Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

27/09/2017

Martes, 26 de septiembre

-Continúan haciendo falta muchas risas para este tiempo tan convulso. Nada mejor que tirar de un clásico americano de la comedia no considerado entre los grandes pero que a mí siempre me proporciona un gran chute de alegría y placer cada vez que lo reviso, UN OPTIMISTA DE VACACIONES (MR. HOBBS TAKES A VACATION):

Su programación en Los Clásicos del Deicy constituyó en su momento un rotundo éxito y algunas carcajadas todavía retumban en mi memoria.

Recuerdo con especial felicidad y agradecimiento un pase de esta película en Televisión Española cuando quien esto escribe tenía 11 años. Cierto que remontarse a recuerdos tan lejanos pueden suponer un varapalo al volver al cabo del tiempo a su visionado. O no, pues en general el tiempo no ha hecho sino ratificarme en un alto porcentaje esos primeros placeres en celuloide de la niñez. Y es que remontarse a los mismos, es remontarse en mi caso a un mayoritario cine clásico norteamericano de cualquier época que considero continúa plenamente vigente.

Esta, UN OPTIMISTA DE VACACIONES, es una divertidísima comedia para todos los públicos de tono a la vez sentimental sin caer en la sobredosis azucarada, más bien todo lo contrario, resulta de lo más apropiada para visionar y “alertar” en épocas pre estivales.

Ambientada en la fecha de su producción, a comienzos de los 60, creo que las vicisitudes que muestra resultan plenamente vigentes, salvando obvios apuntes de moda y coyunturales. Pero la esencia es idéntica a lo que pueda pasar hoy. Las tribulaciones de un padre de familia de clase media que debe hacer frente a todo tipo de incomodidades cuando disfruta –es un decir en varios momentos- con los suyos de las tan anheladas vacaciones en la playa.

Constituye la demostración por enésima vez del descomunal talento de James Stewart, apto para cualquier tipo de registros, en esta ocasión primordialmente humorísticos. Este no solo sabía estar de lo más creíble y convincente con los más grandes –Ford, Hitchcock, Mann­- sino que cuando le tocaba lidiar con directores de menor envergadura aunque con considerable oficio y maneras, como el Henry Koster que aquí le cupo en suerte, el mismo que filmara la primera película en cinemascope de la historia –LA TÚNICA SAGRADA-, mostraba idénticas aptitudes y entrega.

El Festival de Berlín le premió en su momento con un más que merecido Oso de Plata al mejor intérprete masculino… y ya tiene mérito en un certamen de esta solemnidad, calado y pompa el reconocimiento por un papel de estas características, pues suele dar prioridad a lo estirado y lo –aplastantemente- dramático.

Y pese a que pueda parecer un papel menos relevante o de menor enjundia, vuelvo a insistir en la dificultad que supone tratar de hacer reír al espectador, cuestión que siempre me ha parecido mucho más complicada que la de provocar lágrimas. Y a fe que aquí lo consigue con creces. Ayudado por uno de esos repartos que hacen añorar tiempos pasados.

La temperamental, fordiana y fogosa Maureen O´Hara (EL HOMBRE TRANQUILO) es la encargada de lidiar como esposa y mater del clan. Menos rugiente que otras veces pero con el carácter y personalidad habituales en sus trabajos más descollantes es un contrapeso ideal para el maduro actor.

Entre la amplia caterva de hijos, cuñados y etcéteras, se encuentran el cantante de moda en la época Fabian, un ya viril John Saxon o unas relativamente adorables Lauri Peters, Natalie Trundy y Lili Gentle. No tienen desperdicio los roles de una más que sugerente Marie Wilson como esposa "reprimida" o la divertida empleada doméstica Brenda encarnada por Minerva Urecal.

Insisto, si mi memoria no me falla, recuerdos abundantes gags ingeniosos y de lo más divertidos. Las cañerías de la casa de la playa, Tolstoi, una excursión senderista o ese primer baile de una de las hijas, pueden ser perfectas excusas para dar rienda suelta a la diversión. 

Un tono refrescante, agudamente crítico sin resultar corrosivo, agradable  como la brisa marina, travieso, ágil en su resolución, bañan la película de principio a fin. Entra con la suavidad, el burbujeo y la ligereza de la mejor espuma. No va de nada y ofrece mucho, entretenimiento y diversión a granel. Creo que está bien reflejado lo torturante que puede resultar esa aparentemente liberadora desconexión de la rutina.

