viernes, 26 de abril

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Sociedad

Guadalmez ¡Ven y chufletea!

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Por Carlos Mora.- Aquellos que han visitado Guadalmez, resaltan que es, ante todo, un pueblo hospitalario y alegre, un pueblo que sabe exprimir lo que verdaderamente importa en esta vida, el buen vivir, el buen comer y el buen convivir.

Guadalmez ha estado durante siglos aislado en su valle, sin apenas interactuar con el resto del mundo, pero ahora quiere abrirse a él, conocer gente y disfrutar de su trato, porque  Guadalmez es un pueblo afable y muy acogedor.

¿Y qué es lo que Guadalmez ofrece al visitante? Aparte de su amabilidad, este pueblo nos regala unos paisajes impresionantes con una naturaleza bien conservada y una fauna autóctona muy interesante, que tiene a la cigüeña negra como su principal atractivo. Porque Guadalmez es mucho más que su afamado "Guarrillo frito", que es pecado no probar, o que su "Morcilla de Matanza" y sus quesos de leche cruda de oveja. Guadalmez es un tesoro de la Madre Naturaleza, un "Valle Mágico" con multitud de rincones escondidos, aún por descubrir. Y tú estás invitado a ello.

Caminar por la Sierra de Guadalmez, es reencontrarse con imágenes del pasado, entre viejas minas de plata y plomo, casillas de campo y bosques de alcornocales, regados por multitud de arroyos de agua cristalina. Aquí podemos disfrutar del baile saltarín del agua en La Chorrera de Santiago de la Nava, o de su placidez y sosiego en el Pantano de Doña Justa. También la Sierra esconde los viejos túneles mineros, donde se esconden los mitológicos Morgos, unos duendecillos obsesionados con los metales preciosos. Las "Casillas de la Sierra", levantadas en lo alto de las lomas, para poderse comunicar visualmente entre ellas, aún rememoran los difíciles tiempos de la postguerra, porque esta fue tierra de makis. Todo un paisaje, que es en sí mismo un espectáculo único.

Y si el visitante quiere continuar conociendo más afondo Guadalmez, debe patearse también su valle, un valle donde hoy día se asienta la Huerta de Guadalmez, regada por el río, y donde se producen las mejores verduras, frutas y hortalizas de nuestra provincia.  Parajes como la Tabla del Molino, el Pantano de Mendoza, la Isla de los Galápagos o Los Pozos Blancos, todos a orillas del río Guadalmez, son algunos de los lugares de interés que jalonan el valle, así como la finca comunal de "Los Quintos", donde podemos ejercitar el don de la ubicuidad, pues en el Collado de los Tres Mojones, uno está pisando al mismo tiempo Castilla La Mancha, Andalucía y Extremadura, o lo que es lo mismo, Ciudad Real, Córdoba y Badajoz. Allí, un monolito de piedra, con los escudos municipales en cerámica de El Viso (Córdoba), Capilla (Badajoz) y Guadalmez (Ciudad Real) lo atestigua.

Pero si aún no es suficiente con su patrimonio natural y gastronómico, hablemos de sus tradiciones y fiestas, como El Arco de los Quintos, fiesta que se celebra cada Semana Santa, y donde los mozos levanta un arco de madera, forrado de hiniesta, que la quinta entrante debe derribar. Las Cruces de Mayo, con sus floridos monumentos y la romería de San Isidro, en la Ermita del Santo, que es una de las más concurridas de la comarca, a mediados de mayo o el tradicional rodeo en las fiestas septembrinas en honor al Cristo.

Tanta es la belleza natural, que el hombre no ha osado, a lo largo de los siglos, competir con ella, levantando palacios, iglesias u otros ingenios de la arquitectura, aunque es destacable su parroquia de San Sebastián, templo de estilo renacentista, cuyos orígenes se remontan al siglo XV, o algunos ejemplos de arquitectura tradicional, donde el ladrillo, la piedra y la cal, son los protagonistas, así como sus curiosas chimeneas troncopiramidales.

Resumir en pocas palabras todo un mundo de sensaciones, como es el Valle de Guadalmez, es una ardua tarea, por eso, lo mejor es que vengas y lo descubras por tí mismo. Guadalmez, ¡ven y chufletea!, o ven y presume, que es lo que significa chufletear en nuestro pueblo. ¡Buen provecho!