Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

21/01/2020

Lunes, 20 de enero

-Aprovecho para volver a echarle un vistazo a una película que viera una noche de comienzos de verano, casi solo, en una de las salas pequeñas del para mí imprescindible y en aquel momento recién echado a funcionar - finales de junio de 2003- Parque de Ocio Las Vías. Se trata de LA PELIGROSA VIDA DE LOS ALTAR BOYS (THE DANGEROUS LIVES OF ALTAR BOYS):

Una de las misiones sagradas de quienes ejercemos la crítica cinematográfica, de las más reconstituyentes y gratificantes también, es la de alertarles sobre aquellos títulos desconocidos o que en otras ocasiones han pasado injustamente inadvertidos. Tal es el caso de esta producción norteamericana de 2002 de Peter Care, que no obtuvo mucho eco cuando fue estrenada, pero que me parece conveniente recomendarles para que reparen en la misma.

Es un trabajo trufado de sensibilidad, sentido del humor y cierto tono evocador que consigue transmitir complicidad, algo a lo que contribuyen unos personajes bien definidos, cuyas debilidades en un período de transición de sus vidas están retratadas con afecto y comprensión. Tragedia y ligereza son registros que aquí se dan la mano para tratar asuntos de gran calado como la muerte, la sexualidad o la represión. Atención a una impagable Jodie Foster como una monja coja. Los insertos de viñeta al estilo comic también me parecen adecuados, originales, todo un acierto. También pueden reparar en Kieran Culkin, hermano del famoso Macaulay (e igualmente de Rory, mucho menos conocido), el de SOLO EN CASA. Ha sido Rye Gerhardt en la estupenda serie televisiva FARGO.

A título anecdótico, contarles que el poema sobre el tigre aquí expuesto, pertenece precisamente al poemario del romántico William Blake, CANCIONES DE INOCENCIA Y EXPERIENCIA, el mismo que Josh Rednor regala a la dulce Elizabeth Olsen en la estupenda AMOR Y LETRAS.

-Qué difícil es elegir la mejor película de un genio especializado en obra maestra tras obra maestra como lo fue el “del suspense”, Alfred Hitchcock. Sin duda, si se me permitiera ampliar la terna a cinco es posible que allí estuviera LOS PÁJAROS (THE BIRDS), aunque bien es cierto que según vuelvo a revisar su obra va oscilando mi preferencia, de lo que hay que colegir que su filmografía es sencillamente impresionante. Es el título elegido para presentar en Los Clásicos del Deicy este último lunes de enero:

Alfred Hitchock ya había conmocionado en 1961 a los espectadores de más de medio mundo con esa vuelta de tuerca que supuso, que supone, para el psycho killer la espeluznante y aterradora PSICOSIS. Transformó el género y al propio Séptimo Arte. Y no es ya solamente que obtuviera una obra maestra, sino que rompió moldes con la misma. Ello se explica bastante certeramente en la buena y reciente “biopic” sobre el maestro, interpretada muy adecuadamente por Anthony Hopkins.

Dos años después de aquélla, volvería a sacudir las plateas con una historia de lo más inquietante, que extraía literalmente aullidos del espectador, acerca de dulces y canoros animalitos que comenzaban a atacar inesperada y sorprendentemente, a los seres humanos.

Existen muchas interpretaciones freudianas, psicoanalíticas o sexuales, algo en lo que resultaría prolijo extenderse, sobre la aparición de su protagonista, una guapísima y elegante Tippi Hedren, en un entorno apacible y supuestamente controlado, comenzando por esa “dominadora” madre, a la que parece alterar con su desestabilizadora presencia.

Pero me centraré en lo más obvio, en ese inesperado desorden de la naturaleza, sin motivos aparentes, del que no se ofrecen explicaciones, algo que contribuye a generar una mayor desazón, sobre todo a quienes busquen una razón a lo que sucede. Esta premisa sería retomada sin tanta fortuna por numerosas cineastas, excepción hecha del Steven Spielberg de TIBURÓN, o si me remito a un ejemplo relativamente no muy lejano y atractivo, al M. Night Shyamalan de la desconsiderada por tantos y que a mí me gusta mucho EL INCIDENTE.

De nuevo el mago del suspense volvió a ejecutar un ejercicio de estilo de cautivadora y enorme fascinación visual, apasionante y revolucionario, utilizando para ello –por tercera vez, tras POSADA JAMAICA y REBECA- un muy buen material literario de Daphne Du Maurier.

El ataque de las aves a los niños, el otro devastador que efectúan en el pueblo o, el no violento pero más perturbador del posado paulatino de toda una bandada en un cable de la luz, son momentos que una vez vistos jamás he podido desalojarlos de mi memoria, ni creo que lo haga nunca, salvo que ésta acabe sufriendo deterioro. Todos ellos son puro y genuino CINE.

Además, ese entorno costero de Bahía Bodega, es una localización magnífica, que sirve como idílico contraste a lo que va surgiendo en pantalla.

De principio a fin, resulta un placer asistir a torrente tan continuo de ideas, hallazgos formales de todo tipo, apabullantes estados de ánimo, emociones primarias, creciente desasosiego… La demostración palpable de lo frágil que puede ser el estado de las cosas, las vidas, nuestras calmadas existencias…

La dosificación del suspense es impresionante, “in crescendo” hasta un clímax tremendo. Y ello desde un comienzo en una pajarería casi de comedia romántica, agradable, sentimental, hasta ese estallido final con un plano que no fue el inicialmente previsto por Hitch, pues había pensado en uno mucho más espectacular y costoso entrando en un Nueva York copado por los bichejos del título. Aun así, no deja de ser de lo más inquietante y amenazador.

Indispensable.

 

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