La película de la tele

 

Cazador a sueldo (1980)

Director: Buzz Kulik

Intérpretes: Steve McQueen, Eli Wallach, Kathryn Harrold, LeVar Burton, Ben Johnson, Richard Venture, Tracey Walter, Thomas Rosales Jr., Teddy Wilson

Sinopsis: Aunque la figura del cazarrecompensas parece haber quedado obsoleta, Ralph Papa Thorson (McQueen) aún se gana la vida atrapando criminales por los que se ofrece un premio en metálico. Basada en la verdadera historia de Thorson, un famoso cazador de recompensas.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 4 estrellas

Este martes 11 de agosto a las 20:25 h. en Paramount.

Supone el testamento cinematográfico del grandísimo Steve McQueen, actor de enorme carisma, siempre resolutivo y uno de los representantes máximos de la virilidad bien entendida en la gran pantalla, al igual por ejemplo que Robert Mitchum o John Wayne. De épocas diferentes todos ellos confluirían en las décadas de los 60 y 70.

Cincuenta años y un galopante cáncer de pulmón tenía cuando encaró este rodaje. Su declive físico ya era patente aunque como el magnífico profesional que siempre fue, aguantaría el tipo hasta el último aliento. No consintió que nadie le doblase en las escenas de acción, todo un ejemplo de profesionalidad y entereza. Pocos meses después del último golpe de claqueta, fallecería en Ciudad Juárez.

Encarna a Ralph “Papa” Thorson, un caza recompensas moderno que existió realmente. Tal vez el último considerado como tal y que contaría en sus faltriqueras con la detención de 5.000 delincuentes. McQueen dota de enorme dignidad a este personaje, todo un símbolo anacrónico de un mundo que agoniza, un tiempo que se desvanece, que se diluye como él mismo.

No deja de ser un western en tiempo contemporáneo. O mejor aún, una mezcla de western clásico y de policial urbanita. Buzz Kulik, un director forjado sobre todo en la televisión, resuelve con eficiencia, brío y buen ritmo. Tal vez el guión podía haber sido más brillante, algo que impide que nos encontremos ante un producto redondo.

Son abundantes las secuencias de acción, algunas tan competentes y modélicas como la que transcurre en Chicago o la de los campos de trigo.

Agradezco que no carezca de  sentido del humor, el hecho de que el propio McQueen sea un desastroso conductor así lo atestigua, en clara alusión guasona a su condición de piloto automovilístico o su aparición en la mítica BULLIT.

Le arropan secundarios de la talla de Eli Wallach (desaparecido este 2014) o el “peckinpackiano” y “fordiano” Ben Johnson.

Tal vez haya inflado ligeramente su valoración, pero me trae buenos recuerdos y el individuo creado por el mítico actor tiene mucho gancho. Una respetable despedida. 

José Luis Vázquez

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