Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

30/10/2018

Lunes, 29 de octubre

-Qué gran película es EN EL CORAZÓN DEL MAR y qué injustamente fue recibida por la crítica cuando se estrenó hace casi 4 años. Parece que es una constante con su excelente director, Ron Howard, reciente aún el ensañamiento con su spin off de STAR WARS, el estupendo HAN SOLO. En fin, en estos y otros casos me basta con que a mí me haga feliz cada vez que la contemplo(s):

Ríanse de TIBURÓN viendo en su salsa al cachalote inspirador del –con toda justicia- célebre MOBY DICK de Herman Melville. Estoy refiriéndome con ello a un perfecto ejemplo de formidables aventuras marítimas o marineras, como se prefiera denominar, llevadas a buen puerto, como el más avezado timonel, por mi admirado y no excesivamente pontificado –no hace concesiones a la galería cultureta e intelectualoide de mi gremio, igual ese es su pecado- Ron Howard. Desde sus primeros trabajos me confieso incondicional de su cine preferentemente artesanal más que autoral, aunque sería más preciso denominarlo profesional. Y eso que agradezco en grado sumo, como espectador todavía receptivo que me sigo considerando, de que me cuenten las cosas impecablemente, inclusive que me consigan sorprender, aunque el contenido de lo que me expongan no me suponga nada especialmente novedoso.

El brío, el vigor narrativo que vuelve a mostrar aquí es digno de admiración. Lo acompaña delegando en el talento de numerosos profesionales técnicos e interpretativos. En el primer apartado, ahí están la bellísima fotografía de Anthony Dod Montle, capturando el encanto portuario y marino de los relatos del siglo XIX. O la banda sonora, que convenientemente contrapuntea los momentos más dramáticos, alguno apacible también, que salpican esta historia de feroz realismo, aunque este venga expuesto a base de mucho efecto digital, algo que Howard sabe dominar con gran acierto, deslumbrando... pero no empachando. De ahí esas sorprendentes imágenes de acción en alta mar, que son de las que se me quedan alojadas en la memoria por su perfección y meticulosidad.

En el segundo resulta placentero asistir al antagónico duelo de caracteres entre el cada vez más emergente, ya prácticamente consolidado, Chris Hemsworth como primer oficial de a bordo, y Benjamin Walker como el enchufado capitán. Inevitable traer a la memoria otro ejemplo verdaderamente ilustre y no tan lejano del género, MASTER AND COMMANDER: AL OTRO LADO DEL MUNDO. También salen Cillian Murphy, Ben Whishaw (el Q de SKYFALL o SPECTRE), Brendan Gleeson como el grumete narrador ya de mayor, la preciosa Charlotte Riley, Tom Holland como el grumete en dicha edad o incluso la breve aportación spanish Jordi Mollá.

Centrándome ya en la sustancia de lo expuesto considero conveniente precisar varias cosas. La primera es que tras su corteza de puro entretenimiento laten varias cuestiones dignas de mencionar. Como ese retrato que hace de una pujante y ultra capitalista economía estadounidense, en tránsito de la dependencia ballenera a la inminente –se llega a sugerir en su parte final- petrolera. También se refleja el poder de las grandes navieras de la época y su ilícita conducta. O las consecuencias de la avaricia humana y los ajustes de cuentas de la propia naturaleza cuando este se ve agredida de manera sistemática. O ese intentar “alcanzar a entender lo incognoscible”, tal como se indica en su comienzo.

Para los afectos a cuestiones literarias, resulta igualmente saludable ese apunte, no profundizado pero ilustrativo, de la pugna entre esos dos grandes narradores de la literatura norteamericana de hace casi dos siglos, el propio Melville y Nathaniel Hawthorne.

Al final para que todo ello derive, principalmente, en un canto a la supervivencia y al valor moral y físico, ese que lleva “hasta dónde uno no quiere ir”, mostrándose para ello más epopéyica que épica, aunque esta también se encuentre incrustada entre su impactante imaginería.

-Mi manera de celebrar cinematográficamente la inminente festividad de Halloween no es a base de calabazas ni hachazos, sino de una intriga por momentos espeluznante en su sobriedad y falta de excesivas alharacas. Mi apuesta para los clásicos del Deicy es un título hoy en día olvidado, pero magnífico… ¿POR QUÉ LLORAS, SUSAN? (THE SHUTTERED ROOM):

No creo que resulte disparatado afirmar, un tanto cogido por los pelos eso sí (lo admito), que ¿POR QUÉ LLORAS, SUSAN? (THE SHUTTERED ROOM… traducida literalmente como LA HABITACIÓN CERRADA, nada que ver pues con su despistante y ridículo título español) bien podría ser considerada una precursora –con cuatro años de anticipación- de PERROS DE PAJA. Sin cuentas no cerradas ni “violación” por medio.

