21/03/2018
-Me entero hace un par de días que este martes por la noche La Sexta ha programado BLUE JASMIN (BLUE JASMINE de Woody Allen. Puesto que a esa hora coincide con la VERSIÓN UCLM en el Parque de Ocio Las Vías, decido volver a revisarla de madrugada. Recupero la crítica que escribiera sobre la misma con motivo de su estreno el 20 de noviembre de 2013. Parece que fue ayer, pero ha dado tiempo a que lloviera, sobre todo en este último mes:
Desde MATCH POINT en 2005, el genial cineasta neoyorquino Woody Allen solo me ha regalado dos obras dignas de su talento, MIDNIGHT IN PARIS (MEDIANOCHE EN PARÍS) y ésta, BLUE JASMINE. El resto, aceptable, no han rebasado una cierta solvencia y corrección sin más, o bien han constituido considerables decepciones, como VICKI, CRISTINA, BARCELONA o A ROMA, CON AMOR.
El caso es que, tras su periplo europeo, en la vuelta a su país natal, y a San Francisco en particular, un lugar al que no había acudido desde sus orígenes en TOMA EL DINERO Y CORRE, el tipo bajito de Brooklyn ha vuelto a recuperar el pulso, el nervio y el talento que ha destilado en un gran número de ocasiones.
Y lo ha hecho con una comedia dramática, con menos humor de lo que suele ser habitual en él, muy amarga y ofreciendo una visión bastante pesimista y desoladora del ser humano y de la sociedad actual. Para ello, ha llevado a cabo una variación del célebre UN TRANVÍA LLAMADO DESEO del sureño Tennessee Williams. Con el matiz de que el vértice masculino del triángulo no parece mostrar mucha predisposición hacia Blanche Du Bois/Blanchett.
También puede ser contemplada como un réquiem del cuento de hadas capitalista. Se puede abordar desde diversas y enriquecedoras perspectivas. Otra de ellas, la de constituir una peculiar reflexión sobre el fracaso. Pues deduzco que, para Allen, que se suele considerar por sistema un perdedor, ante una situación como la que atravesamos en la actualidad, puede entender mejor a la protagonista, e incluso acabar entendiendo su descenso más complacientemente que aquél que su falso y engañoso éxito, por no hablar de la pareja que forma su hermana. Al respecto bien podría ser interpretado este trabajo como un más que curioso cuento moral: el del triunfo de la gente corriente sobre la más artificial y sofisticada.
Pero en esta ocasión, bueno y en la de todas aquellas películas en las que siempre interviene, quisiera destacarles el nombre propio de una fabulosa profesional, el de la australiana Cate Blanchett, probablemente mi actriz favorita en la actualidad. Está inconmensurable, conmueve y enamora. Y, sobre todo, se muestra imponente físicamente. No me refiero a esa belleza madurita de la que está recubierta, sino al porte, a la distinción y sofisticación que despliega. Además, es una de las intérpretes cinematográficas que mejor maneja y domina los espacios.
La verdad es que tras su última incursión romana me he vuelto a reconciliar con Allen. Su puesta en escena es deslumbrante dentro de su sencillez. Apoyado en una fotografía de gran nitidez, reluciente del español Javier Aguirresarobe. A propósito de la misma, estoy pensando por ejemplo en esa mesa de color dorado alrededor de la que están sentados Blanchett, Baldwin y sus acomodados amigos de la alta sociedad.
Una selecta recopilación de jazz, como es siempre habitual en su filmografía, con esa peculiar versión de un BLUE MOON dándole la vuelta a su sentido original, irónica, reveladora del verdadero carácter de esta obra más abrupta de lo que pudiera parecer y nada condescendiente.
-Otro lleno apoteósico en la VERSIÓN UCLM. Esto continúa siendo una suma y sigue cada semana, un no parar y dejar de fluir espectadores. En esta ocasión ha sido GORRIÓN ROJO (RED SPARROW) la que ha contado con el beneplácito inicial con esas expectativas previas que parece ser no han sido defraudadas, al menos en lo referido a una buena parte de quienes me hacen llegar su opinión una vez finalizada la proyección:
Nada como verla sin prejuicios, sin grandes pretensiones ni expectativas, seguramente la podrán disfrutar más. Este es el tipo de cine que desechan una buena parte de mis colegas, que a tantos espectadores y a mí nos encanta y que acabará perdurando en el tiempo. Y si no, al ídem.
Está dirigida con elegancia y exquisitez por Francis Lawrence. No lo tenía fácil, pues tenía entre manos una historia de extrema dureza y de un tono erótico subido y en desuso hoy en día en la industria más “comercial” (es un término que no me gusta nada, pero que a veces, como es el caso, sirve para situarnos). Lo solventa con ejemplar profesionalidad.
Desconozco si los adoctrinamientos y adiestramientos de espías rusos mostrados están reflejados con absoluta fidelidad, pero a mí me parecen de lo más veraces. Soy así de maniqueo. Encima me alineo per se con los americanos, el colmo. Me encanta esa frase que suelta Jeremy Irons reivindicando la libertad individual de estos.
No puedo evitar recordar al mejor y más cualitativo director de películas de espías, Alfred Hitchcock. Sobre de qué manera sin piedad lo satanizaron en su momento por mostrar las maldades del comunismo del Este y el castrista en esas dos obras maestras tituladas CORTINA RASGADA y TOPAZ. Como si de un extremo, el más fascistoide, hubiera manga ancha como para que todo sea verídico, pero a este otro no pudiera tocársele so pena de llamarte las peores cosas. Pues chapeau para Mr. Hitchcock y para Mr. Lawrence. Careciendo de complejos y tratando de no perder en ningún momento el factor humano, conscientes de que en cualquier bando contendiente puede haber gente decente, que merece la pena, y pese a las extremas condiciones en las que se mueven quienes dedican su vida en concreto al espionaje.
Y me gusta muchísimo también el machacado, chantajeado y seguramente vejado en su niñez personaje encarnado magistralmente por Jennifer Lawrence, Dominika Egorova, capaz de mantener una admirable dignidad en condiciones límites. Qué bien que la pareja protagonista sea tan guapa, pues Joel Edgerton es también un recio mozo. Y es que llevamos unos años que hasta a los más guapos los afean. Ya está bien. Quiero desde esta sección llevar a cabo una reivindicación del glamour aun tratando los asuntos más áridos, de la gente guapa en pantalla, sin menoscabo de nadie.
Gran, estupenda película. Entretenidísima, perturbadora, magnífica. TODO Y TODA POR LA PATRIA tituló su crítica certeramente Oti Rodríguez Marchante… Dureza excepcional y erotismo sucio, perfecto resumen. Y añadiría… dignidad dentro de la mugre.
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