Entiendo que la sensación final, pese a que se impone la loa familiar pudiera resultar indistintamente de lo más agobiante o reivindicativa, pues al fin y al cabo, no deja de retratar la vida misma, con todos los pros y contras que pueda presentar cualquier situación.

Bien podría ser esta adaptación de una novela de Edward  Streeter (autor también del texto de la encantadoramente original EL PADRE DE LA NOVIA de Minnelli) el equivalente en cinemascope, color y modernidad de nuestra entrañable GRAN FAMILIA, reducida –por aquello de las latitudes y el tipo de sociedad- notablemente de miembros menudos.

Partitura del genial Henry Mancini.

Deliciosa.

-La proyección número 116 de VERSIÓN UCLM vuelve a ser un más que respetable éxito tanto por asistencia (130 espectadores, teniendo en cuenta sus tres semanas en cartel y el partido de Champions del Real Madrid me parece una gran cifra) y por receptividad. Me refiero a BARRY SEAL: EL TRAFICANTE (AMERICAN MADE):

Qué difícil se me ha hecho quedarme en la sala –teniendo en cuenta que ya la había visto, no en versión original subtitulada, lo cual es un puro gozo por ese lenguaje spanglish, esa mezcla de español e inglés- ante la tentación que suponía ese encuentro del equipo de mis amores contra el fiero Borussia Dortmund. Confieso que mi alocución que se juntan mis dos religiones favoritas, el fútbol/Real Madrid y el cine.

Apostilla:

El tono desenfadado que imprime el director Doug Liman (EL CASO BOURNE, AL FILO DEL MAÑANA) le sienta francamente bien a esta crónica picaresca e histórica.

Tom Cruise con esa pasmosa facilidad que tiene para transmitir ilusión y entusiasmo rodea de encanto a un tipo parece ser que resultaba mucho menos glamouroso en la realidad. Pero la crónica de los hechos, desde una perspectiva satírica y guasona, parece ser que se ajusta a hechos. Tampoco creo que nos pille de sorpresas a muchos, conspiparanaoias aparte.

Me gusta mucho en todos los sentidos Sarah Wright en el rol de su esposa, una rubia oxigenada típicamente norteamericana.

Su título original, AMERICAN MADE, es bastante revelador. Traducido viene a decir algo así como AMERICANO LOCO, o como GRINGO LOCO también se podría interpretar fácilmente.

Lo dije con motivo de su reciente estreno y lo vuelvo a reafirmar, este Barry Seal diríase que primo hermano del amoral Jordan Belfort de EL LOBO DE WALL STREET. Igualmente aquí se ofrece una secuencia si no a la altura del colocón de aquél en el citado título, digna de un apreciable respeto. Me refiero a ese aterrizaje forzoso en la que Seal sale del bimotor empapado literalmente en cocaína.

En el ambiente flotan cosas de la coetánea JUEGO DE ARMAS (hagan todo lo posible por recuperarla si la desconocen, sale y muy guapa la española Ana de Armas, presente actualmente en la secuela de BLADE RUNNER 2049), producción estadounidense digna de muchísima más atención y crédito que el otorgado cuando se estrenó, en 2016. Y no ya solo porque compartan protagonistas picarescos que encarnan el ideal americano llevado a su cara B, la del exceso más descontrolado y degenerado, o el hecho de que comparta idéntico co protagonista –Jonah Hill- que la de de la citada EL LOBO…, sino por su ritmo frenético y por algunos de los registros empleados, entre la ironía y el sarcasmo.

Vuelve a constituir otra demostración palpable de la enorme e inagotable capacidad autocrítica y hasta irreverente del cine estadounidense. En España, desde unos parámetros más serios, por fin se ha comenzado a imitar estos modelos. Véase el caso de EL HOMBRE DE LAS MIL CARAS del siempre excelente Alberto Rodríguez (sigo considerando su ISLA MÍNIMA el mejor policíaco de la historia del cine español con EL CEBO de Ladislao Vajda).

Y ya ven, la realidad vuelve a superar a la más desbordante de las ficciones. Con una particularidad en este caso que me convierte a esta producción en aún más grata… no es nada moralizante.  

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