Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

10/10/2018

Martes, 9 de octubre

-Decido prolongar la maravillosa velada humorística de este lunes en el Deicy con la genial SER O NO SER, viendo otra genialidad más o menos de la misma época, de seis años antes concretamente, de 1936. Me refiero a uno de los tres títulos más redondos –los otros serían mi favorita, UNA NOCHE EN LA ÓPERA, y UN DÍA EN LAS CARRERAS- de los inimitables e irrepetibles Hermanos Marx, a SOPA DE GANSO (DUCK SOUP) de Leo McCarey:

Todas las películas, absolutamente todas las de los Hermanos Marx me chiflan, hasta alguna no tan redonda, pero con momentos sublimes como EL HOTEL DE LOS LÍOS. Mis favoritas son UNA NOCHE EN LA ÓPERA y SOPA DE GANSO.  

Esta última fue dirigida por el grandioso cineasta norteamericano Leo McCarey, en pleno apogeo de su talento que se prolongaría hasta finales de los 50/comienzo de los 60. Se despediría del Séptimo Arte con ese prodigio romántico titulado TÚ Y YO (AN AFFAIR TO REMEMBER, 1958, sublimes Grant y Kerr), con la muy divertida UN MARIDO EN APUROS (1959) y con su último golpe de claqueta, la preciosa y quedamente emotiva SATANÁS NUNCA DUERME (1961).  

En DUCK SOUP, o SOPA DE GANSO, el más irreverente, crítico, demoledor, hilarante, corrosivo y libertario espíritu de los Marx se encuentra en su cénit. No dejan títere con cabeza, arremeten contra todo y todos, contra señoras gordas y millonarias y contra las guerras.  

Sobre todo, es una sátira socio/político/antibelicista que alcanza unos extremos de subversión y diversión verdaderamente incomparables. La anarquía más salvaje se apodera de la función. Es la quintaesencia de su estilo y de su talento más absolutamente anárquico.  

Aquí todavía se encontraban bajo contrato con la Paramount, pudiendo desarrollar ese humor sin cortapisas, algo que sería un tanto rebajado en su paso a Metro Goldwyn Mayer, aunque pese a todo, siempre sacaban su carácter indómito y demostraban su genialidad.  

Groucho y su bigote dibujado es Rufus T. Firefly, un avasallador charlatán que se convierte en Primer Ministro de un imaginario y diminuto país llamado Libertonia. Da un verdadero recital de frases antológicas. Ahí van unas cuantas perlas: “¿Quiere casarse conmigo? ¿Le dejó su marido mucho dinero? Responda primero a lo segundo”, “Es usted un hombre valiente, cruce las líneas, y recuerde que mientras está ahí fuera, jugándose la vida, nosotros estaremos aquí dentro pensando lo idiota que es”, “¿Y a quién vas a creer, a mí o a tus propios ojos?”, “No permitiré injusticias ni juego sucio, pero si se pilla a alguien practicando la corrupción sin que yo reciba una comisión, le pondremos contra la pared… daremos la orden de disparar…”

El marxismo (de Groucho) no pudo mejor trasposición que en esta película. Chico y Harpo vuelven a dar el do de pecho y conjuntarse a las mil maravillas. Desde niño siempre sentí debilidad por Harpo, por su mímico y visual humor.  

Una buena parte de crítica y aficionados lo consideran el mejor trabajo de su carrera. Sin duda, es un apasionante y descacharrante delirio de una comicidad memorable e irresistible.  

-La segunda sesión de VERSIÓN UCLM de este curso recién comenzado trata sobre un episodio que afectó a otro miembro del clan Kennedy y que tuvo gran repercusión en la convulsa sociedad estadounidense de finales de los 60. Se trata de EL ESCÁNDALO TED KENNEDY (CHAPPAQUIDDICK). La asistencia es mucho mejor de la esperada, casi 110 asistentes, pues no era esta precisamente una película comercial (por múltiples motivos, porque estos asuntos no suelen reventar taquillas y porque la manera de estar narrada no creo que vaya a captar la atención de una mayoría), término que casi siempre suelo evitar para referirme a cine, música, libros o arte en general. Aparte, habiendo disfrutado de La Fiesta del Cine, su carrera en Ciudad Real ya estaba prácticamente finiquitada:

Los que somos apasionados de la historia, la cultura y la política estadounidense quizá seamos un poco más condescendientes con esta estimable aproximación a uno de los numerosos escándalos que salpicarían a la familia Kennedy a lo largo de varias décadas, posiblemente la más carismática y dramática de todas las habidas en los dos siglos y algo más de un cuarto de existencia del coloso norteamericano.

En este caso hace mención al vivido por el superviviente masculino del clan de hermanos del presidente asesinado, a Ted Kennedy, el cual sufriera un accidente automovilístico ocurrido el 18 de julio de 1969 en la isla que da título original a esta película –Chappaquiddick, en su Massachussetts natal-, en el que perdería la vida su joven secretaria de campaña electoral, que a su vez lo había sido también, o al menos formaba parte de su equipo, del asesinado Robert, Bobby Kennedy. Sucedió la misma semana que Neil Armstrong y Buzz Aldrin caminaron sobre la luna.

