martes, 23 de abril

Ciudad Real

Visita nuestra página en Facebook Síguenos en Twitter Síguenos en Instagram Síguenos en YouTube
Buscar
Logotipo de Ciudad Real Digital

Opinión

Pero tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha

Artículo de opinión de Emilio Nieto López, Primer Decano de la Facultad de Educación UCLM

Imprimir noticia

Prosigue el profeta Mateo, por eso cuando des limosna no toques trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en la sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres. En verdad os digo que ya han recibido su recompensa. La caridad bien entendida pasa por lo más interno de uno mismo que siente en lo más profundo de su corazón las miserias ajenas como si fueran propias.

En estos días, y casi en muchos días de muchos años, estamos viendo como miles de seres humanos se juegan la vida contra las olas de mar y contra el juego diabólico de las mafias que dominan sus vidas prometiendo el paraíso terrenal, allá más lejos de sus fronteras, engañándoles con dádivas y haciendo de la miseria negocio. África está aquí. Muy cerca de Europa, tocando los timbres de nuestros corazones y retomando con voces sin oídos, gritos de dolor y de desesperación. Perseguidos, torturados, maltratados, ultrajados recorren las frías y cálidas, al mismo tiempo arenas de los desiertos, para acercarse a la playa de las promesas donde la cruda realidad de la venta de corazones se realiza a plena luz del sol.

Europa lleva más de un siglo discutiendo su futuro en los consejos europeos en las cancillerías de los gobiernos, en los consejos de ministros, en la calles sin gentes que quieran escuchar los llantos de los niños que todos los días, a cada minuto, en cada segundo, mueren de hambre y de sed en las grandes extensiones del continente africano. Pero ese dolor, ese llanto aún no ha llegado a penetrar en los corazones preocupados por ganar más y más, poseer, poseer, almacenar, engordar y tirar de muchos hombres y mujeres cuyo objetivo en la vida pasa solamente por su metro de sentimiento, a su alrededor.

Solamente con lo que tiramos en Europa a los vertederos se podría apaciguar miles de estómagos vacíos y que morirán sin haber podido sentir una vez tan sólo una vez, la paz y la tranquilidad de estar saciados. Europa se ha convertido en el paraíso terrenal para miles y miles de africanos que son capaces de vender lo poco que tienen para entregarlo a las sanguijuelas de los traficantes que les proporcionan un puesto en una patera hecha de madera, de goma o de materiales, incapaces de poder luchar contra las olas de tal manera que muchas de ellas sucumben ante las adversidades del mar.

El año 2006 llegaron a nuestras costas más de 39.180 inmigrantes o como dicen ahora migrantes, procedentes del norte de África. Esta cifra fue descendiendo paulatinamente hasta llegar en el año 2016 en el que cruzaron el estrecho unos 12.000 inmigrantes. Pero este número de inmigrantes se multiplicó por dos en el año pasado ya que fueron atendidos, en los puertos españoles, más de 22.000 inmigrantes. La inmigración sigue creciendo y para el año 2018 es muy posible, según nos indica la Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía, que lleguen a nuestro país más de 40.000 migrantes procedentes de África.

Si comparamos estos datos con el rescate hecho por el gobierno, de los 630 migrantes del barco Aquarius tripulado por la ONG francesa S0S Mediterranée que previamente había pedido asilo para desembarcar en algún puerto italiano o francés y éstos se lo habían denegado, es evidente que estamos hablando de un porcentaje mucho menor. Es verdad o al menos así lo parece que esta reacción del gobierno socialista ha tenido un impacto muy diverso en las cancillerías europeas de tal manera que algunas han reaccionado positivamente pero otras como la italiana, polaca, alemana o inglesa han considerado la labor humanitaria como un despropósito para la política de inmigración de la UE porque se ha realizado sin ninguna consulta y posiblemente con un propósito electoralista que puede muy bien considerarse como un efecto de llamada a todos los inmigrantes subsaharianos.

