Islam

03/04/2023

Recuerdo en Museo de los Atardeceres (inicio de Ramadán)

Diego Omar Martín de Pozuelo.- La luna ya apareció, este año por primera vez fui a intentar verla junto a Abdel Rab y Ahmed, dos musulmanes con mucha historia, argentino “puertollanizado” el primero, puertollanero como yo Ahmed. Fuimos a Almodóvar del Campo a verla, al “Museo de los atardeceres” junto a la Ermita de la Santa. Todo el cielo estaba claro menos las nubes que ocultaban la posición donde debería estar nuestra luna…

  • ¡Ahí la veo!, exclamó Abdel Rab excitado.
  • ¿Dónde?, respondimos Ahmed y yo
  • Mirar allí en ese hueco entre las nubes, allí se aprecia un poco, no toda… ¡si, si, yo la veo!

Nosotros no la veíamos…

  • ¿No serán tus ganas de verla?, le decíamos…
  • Puede ser, pero yo diría que está ahí.

Pasado un rato, pudimos todos ver un hilo fino entre las nubes de poco más de un cuarto de luna, y nos abrazamos y nos felicitamos el inicio del mes de Ramadán. Después empezaron a llegar a los móviles los mensajes de las diferentes comunidades del inicio del bendito mes.

Me esperaba una luna brillante, inmensa… era mi primera vez que iba a buscarla, no sabía qué tenía que ver con exactitud, y me encontré apenas un hilo, normal, es una luna nueva. La luna nueva da comienzo de un nuevo Ramadán.

“El mes de Ramadán se hizo descender el Corán, dirección para los hombres y pruebas claras de la Guía y del Discernimiento; así pues, quien de vosotros vea el mes, que ayune; /…/ pero quiere que completéis el número (de días) y que proclaméis la grandeza de Al-láh por haberos guiado. ¡Ojalá seáis agradecidos!” (Corán, sura de La Vaca, aleya 185)

Ya llevamos más de diez días de ayuno (sawm). Los primeros días fueron de acomodo, de cambiar los planes de nuestro cuerpo, de hacerle comprender que nuestra mente es quien domina, que nuestros instintos básicos los dominamos nosotros no el cuerpo fisiológico. Haciendo olvidar las limitaciones del hambre, la sed, la fatiga, el frío, el sueño… dirigiendo nuestra finitud hacia la grandeza de nuestro Creador, abriendo nuestra mente a la purificación.

En el ayuno descubres tu yo interior, la solidaridad con lo que te rodea, te elevas liberado. El Ayuno no es privarte de comer, beber, y de mantener relaciones sexuales, es evitar el insulto, hacer el bien al prójimo, es dar limosna, es no usar palabras vanas, es rezar algo más, recordar a Al-láh, reforzar lazos con otros, pedirle… Al-láh no tienen ninguna necesidad de que dejemos de comer o beber. “Él es que oye y el que ve” (Corán, sura de La Consulta, aleya 11)

El ayuno no es un acto, es intangible, es una experiencia. El ayuno no es abstenerse, no es sacrificarse, todo lo contrario ayuno es generosidad y con su esencia pertenece a Al-láh, pues Él mismo dijo: “El ayuno Me pertenece”. No hay más misterio.

El Islam le dio una nueva dimensión al ayuno

En este mes de Ramadán descendió el Corán en una cueva a nuestro Profeta (la paz y bendiciones con él). Los musulmanes no hemos inventado el ayuno, todos los profetas hacían retiros y ayunaban, Jesús, también ayunaba. El ayuno es la experiencia de acercarse a Al-lah y esperar una recompensa. Pero el Islam si dio una dimensión nueva al ayuno, le dio un sentido comunitario, la austeridad y soledad del antiguo ayuno dio paso a compartir la mesa y llenarla de alegría con los demás. Pero aún hay más, el Islam generó mayores vínculos familiares, donde los abuelos, los padres o tíos descubrían el misterio a sus nietos, hijos o sobrinos, donde toda la familia musulmana está bajo la tutela de Al-láh.

Todos los años invitamos a no musulmanes a romper el ayuno con nosotros algún día. Les decimos que no coman ni beban, si pueden: La mayoría cumple desde su desayuno, alguno dice, “tuve que beber un poco de agua”, lo que significa que no es una carga insufrible como muchos piensan.

Dijo el Profeta Muhammad (la paz y bendiciones con él):“Cuando viene el mes de Ramadán se abren las puertas del Paraíso y se cierran las puertas del Infierno y se le encadenan las manos al diablo.” Todos sabemos que nuestras almas serán juzgadas por nuestras acciones, y en este mes de Ramadán podremos añadir más peso a nuestra balanza de buenas acciones para entrar en el Paraíso; y el mal que hagamos será cien por cien nuestro no pudiendo echarle la culpa a los indeseados satanes.

El Profeta Muhammad (la paz y bendiciones con él) también habló de este sagrado mes, y pronunció una jutba (sermón) el último día de shaaban (anterior mes a Ramadán), diciendo: “Se acerca a vosotros un mes bendito, un mes que contiene una noche que es mejor que mil meses. Allah ha establecido la observancia del ayuno durante ese mes, como una práctica obligatoria, y pasar sus noches en oración como una práctica voluntaria. Si alguien se aproxima a Allah durante este mes con alguna buena acción, será como aquel que cumple con una obligación durante otro mes, y quien cumple con una obligación durante Ramadán será como aquel que cumple otras sesenta obligaciones en cualquier otro mes. Ramadán es el mes de la paciencia, y la recompensa de la paciencia es el Paraíso. Es el mes para visitar a los pobres, a los enfermos y a los necesitados, y de compartir sus penas. Es el mes en que el alimento, el sustento y los ingresos del musulmán creyente se incrementan y son benditos... Si alguien da a quien ha estado ayunando algo con lo que romper su ayuno, conseguirá el perdón de sus acciones equivocadas y se salvará del fuego y tendrá una recompensa similar a la del que ayuna, sin que la recompensa de éste disminuya en lo más mínimo...Allah da esta recompensa a cualquiera que dé a quien ha estado ayunando leche mezclada con agua o un dátil o un sorbo de agua con el que romper su ayuno. Y a quien da una comida completa al que ha ayunado, Allah le dará una bebida y no tendrá sed hasta que entre en el yánna. Es un mes cuyo comienzo es Misericordia, cuya mitad es Perdón y cuyo fin es la liberación del fuego.”

Este Ramadán lo siento distinto, ¡Gracias a Dios!, espero cada día esa luna que se va llenando para que incremente nuestro iman y limpie nuestros corazones. La luna se va llenando, y pido a Al-láh que nos perdone, y un día nos junte con nuestros antepasados y nuestros padres e hijos. La luna se va llenando pido que la misericordia de Dios se transforme en perdón y al final de los días nos libere del fuego. La luna se va llenando, mis hijos van creciendo… y cuando cumpla el mes echaré de menos ese hilo entre las nubes del Museo de los Atardeceres.

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