mí tantas emociones, que no bastarían seis novelas para describirlas. Esas emociones se han prolongado en el tiempo, llegando hasta aquí. Quizá sean las culpables de mi pasión por escribir historias. Y poesía. Esa película, ese Moisés, Charlton Heston tan guapo, tan bueno, tan solidario y concienciado. El faraón que me parecía enigmático, guapísimo y cruel, Yul Brynner, esos trajes fastuosos y los decorados…Me volví loca de cine, de narrativa, de pasión por las historias reales o inventadas…Indescriptible. Amo el cine desde entonces. Incondicionalmente.

2) LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ

Otro impacto. En la anterior, aún no, pero en esta ya pensé que ese guion hubiera querido escribirlo yo, que hubiera querido ser Scarlett O’Hara (durante mucho tiempo dije que mi hija, en caso de tenerla, se llamaría así. No la tuve. Fue niño y no le llamé Rhett Butler. Con Rhett solo quería casarme). Ahora soy todo lo contrario de Scarlett, por desgracia. Entiéndase en toda la amplitud de su concepto. Me parezco mucho más a Melania la buenísima. Si hubiera podido elegir, eso no me pasaría. Pero por Dios que jamás me hubiera casado con Ashley. Qué soso. Donde esté Rhett, que se quiten todos los Ashley. Aún le amo. Para mi próxima reencarnación, quiero ser Scarlett O´Hara. Ya rectificaría yo alguna cosilla de su conducta, pero poco. No olvidaré nunca su traje-cortina que hubiera querido heredar y ponerme. Fastuoso.

3) MEMORIAS DE ÁFRICA

Meryl Streep es una de mis actrices favoritas. Me parece bellísima. Todas sus películas me gustan, porque está ella, lo demás casi da igual. Evoco cuando quiero, la escena del lavado de su cabello con Robert Redford como peluquero. Me parece una de las escenas más eróticas del cine, no sé si lo expreso bien, es tan dulce que aún sigo queriendo que alguien me lave el pelo así. A ser posible, en África. Adoro el acento que Meryl consiguió para esa película. La dulzura de su voz desgranando historias, puede servir de bálsamo para las penas de amor. Para todas las penas, en realidad. Una mujer excepcional para un personaje excepcional.

4) VOLVER

En esa película faltaba yo. No sé cómo a Pedro se le ocurrió rodarla sin mí. Es que son las mujeres que soy yo, las que me criaron, las que viví. Fíjate que tiene cosas extraordinarias la película: Esa fotografía del cementerio, esas casas y su decoración tan real, esos dramas ocultos de los pueblos. Hay una frase entre todos sus lúcidos diálogos que hace la película tan manchega, que arrebata: “Aquí huele a pedo de mamá”, con ese gesto magistral de Penélope. En un principio, no me gustó que fuera ella la protagonista de una película tan de pueblo manchego. Pero cuando la vi… ¡Chapeau! Nada se le resiste a esta excelente actriz. Grandiosa Agustina o Blanca Portillo, grandiosa la hermana de Penélope o Lola Dueñas, grandiosa la madre de ambas, Carmen Maura, Yohana Cobo y Chus Lampreave. ¡Qué mujeres! Mujeres.

5) LA VIDA ES BELLA

Si por lo que sea has dejado de hacerlo, vuelves a creer en el ser humano al ver esta película. Un ser humano que surge como una flor en el estercolero, que perfuma la sala del cine y llena de sonrisas y de lágrimas toda la platea. Que te hace comprender la dimensión de la ternura. Y de cuánto puede hacer por ti, hacer cosas por los demás. El valor de la vida y de la alegría. El humor y el amor en las condiciones más extremas. El amor de un padre. De un hombre por su mujer.

… ¡Buenos días, princesa! ¡He soñado toda la noche contigo!...

6) INTOCABLE

François Cluzet y Omar Sy, como protagonistas, arrasaron internacionalmente en este film. A mí me da qué pensar cuando estas películas triunfan así, sorprendiendo incluso a sus propios creadores. Es que me encantan estas historias. Asertividad, empatía, dar oportunidades, no creerse por encima el uno ni por debajo el otro, de los demás. Que las personas se quieran, sin importar mucho más, sin importar de dónde vienen, ni lo que quieren mientras van. Los dos protagonistas fueron para mí un descubrimiento de talento interpretativo. Pongo mucha atención a lo van haciendo después, porque me agrada mucho verlos. Si, lo confieso, en lo que sea que hagan. Si a la gente le gusta tanto una película como esta, ¿No será que en realidad queremos ser así nosotros también?

