Opinión
09/09/2025
En Ciudad Real estamos asistiendo a un patrón demasiado repetido: los grandes proyectos públicos se presentan con presupuestos modestos y acaban disparándose a cifras millonarias, sin que los ciudadanos lo hayamos demandado ni se nos dé una explicación clara.
Los políticos juegan con el dinero de todos como si fuese propio. Toman decisiones pensando en la foto del día de la inauguración, no en las consecuencias que esas inversiones tendrán dentro de 5 o 10 años. El impacto real sobre la ciudad se ignora porque lo que de verdad les importa es la imagen inmediata.
Deciden sin estudios económicos ni sociales serios, a golpe de ocurrencia, presión de grupos minoritarios o intereses de empresarios que viven de los contratos públicos y de su cercanía con los gobernantes.
La Ciudad Administrativa: un error con consecuencias
El caso del antiguo Hospital del Carmen, reconvertido en Ciudad Administrativa, es paradigmático. Lo que se presentó en 2021 como una actuación de 25 millones de euros ya va por 35 millones y con partidas adicionales en los presupuestos regionales.
¿Para qué? Para sacar del centro de la ciudad a casi mil funcionarios que hoy llenan de vida nuestras calles, bares y comercios.
El traslado dejará vacíos los actuales edificios donde trabajan —creando nuevos fantasmas urbanos en diferentes barrios— mientras se concentra la actividad en un único punto alejado del centro.
El resultado será doble:
• Pérdida de clientela para el pequeño comercio y la hostelería del corazón de Ciudad Real.
• Deterioro urbano en los barrios donde quedarán abandonados esos edificios.
Un proyecto millonario que, en lugar de generar dinamismo, amenaza con restar vitalidad a la ciudad.
La pasarela Miguelturra–Ciudad Real: de la necesidad a la desmesura
Otro ejemplo lo tenemos en la pasarela peatonal y ciclista sobre la A-43.
Se vendió en 2022 como una inversión de 3,8 millones de euros. Tres años después, la factura supera ya los 7,3 millones.
La comparación con otras infraestructuras similares en España resulta sangrante: existen pasarelas sobre autovías construidas por menos de la mitad de este coste. ¿Por qué aquí se ha duplicado la inversión?
El patrón se repite
Estas obras no responden a una demanda real de la ciudadanía, sino a la lógica del escaparate político:
• Sobrecostes injustificados.
• Escasa demanda social.
• Efectos negativos sobre el tejido urbano y económico.
Son actuaciones pensadas para la propaganda, no para mejorar la vida de los vecinos. Y mientras tanto, las verdaderas necesidades de la ciudad —mejora del transporte público, limpieza, seguridad, servicios básicos— siguen esperando.
No se trata de estar contra la inversión pública. Se trata de exigir que el dinero de todos no se malgaste en proyectos faraónicos que nacen de la ocurrencia de unos pocos, de la presión de grupos muy concretos o de empresarios que han hecho del dinero público su negocio.
El resultado es siempre el mismo: una Ciudad Real más pobre, más vacía y deteriorada.
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