03/02/2016
-Un western setentero y sólido que emiten en AMC es objeto de mi atención. Lo descubrí en mi adolescencia, en una de esas inolvidables tardes sabatinas con la que nos obsequiaba Televisión Española a los buenos aficionados al Séptimo Arte. Su título, EN NOMBRE DE LA LEY:
Burt Lancaster, Robert Ryan, Lee J. Cobb, Robert Duvall, Sheree North, Joseph Wiseman, Albert Salmi, Richard Jordan… Una producción que reúne a estos intérpretes debiera gozar inicialmente de un considerable voto de confianza. Y la verdad es que no defrauda.
Bien podría haber caído en los molestos tics del spaghetti-western, pues hay un abuso del zoom típico del momento y de lo sanguinolento, pero la sensación final es bastante grata. Y es que no solo responde a los esquemas más típicos del género, sino que establece una serie de reflexiones sobre la aplicación de la ley que resultan francamente estimulantes.
Sin duda muestra una gran violencia, pero está bien administrada por su director Michael Winner, otro de esos concienzudos profesionales británicos, como el citado hace poco J. Lee Thompson, que fueron capaces de adaptarse perfectamente a las condiciones y exigencias de la industria hollywoodense. Fue el inicial y continuador responsable de la saga del justiciero encarnando por Charles Bronson, pero cuenta también en su filmografía con títulos policíacos tan sobresalientes como SCORPIO o FRÍAMENTE… SIN MOTIVOS PERSONALES.
Me resulta inevitabe que el final, de manera mucho más concisa, me evoque el de EL TERCER HOMBRE.
El "sheriff de viudas", ese implacable defensor de la ley, el Jered Maddox encarnado por Burt Lancaster forma ya parte de la iconografía de aquélla década… de tanta trascendencia para el cine estadounidense.
-13TV está proporcionando esta semana a los cinéfilos toda una fiesta de clásicos de la edad dorada hollywoodense del cine de aventuras. Programas dobles de mucha altura. No puedo ver el primero de este martes, el colorista y dinámico CARAVANA HACIA EL SUR, pero sí vuelvo a disfrutar de nuevo con el maravilloso EL TESORO DEL CÓNDOR DE ORO (1953):
Constituye un “remake” de otro a su vez clásico, este fechado once años antes y protagonizado por Tyrone Power con el título de EL HIJO DE LA FURIA.
Su director, Delmer Daves, es una de mis debilidades de siempre considero que nunca suficientemente reivindicado, el firmante de verdaderas perlas del western (EL TREN DE LAS 3,10, LA LEY DEL TALIÓN, COWBOY, JUBAL, TAMBORES DE GUERRA) o de otros grandes exponentes de diversos géneros, como DESTINO TOKIO, PARRISH, LA CASA ROJA, LA SENDA TENEBROSA o FIEBRE EN LA SANGRE.
Aquí nos regaló una briosa película de capa y espada, de ritmo muy fluido, generosa en lances y pasajes exóticos. En esta ocasión es Cornel Wilde el encargado de pechar con el papel de noble no reconocido que sufre todo un calvario para poder reclamar su herencia y posición. Está rodeado de bellezones como Constance Smith, una jovencita Anne Bancroft o la que fuera novia del primer King Kong, Fay Wray.
Despliega un colorido de lo más refulgente y un tono evocador que la emparenta con aquéllas novelas ilustradas de aventuras que muchos leíamos en nuestra niñez.
Una buena parte de esta producción Fox fue rodada en atractivas localizaciones naturales de Guatemala. Cuenta también con una envolvente banda sonora de Sol Kaplan, sobre todo en lo referido a las escenas que transcurren en la colonia española del momento en que transcurre la acción.
Verdaderamente deliciosa.