Nadie puede poner en dudas que las vidas humanas tienen un valor superior y que todos, gobierno, oposición, en este tema deben estar de acuerdo y deberían haber sido consultados para llevarla a cabo como una acción del gobierno apoyada por todos. Pero esto no ha sido así y este gobierno, no salido de las urnas, ha creído muy conveniente para su política de gestos, aunque éstos sean de signo humanitario, acoger a los 630 migrantes y trasladarlos al puerto de Valencia eso sí con toda la parafernalia que el hecho requería y como si realmente se tratara de un reality show. El objetivo humanitario se ha convertido en un objetivo de publicidad de tal manera que por doquier todos los medios de comunicación, tanto de noche como de día, han estado radiando la travesía del Mediterráneo como si fuera la primera vez que este mar se descubre.

Todos estamos de acuerdo, hasta el Papa, que las vidas humanas son lo primero y que todos debemos ser sensibles ante esta gran tragedia que se libra diariamente en las aguas del Mare Nostrum pero de todas porque todas deben ser iguales. De ninguna manera podemos emplear todos nuestros caudales públicos en salvar a 630 personas y dejar que muchos miles se apañen como puedan porque de ellas no se puede publicitar nada salvo que alguno ha perdido la vida. A este proceder el evangelista Mateo le llama hipocresía. La generosidad con los que sufren debe ser íntima y debe formar parte de la esencia de cada persona y nunca debería ser aireada porque quien así obra ya ha recibido su recompensa.

Por activa y por pasiva llevamos más de quince días hablando de una parte de los inmigrantes como si éstos fueran más importantes que los miles que llegan a nuestras costas procedentes de África Subsahariana y esto ocurre porque es muy fácil hablar y seguir hablando de lo buenísimos que somos ante el mundo y publicitar este hecho humanitario como un gran logro político humanitario. ¿Alguien sabe dónde termina lo humanitario y donde comienza lo político? ¿Algún día sabremos el coste total de esta operación realizada con total improvisación como dice Ribera? Es evidente que este proceder de echar las campanas al vuelo cuando se trata de salvar vidas humanas no debería tener ninguna recompensa política porque se hace con dinero público de todos los contribuyentes y porque hacer el bien debe hacerse desde el silencio y desde el compromiso personal.

Europa ha fallado en esta ocasión como en otras muchas y debe hacerse un gran pacto, pero que se pueda cumplir, para que los inmigrantes puedan hacer su vida en su país y no obligarles a deambular de un lugar hacia el otro creyendo que hay un mundo mejor donde sus vidas se van a desarrollar de una forma idílica. España no es un paraíso porque hay muchas personas que lo están pasando mal, porque no tienen trabajo, porque las ayudas solamente cubren parte de sus necesidades, porque tenemos a muchos hermanos nuestros hispanoamericanos que si no encuentran trabajo les vamos expulsar de nuestro país. Lo he dicho muchas veces, hay que dar para que crear riqueza en los países de origen de la inmigración. Invertir en África para que los inmigrantes puedan desarrollar su vida en su país. Invertir en Hispanoamérica porque es parte de nuestra querida patria. No me des agua porque tengo sed, hazme un pozo y yo sacaré el agua con mi trabajo.

Nada de cupos, nada de políticas nacionales independientes contra o a favor de la inmigración, se requiere un esfuerzo común de toda Europa para invertir en África. Como dice el ministro de Exteriores Sr. Borrel, la traída del Equalius ha sido una decisión personal y directa del presidente y debe ser una solución excepcional no una solución perenne. Pero debe haber una respuesta Común y Coordinada de la Unión Europea a la llegada de inmigrantes. A esto es sencillamente a lo que aspiramos, bien están los hechos humanitarios serios y rigurosos pero sin tanta parafernalia política. Lo importante es la ayuda al que lo necesita pero realizada de una forma callada y sin tambores. La inmigración no puede ser una política improvisada y de gestos sino de acciones comunes.