Y no por el hecho de que ambas transcurran en la campiña, más bien en una apartada zona rural de Inglaterra la segunda (aquí reciclada para la ocasión en la estadounidense Nueva Inglaterra), en una comunidad cerrada, sino en el hecho de esa tensión sexual/violencia latente en todo momento que muestra alguno de sus moradores hacia la mujer de una pareja de ajenos al lugar.

La irrupción de estos en sus vidas saca a la luz secretos, como es el caso, no resueltos o destapados, maldiciones familiares, inquietantes molinos o turbios elementos del pasado. No se olvide un dato muy importante, estamos ante una adaptación de un cuento de August Derleth según ideas del lóbrego, siniestro y apasionante escritor norteamericano H. P. Lovecraft. Tal vez no tan conocido este referente como otros suyos (con el denominador DUNWICH, el nombre de la localidad, como reclamo), pero que les puedo asegurar que no decepciona en absoluto. Y, es más, sin necesidad de apelar a su habitual marca de fábrica, de eso que se dio en denominar horror cósmico o preternatural. Contemplar una foto suya, y lo digo desde el más absoluto respeto, es casi entender el imaginativo, desaforado y horripilante –fue un innovador del terror y la ciencia-ficción- mundo que recreó en su literatura.

De hecho, bien podría ser presentado como un típico e impecable relato de suspense a la manera “british”.

Fue considerable el impacto que me causó su primer visionado, supongo que fue debido a haberla visto a una edad muy temprana -14 primaveras- y en una España aperturista que despertaba a muchas cosas tras la muerte del dictador Franco. Y vuelva a constar en acta que ello fue posible gracias a aquellas formidables programaciones cinematográficas de Televisión Española.

Concretamente la vi el 24 de junio de 1976. El mismo fabuloso año en el que gracias al mismo conducto pude descubrir las extraordinarias ¿QUÉ SUCEDIÓ ENTONCES? (la tercera, mejor y magistral entrega de la serie del doctor Quatermass), EL RETRATO DE DORIAN GRAY (en versión fastuosa de Albert Lewin), la impresionante EL CEBO (el mejor policíaco de la historia del cine español junto a LA ISLA MÍNIMA), SIERRA MALDITA (de un Antonio del Amo todavía en aceite de oliva virgen), la impresionante EL ÚLTIMO VALLE (una de mis Top Ten desde ese momento… y no se ha movido jamás de ese reconocimiento, anda mejor se ha filmado hasta la fecha sobre la Guerra de los 30 años… y si me apuran sobre la condición humana, el fanatismo, la intolerancia), dos preciosidades hoy en día olvidadas como TRIGO Y ESMERALDA y MILAGRO BAJO LA LLUVIA, la perturbadora y colorista LA MÁSCARA DE LA MUERTE ROJA, SUEÑOS DE JUVENTUD (protagonizada por una adorable y muy jovencita Katharine Hepburn), el fenomenal noir FUERZA BRUTA, la intrigante CAMINOS SECRETOS, EL CUARTO MANDAMIENTO (mi favorita de Orson Welles junto a SED DE MAL, el poderoso thriller CIUDAD EN SOMBRAS con un jovencísimo Charlton Heston, la fascinante historia de amor en tan solo 48 horas EL RELOJ, LA DAMA DE SHANGHAI y CAMPANADAS A  MEDIANOCHE), ¿Y AHORA, QUÉ? (la primera entrega de la apasionante trilogía alemana de Frank Borzage), la inclasificable y sensacional LA MUERTE DE VACACIONES, ese precioso musical de Coppola que responde al nombre de EL VALLE DEL ARCO IRIS, ÁNGELES SIN BRILLO (un Douglas Sirk genial y desolador en blanco y negro), esa obra maestra sobre la locura titulada LILITH, la imprescindible EL BUSCAVIDAS (estas dos últimas con la firma de Robert Rossen) o tantísimas otras. Verdaderos regalazos para un mozalbete ya desangrado de cinefilia por todos sus costados.

En cualquier caso, es un trabajo repleto de intriga y suspense, climático y con alguna escena –la que más me perturbó es aquella en que la preciosa Carol Lynley se quita coaccionada el sujetador mientras da la espalda a la cámara… no desvelaré más- demostrativa de que no hace falta ser demasiado explícito, basta tan solo con sugerir –un determinado vestido, una falda- para resultar sensual y sugerente.