-Ya suponía que iba a contar con una abrumadora respuesta –lleno hasta la bandera, entradas agotadas veinte minutos antes, casi 300 asistentes- la propuesta de este Los Martes de VOS de la UCLM. Ni más ni menos que lo último de Tarantino, la salvaje LOS ODIOSOS OCHO (THE HATEFUL EIGHT):
La perseverancia suele tener premio. Tal vez hace tan sólo dos o tres años, casi nadie podía imaginar o creer que se pudiera llenar habitualmente una sala de cine en Ciudad Real, con capacidad para 300 0 400 espectadores, ofreciendo películas en versión original subtitulada. Yo siempre tenía fe en ello, sabía que era cuestión de que confiaran los empresarios del Parque de Ocio Las Vías, como así ha sido, y que lo pudiera patrocinar una institución de la envergadura de la Universidad de Castilla-La Mancha. Y era cuestión de esperar resultados.
Entre los JUEVES CINE y los CLÁSICOS DEL DEICY mi dicha no puede ser mayor. Son casi ocho años de éxitos ininterrumpidos. No puedo pedir más. Diría que casi me puedo ya cortar la coleta, pues es complicado que seamos fieles a las cosas, que iniciativas como estas duren en el tiempo sin sufrir merma alguna. Igual parece un tanto egocéntrico por mi parte, pero las 550 películas presentadas, prologadas en todos esos años, es mi legado a mi querida Ciudad Real. Por supuesto, esto no sería posible sin la respuesta, la receptividad de los aficionados de la capital. Mis gracias más sinceras y sentidas a todos los que hacen posible este pequeñito milagro.
Respecto a la película, me ratifico en la impresión causada cuando la vi en el estreno, aunque debo admitir que escuchada en su versión original subtitulada parece otra cosa, como en realidad sucede con cualquier otra a la que se respete su idioma original. Porque… ¿qué porcentaje de importancia le conceden a la voz de un actor?
Lástima que no hayan doblado las letras de las canciones, algo que por otra pare me parece ridículo e incomprensible. La final, la de los títulos de crédito, que interpreta el sensacional Roy Orbison, habla en su letra de los pocos combatientes confederados que volverán a casa y de cómo la guerra les ha cambiado.
Y es que una de las cualidades de Tarantino por la que puede que sea recordado, tanto en el presente como en el futuro, es por ser un retratista de la sociedad violenta de su país, en este caso de la del pasado, la de la pos Guerra de Secesión. Cierto que a veces en su manera de retratarla, acaba resultando un tanto desmesurado… por mucha ironía que le eche al asunto. Aquí esos excesos hemoglobínicos del final nada aportan y me acaban resultando fatigosos.
Como recalcitrante cinéfilo que es, me supone toda una diversión descubrir los apellidos o nombres que pone a sus criaturas, desde ese Mayor Marquis Warren, en homenaje al cineasta de serie B y paisano Charles Marquis Warren, o Mannix, como el popular detective televisivo setentero.
En cuanto a esos repartos corales tan sabrosos con los que suele obsequiar, un nombre en esta ocasión destacaría por encima de los demás, tal como sucediera con Christoph Walz en MALDITOS BASTARDOS. Se trata del actor sureño Walton Goggins, ese sureño renegado a punto de ser nombrado sheriff. De físico parecido a Jim Carrey, resulta un gustazo comprobar los cambios tonales de su voz. Investigando en Google descubro que nació en Alabama, se crió en Georgia –todo ello puro Sur de los USA- y que llegó a ser campeón estatal junto con su madre de algo tan insólito por estos lares como la competición de baile con zuecos. También llegó a obtener un Oscar en 2001 en calidad de productor del corto . Se declara seguidor del Partido Demócrata. Todo un personaje y un pedazo intérprete.
Sin parecerme redonda, la vuelvo a disfrutar, sus diálogos e imágenes echan chispas pero cae en una escatología a veces innecesaria, por mucho que las jóvenes y actuales plateas demanden esos momentos. Por el momento rara vez ha capturado del todo mi corazón Quentin Tarantino, pero he de reconocer que siempre me entretiene bastante y reconozco que sus puestas en escenas resultan brillantes, deslumbrantes, aunque chorreen tanta hemoglobina como con la que aquí salpica su “agathachristiana” trama.
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