7) TRUMAN

Pues vale, no tengo remedio. Nuevamente me impacta esa exigencia tácita y lógica en la amistad, ese dar por descontado que un amigo te ayudará de todas las formas posibles en los peores momentos y ese amigo que ayuda despojándose de todo lo necesario porque el otro lo necesita. Impacta también porque el tema de la preparación para la muerte no entra en nuestros cálculos cuando debería formar parte del primer guion de nuestras vidas, como cualquier otra etapa y programar su secuencia, con la misma naturalidad que se prepara una boda. Ya llegará, porque está legalmente regulado en la Ley de Autonomía del paciente y otras leyes autonómicas que la desarrollan. Y se avanzará más aún en esta regulación, para que, llegado el momento, cada cual prepare su testamento vital y haga de su final un capítulo entre divertido y placentero.

8) LOS PUENTES DE MADISON

O el tiempo pasa. Y uno se cree que la vida es esa cosa que discurre cadenciosamente ante nuestras narices, deslizándose como aceite por una pendiente, que ya no hay nada más que esperar de aquella cosa que se llamaba amor. Que el resumen de la protagonista, mi Meryl Streep, de una unión sin emoción es: “Mi marido es muy limpio” y cree que eso será suficiente para toda la vida que le queda. Otros ojos la ven como es, y se abre el mundo de par en par. Pero ella, renuncia, se baja del coche que había de llevarla a la vida. Renuncia. Renuncia es esa palabra tan familiar. Renuncia a su vida, por otras vidas. Nunca se preguntará si compensó. Se renuncia y ya está. ¿Cómo olvidar a Clint Estwod, ese hombre trotamundos y experimentado que se enamora para siempre de una sencilla ama de casa? Es un fotógrafo. Sabe discernir qué es la belleza y dónde está. Inolvidable. Hace pensar y soñar como pocas.

9) LEYENDAS DE PASIÓN

Es esta película un concierto donde los instrumentos musicales se convierten en personajes. Sin alguno de ellos, quizá no fuera posible esa sinfonía magistral. Como casi todas las que menciono aquí (Y muchas más que no caben, porque me han dicho que 10 en total), hay que verla más de una vez y escuchar sus diálogos con tanta atención, que hasta duelan los oídos. Todos los sentimientos y emociones están aquí. Todos los reproches. Todos los perdones. Una guerra, un padre, una mujer, son excusas suficientes para atravesar como una flecha la vida, cualquier vida en realidad. Porque todas tienen algo de este torrente de pasiones indomables, aunque algunos nos empeñemos en domesticar los estremecimientos que, por la maldad o la bondad de la vida, experimentamos.

10) JENNIE

Para el final, una reciente para mis ojos, pero la más antigua de todas las que menciono. Es de 1948, dirigida por William Dieterle. Jennifer Jones, es la soñadora inocente, sin malicia ninguna y Joseph Cotten, es Eben, un hombre dispuesto de verdad a llevar a cabo la expresión “contigo al fin del mundo”, aunque se pierda o tal vez sea mejor decir, se encuentre así mismo, en el camino de un viaje a su interior, conducido por un sueño de mujer…

Me pareció como un poema, que yo, como poeta (O aspirante, a poeta siempre se aspira sin que estés nunca convencida de que lo eres en realidad), quisiera escribir. El amor sin fisuras, sin preguntas, al que solo le basta la presencia de la amada, incluso la ausencia es suficiente para llenar su vida de luz.

No quiero dejar de mencionar los paisajes increíbles y la música, bandas sonoras, de todas ellas y hacer mi pequeño homenaje a ese maridaje, que se dice ahora, para resaltar lo mejor de la comida y su vino acompañante. Si cierras los ojos para evocar imágenes maravillosas, estas, aparecerán con esas melodías tan inolvidables como las propias películas.

He obviado fechas porque las buenas películas son atemporales y lo mismo pueden ser de hace un siglo que, de anteayer, y también he obviado los nombres porque me parecen muy importantes los directores y protagonistas, pero también todas las demás personas que, en la sombra, o con papeles menos rutilantes, hacen posible que las veamos así como las vemos, maravillosas.

Las buenas películas, como los buenos libros, hacen que la vida sea mejor, que sea más vida, porque vivimos muchas historias que, de algún modo, hacemos nuestras.