Diario de un Cinéfilo Compulsivo

 

17/09/2018

Domingo, 16 de septiembre

-Mi amiga Rut Rebato Redondo me hace unas cuantas jugosas puntualizaciones, en algunas de las cuales no reparé en su momento, acerca de LOS INCREÍBLES 2 (THE INCREDIBLES 2):

"Me pareció que trataba temas de lo más sustanciosos y que hasta me servirían para las clases: por ejemplo, la conversación de los padres al principio en una cena sobre legalidad vs legitimidad. Y lo de que la percepción es muy importante para formar opiniones. Pero, además, algo que me hizo gracia: un superhéroe muy fuertote pero que parecía tontorrón al hablar, se presenta como de Wisconsin (ya se sabe, bastión de votantes de Trump) y el libro del hijo sobre Las nuevas matemáticas para la vida, me parece una crítica total a los nuevos métodos, cuestionados por muchos expertos, que hay para aprender mates..."

-Esto de ver estrenos va rapidito y espaciado este fin de semana. El que no haya habido muchos –solo cuatro- contribuye decisivamente a ello. Cae el tercero, el que a priori me parecía el más flojito por críticas leídas e impresiones propias, como así acabo ratificando… BOOK CLUB (BOOK CLUB):

Me genera pereza, bastante pereza asistir al desarrollo de esta comedia femenina, romántica, otoñal, charlatana y unas cuantas cosas más. Y ello porque pese a que no sean muy habituales los personajes femeninos maduritos hablando de sexo, su estructura es idéntica a la de cientos de exponentes surgidos en el cine norteamericano de los últimos tiempos: chistes facilones, de doble sentido, adocenamiento narrativo, supuesta comicidad sazonada de picardía de salón, cierto tonillo alabancero…

Resulta tan pueril e insustancial su guion, su dirección, que poco puede hacer un cuarteto femenino –y masculino también, pero con menor presencia- de relumbrón. Tomen nota: Jane Fonda, la más veterana del grupo (80 primaveras); Candice Bergen (72), Diane Keaton (72) y la más jovencita, Mary Steenburgen (65). Todas ellas fenomenales y espléndidas tanto en lo artístico como en lo personal, con un enorme oficio a sus respectivas y longevas espaldas, algo que rebaja un poquito el mal sabor de boca que me provoca este BOOK CLUB.

Y ellos desde luego no son para desdeñar: Andy Garcia (62, el más jovencito, reciente su simpática aparición “fernandiana” en la estupenda secuela de MAMMA MIA), Don Johnson (68), Craig T. Nelson (72) y un entrañable y regordete Richard Dreyfuss (70).

Imagínense con un reparto así lo que hubiera dado de sí una producción de estas características hace tan solo un par o tres décadas, ni les cuento ya en la época dorada de Hollywood, pongamos que dirigidos por un Cukor o un Wilder. Pues bien, en el marasmo, en la vulgaridad creativa que está atravesando la actual comedia norteamericana, acaba suponiendo otra oportunidad, otra más, desaprovechada.

Y este retrato de burguesas setentañeras, tirando alguna a ochenteras (y que dan el pego como sesentañeras, Steenburgen lo es) que leen la trilogía de CINCUENTA SOMBRAS DE GREY y son conscientes del declinar de sus cuerpos, aunque estos todavía pidan guerra, o al menos escaramuzas, carece de la agudeza, de la suficiente pegada para que su discurso tenga fuste y no se reduzca a unos chistecitos o expresiones un tanto baratas (algunas hasta casi insultantes, como ese momento a propósito de un plano que engulle T. Nelson).

Y conste que me parece bien la idea central, eso de ponerse a hablar con desparpajo de sexo o del declinar o no del deseo por parte de un hasta hace poco olvidado segmento de la población, al que antes casi le era vedada la mera posibilidad ni tan siquiera de pensarlo. Afortunadamente, en esto como en otras cuestiones… los tiempos son definitivamente mejores. Eso por no enrollarme con lo de que hoy en día se ha estirado la vida a una cuarta edad, la que antes era tercera. El problema evidentemente no es el de abordar esto, todo lo contrario, sino la manera tan chata con la que se ha expendido.

Que tanto las andanzas como las peripecias de estas –por lo que tienen de vitales y enérgicas- admirables mujeres estén expuestas de una manera tan sosa, descafeinada, sin relevancia o gracia especial alguna, acaba constituyendo un serio hándicap para que alce el vuelo.

Muy discretita, aunque bien pudiera satisfacer a un público muy concreto, seguramente afín con el sexo y la edad de sus protagonistas. Seguramente pillarán algunas claves que a mí se me escapan, y eso que ya estoy a tiro de piedra de llegar a esa estación de la vida.   

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