La película de la tele

 

Ladrones de trenes (1973)

Director: Burt Kennedy

Intérpretes: John Wayne, Ann-Margret, Rod Taylor, Ben Johnson, Bobby Vinton, Christopher George, Ricardo Montalban

Sinopsis: La señora Lowe (Ann-Margret), una atractiva viuda, quiere recuperar el medio millón de dólares en oro que su difunto marido robó durante el asalto a un tren. Lane (John Wayne), atraído por la recompensa que ofrece de 50.000 dólares, decide ayudarla. Para ello cuenta con la colaboración de unos amigos.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 3 estrellas

Este miércoles 11 de junio a las 18:00 h. en CMT.

Es otro de los muchos western que protagonizara el titánico John Wayn durante la década de los 60 y 70, antes de su definitiva retirada en 1976 por causa de un dilatado cáncer con la testamentaria EL ÚLTIMO PISTOLERO.

En su mayoría, solían ser trabajos respetables, profesionales, cuidados, entretenidos y dirigidos por especialistas de la serie B del género o por guionistas tan cualificados y pasados a la dirección como el artífice de este, Burt Kennedy.

Por supuesto, encontrarán bastantes tópicos, asumidos por muchos de los que nos consideramos entusiastas de este tipo de historias y del mítico actor estadounidense.

El detonante argumental en esta ocasión es la búsqueda emprendida por una viuda (una como siempre imponente Ann Margret) del botín obtenido tras el asalto a un tren por parte de su difunto marido. Y también por la reata de cowboys organizada para ir en pos del mismo.

A los anteriormente citados, añadan excelentes secundarios que pasearan durante años su porte cabalgando por las praderas y por calles polvorientas. Individuos casi imprescindibles como Ben Johnson, Rod Taylor o Christopher George (¿recuerdan? el pistolero elegante de esa obra maestra titulada EL DORADO de Howard Hawsk).

Wayne capta la atención sin esfuerzo alguno en cualquiera de los abundantes planos con los que es obsequiado. Y claro, con Ann Margret es inevitable que se me vaya automáticamente la vista aparezca en el lugar que aparezca.

Una buena y pegadiza banda sonora de Dominic Frontiere acompaña adecuadamente a una dirección eficiente, ágil por parte de Kennedy. El tono crepuscular va implícito por el propio relato y por la edad de sus máximos responsables. También el humor aflora en varios instantes y en un  final con relativa sorpresa.

Todavía aquí quedaban vestigios, rescoldos del mejor clasicismo que iluminara al género, aunque los nuevos tiempos y la nefasta influencia del spaghetti western estaban comenzando a causar estragos y a contaminarlo seriamente.

 

José Luis Vázquez

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