Le vuelve a sentar muy bien a un proyecto de estas características ese maridaje, esa mezcla de producción estadounidense y británica. Ya he mencionado a la norteamericana Lynley, su consorte –el siempre espléndido Gig Young- es de idéntica procedencia. Ambos se encuentran rodeados de una impecable caterva de secundarios de las Islas, encabezados por el turbio, torvo y ya mencionado Reed y una espléndida Flora Robson.

La desazón, el desasosiego que transmite en todo momento, resulta admirable. Y, además, insinúa la posibilidad de elementos fantásticos que la enriquecen aún más.

Creo que ha sido siempre una película demasiado postergada y olvidada, algo que me parece francamente injusto. Es una buena ocasión para que ustedes juzguen si mis elogios les parecen desmesurados, pero les puedo asegurar que la he devorado cuatro veces en mi vida y siempre me ha encantado. Por supuesto, el factor sorpresa, la aclaración del enigma se pierde ante cada nuevo visionado, pero es que esta propuesta es algo mucho más que un magnífico ejercicio de suspense, lo cual ya no es de por sí poco.

Extraordinaria.

Apostilla:

No la contemplo con la misma ingenuidad con la que la descubrí con apenas 14 primaveras, pero ésta serie B me sigue pareciendo un exponente del género de suspense (o intriga psicológica), más que del terrorífico, de lo más loable. Incluso bien podría ser definida como melodrama turbio.

De atmósfera ominosa es precisamente este aspecto uno de los que más sobresalen de su conjunto. Ese y otro dos más, la tensión sexual que se masca en todo momento en el ambiente –Carol Lynley es una digna y más recatada antecesora de la Susan George de PERROS DE PAJA… la voluptuosa lugareña Judith Arthy contribuye con una sugerente escena de medias- y esa permanente predisposición para la irrupción de lo fantástico en un entorno cotidiano.

Lo de menos es que pueda ser previsible su desenlace o que los golpes karatecas del marido resulten un tanto toscos, pues me importa mucho más ese clima de hostilidad y violencia de una pequeña y aislada comunidad de una América profunda muy próxima a la Gran Manzana.

Se ofrecen suficientes peripecias (asesinatos, auto inmolaciones, alguna que otra persecución a pie, acoso, aparición de un ave rapaz, casas con pasado supuestamente diabólico, peleas, una peculiar persecución de rústico surf de carretera…) como para mantener la atención, pese a ese ritmo aparentemente lánguido que gasta, con abundantes primeros planos propios del cine de la época. Y cuenta con una secuencia, la del paseo por la playa, muy bien montada.

El corpulento Oliver Reed vuelve a encarnar por enésima vez a un tipo desagradable y amenazador. La pareja protagonista, la guapísima Carol Lynley (EL ÚLTIMO ATARDECER, EL CARDENAL, EL RAPTO DE BUNNY LAKE) y Gig Young (Oscar por ese maestro de ceremonias del maratón de baile de DANZAD, MALDITOS, DANZAD) cumplen higiénicamente con sus cometidos de matrimonio incipiente, guapetón, sosete (no crean que el Dustin Hoffman de la citada PERROS DE PAJA era precisamente la alegría de la huerta… aunque sí un cerebrito) y aseado.

Me resultan de lo más gratificantes las escasas apariciones de la excelente secundaria británica Flora Robson como la tía Agata.

Les aporto algún dato filmográfico respecto a su director, el inglés afincado en el cine y la televisión estadounidense David Greene, que aquí logró el mejor trabajo de su carrera. Fue también el firmante de la muy popular en su momento GODSPELL y de un entretenido exponente del género catastrofista en su versión submarino averiado en el fondo del mar, ALERTA ROJA: NEPTUNO HUNDIDO con un siempre aguerrido Charlton Heston. También de aquélla mini serie tan mítica para varios de mi generación, HOMBRE RICO, HOMBRE POBRE.

Originalmente no solo se la conoce por THE SHUTTERED ROOM, traducido como LA HABITACIÓN CERRADA o EL CUARTO CERRADO, sino también por BLOOD ISLAND. Y aunque está ambientada en Nueva Inglaterra, se rodó en la campiña inglesa, en Kent y Norfolk, lugares que

La banda sonora entre nerviosa y desquiciante (de Basil Kirchin) contribuyen a subrayar ese clima untuoso que salpica su desarrollo dentro de una luminosidad no muy habitual en un relato de estas características. No es el típico Lovecraft, inspirador del texto y guion posterior, pero ofrece algún que otro elemento que bien podría ser distintivo de sus señas de identidad… y no solo me refiero a ese recurrente Dunwich que da nombre a la localidad, como ese molino salpicado por una maldición.

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