Han sido varios los colegas que han afirmado que la recreación de los hechos se resiente de una acusada frialdad expositiva, formal. Disiento con matices. No creo que la película ni el trabajo de su esforzado y aplicado director, John Curran (el excelente “remake” de EL VELO PINTADO, YA NO SOMOS DOS, STONE), sean como indican, sino que quienes se muestran realmente hieráticos son una buena parte de sus personajes, comenzando por el protagonista, magníficamente interpretado por un Jason Clarke (ENEMIGOS PÚBLICOS, LA NOCHE MÁS OSCURA, EL AMANECER DEL PLANETA DE LOS SIMIOS, EL GRAN GATSBY, EVEREST… este es el ramillete de trabajos significativos suyos que recuerdo haber visto en el momento en el que escribo esta reseña) que parece surgido de un cruce entre Joaquin Phoenix y Jeff Daniels, tirando muchísimo más al primero… por aquello de los tormentos interiores que reflejan su rostro.

Y es que este retrato no demasiado convencional de un destacado hecho trágico, tal vez el más famoso y documentado accidente de coche por aquellas latitudes, y del que acabaría resultando el cuarto senador más longevo como tal de la historia de los USA, recurre a una dramaturgia que en el fondo no me parece así, de la que se desprende, o así al menos lo percibo, ironía y cierto sarcasmo. Rociada de un sentido del humor atractivamente raro, extraño, atípico. En el que el susodicho Ted, del que reniega el patriarca por carecer de las virtudes de sus otros hijos, tengo la impresión, o es al menos la que me queda final, que se acaba revelando mucho más brillante de lo que le reconociera su progenitor (la secuencia del abrazo es desoladora). Manifiesto esto sobre todo por ese discurso de ¿arrepentimiento? que en el fondo le reportaría réditos electorales. Pero mejor juzguen ustedes mismos.

No esperen encontrar respuestas definitivas… y eso me parece un acierto por parte de sus creadores. Sí la hay en esa cohorte que rodea al candidato –el antiguo equipo Camelot- y a lo que rodea a la alta política del país de las barras y estrellas, en este caso a los miembros de una dinastía que siempre estuvo en el ojo del huracán. En concreto, quisiera centrarme en la figura del que fuera ejecutivo de Ford y Secretario de Defensa con John Fitzgerald, el inefable Robert McNamara.

Y lo que desde luego advierto en todo momento es una búsqueda sincera -¿recuerdan la magnífica JFK de Oliver Stone y lo que perseguía tenazmente el fiscal Jim Garrison?- de eso tan difícil de establecer en tantas ocasiones como es la verdad. Y también la intención de restituir la figura de la verdaderamente damnificada, de esa joven y prometedora Mary Jo Kopechne que dejara su vida en aquél lago.

Al respecto, Kate Mara en una breve aparición confiere encanto y atractivo a la susodicha. Y atención igualmente a un octogenario Bruce Dern que borda en un par de fugaces apariciones al líder supremo de la progenie, el cual llevaba ocho años postrado en silla de ruedas debido a una embolia cuando sucedieron los hechos de marras.

Tal vez no resulte demasiado estimulante para el común del espectador español, pero a mí he de reconocer que me ha interesado bastante, quizá por ese plus mencionado al comienzo de mi filia yanqui.

Apostilla:

La disfruto mucho más en versión original subtitulada… ¡donde va a parar! Ahora sí que me ratifico plenamente en ese 4 otorgado y sobre el que me había surgido alguna duda.

John Curran ha llevado a cabo un trabajo singular, personal, que denota estilo propio dentro de su escrupulosidad y solidez estilística. Vuelvo a ganarme para su causa esa fina ironía que la recorre, patente sobre todo en esa camarilla de asesores político-estratégicos que rodea al protagonista. Y es ahora cuando disfruto más con algunas secuencias concretas, como aquella en la que una de las cabezas visibles de ese séquito aborda y le manifiesta su pésame y sus pesares a los padres de Mary Jo…  a lo que estos le acaban espetándole un “y quién es usted?”.

Quien lo borda, quien se sale, quien aporta eso que los modernos denominan montones de matices es Jason Clarke. Sus ojos azules, un tanto a lo Paul Newman, resplandecen, confieren expresividad a un personaje confundido, estigmatizado por su propio padre (el todopoderoso patriarca de los Kennedy… sensacional Bruce Dern en dos breves, pero centellantes –y eso que está prácticamente en estado vegetativo- apariciones), relegado en cuanto a méritos y afectos, condenado a seguir la tradición del clan.

La historia que se nos cuenta en su búsqueda de la verdad parece ser que se ajusta a hechos, con todos los sombreados y preguntas sin respuesta que eso conlleva. No se olvide que para su confección se ha nutrido de las actas judiciales del proceso que han visto la luz hace relativamente hace poco. Tarea casi imposible esa de la obtención de la VERDAD, como ya dejara patente el fiscal Garrison en la espléndida JFK (CASO ABIERTO), por poner un ejemplo que no se aparte de la familia más carismática y casi genealógica que ha existido en Estados Unidos.

Irreprochablemente ambientada y plausiblemente aséptica en el desgrane de los hechos, mantiene una casi inapreciable tensión interna (y externa también) que le sienta francamente bien a su desarrollo.

El cine político también lo dominan los norteamericanos como quieren. Hay cientos de ejemplos magistrales que se pueden citar: EL GRAN McGINTY, EL POLÍTICO, TEMPESTAD SOBRE WASHINGTON, UN LEÓN EN LAS CALLES, EL CANDIDATO, SILVER CITY… Y ya si de ajustarse a la famosa y popularísima parentela se trata, ahí están la anteriormente mencionada JFK, TRECE DÍAS, BOBBY o JACKIE…incluso aquel sensacional “thriller” de Brian De Palma titulado IMPACTO, venía a contar breve y encubiertamente lo aquí expuesto… ese mortal episodio -¿accidente… estaba ella realmente embarazada?- en el lago interno de la massachuttiana isla de Chappaquiddick, verdadero título original de esta más que consistente y muy atractiva película.

 

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