La película de la tele

 

Un hombre lobo americano en Londres (1981)

Director: John Landis

Intérpretes: David Naughton, Jenny Agutter, Griffin Dunne, John Woodvine, Lila Kaye, Brian Glover, Frank Oz

Sinopsis: David Kessler y Jack son dos jóvenes estadounidenses que, con sus mochilas a cuestas, han decidido pasar tres meses recorriendo Europa. En Inglaterra, en una zona rural desolada, la gente les da unos consejos escalofriantes: "no os apartéis del camino y no os acerquéis a los páramos", "cuidado con la luna". Cuando los jóvenes emprenden la marcha en la oscuridad, oyen un aullido terrorífico procedente de los páramos, pero no saben que los persigue una bestia legendaria sedienta de sangre, cuyas víctimas se convierten en muertos vivientes que deben vagar por la Tierra eternamente; en cambio, quienes escapan con vida tienen reservado un destino diferente...

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Este jueves 12 de febrero a la 1:20 h. madrugada del viernes en Paramount. 

Desde 1981 se viene concediendo el Oscar al mejor Maquillaje, rebautizado en 2012 como maquillaje y peinado. Anteriormente, sólo habían existido 2 precedentes en este apartado, en 1964 que se lo llevó LAS 7 CARAS DEL DR. LAO y en 1968 la mítica EL PLANETA DE LOS SIMIOS en versión J. Schaffner. Pues bien, si obviamos estos últimos exponentes, tenemos que UN HOMBRE LOBO AMERICANO EN LONDRES es la primera película en obtenerlo desde que se instituyera el premio de una manera regular.  

Y no es para menos, pues los efectos “analógicos” de Rick Baker para esta película, supusieron un antes y después. El mismo año en que su discípulo, Rob Bottin, creara otros del mismo corte en la genial AULLIDOS (del mismo año), asesorado por su maestro, elaboró igualmente los suyos mediante vejigas inflables, con lo que no era necesario el trucaje fotográfico para escenificar las metamorfosis de humano en lobo.  

Aquí, sólo por la secuencia de la transformación de David Naughton a ritmo del “Bad moon rising” de Creedence Clearwater Revival, ya mereció en su momento, y lo ha seguido mereciendo después después el precio de la entrada o el de la televisión por pago. No tengo duda alguna, constituye uno de los grandes “hits” del género fantástico.  

Sin llegar a esa altura, otro de los momentos brillantes es el asalto en la campiña inglesa sonando “Blue Moon”. O esa dramática parte final en Picadilly Circus, apoteósica y desesperadamente romántica clausura.  

Desde luego, uno de los recuerdos cinematográficos más gratos que tengo de aquél comienzo de tan buena y renovadora década, es esta producción del otrora grande John Landis. Caso extraño el de este cineasta norteamericano, que comenzó su carrera con dos peliculitas irrelevantes (EL MONSTRUO DE LAS BANANAS y la algo más defendible MADE IN USA), para hacer a continuación 5 “obras maestras” (DESMADRE A LA AMERICANA, GRANUJAS A TODO RITMO, ENTRE PILLOS ANDA EL JUEGO, CUANDO LLEGA LA NOCHE y ésta) y caer al poco tiempo en el pozo de la mayor de las abulias cinematográficas (las lamentables ESPÍAS COMO NOSOTROS, AMAZONAS EN LA LUNA, TRES AMIGOS o LA FAMILIA STUPID así dan fe).  

En todos mis años de cinéfilo, y ya son unos cuantos, el suyo es uno de los comienzos más fulgurantemente brillantes contemplados en un director, tal como le pasara a su coetáneo Walter Hill (aunque éste prolongó algo más sus reservas de talento), ido sorprendentemente al traste a los pocos años. Aquí, afortunadamente, todavía daría lo mejor de sí mismo, ofreciendo una memorable amalgama de terror licántropo y comedia adolescente

Podrán también solazarse contemplando la belleza de la inglesa Jenny Agutter en el papel de la enfermera, o a un jovencito Griffin Dunne, el cual tres años después protagonizaría la delirante y divertidísima ¡JO… QUÉ NOCHE!  (AFTER HOURS en el original) del maestro Martin Scorsese.  

Y todo ello dentro de un conjunto que combina con enorme talento risas (todo un hallazgo ese amigo zombi que se aparece de vez en cuando al protagonista), suspense, amor, fantasía y drama.  

Fundamental película del cine de los 80.

José Luis Vázquez

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