La película de la tele

 

El juego del amor (2007)

Director: Robert Benton

Intérpretes: Morgan Freeman, Greg Kinnear, Selma Blair, Radha Mitchell, Alexa Davalos, Fred Ward, Billy Burke, Jane Alexander, Toby Hemingway, Stana Katic, Erika Marozsán, Margo Martindale, Missi Pyle, Shannon Lucio, Alex Mentzel, Sherilyn Lawson

Sinopsis: En un pueblo de Oregón, el profesor y escritor local Harry Stevenson (Morgan Freeman) percibe los problemas que causa el amor entre los vecinos: entre los jóvenes y entre los viejos, entre los parientes y entre los amantes; incluso entre los animales. Harry contempla sobrecogido cómo el amor distorsiona la percepción del otro, cómo ata y devasta, cómo inspira, cómo exige sin razón y, en definitiva, cómo modela la vida de todos, incluida la suya.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Este viernes 16 de mayo a las 22:20 h. en Paramount. 

Cine, película de alta gama en torno a asuntos del corazón, pero recibida con no especial entusiasmo en el momento de su estreno. Tanto es así, que pasó más bien incomprensiblemente desapercibida, algo que suele suceder con la madura y estimable obra del veterano y antiguo guionista (BONNIE AND CLYDE, EL DÍA DE LOS TRAMPOSOS, LA COSECHA DE HIELO), reciclado al poco tiempo en director, Robert Benton (firmante de esa obra maestra titulada EN UN LUGAR DEL CORAZÓN... y de las estupendas KRAMER CONTRA KRAMER, BILLY BATHGATE, AL CAER EL SOL, NI UN PELO DE TONTO). Toda una fecunda y brillante trayectoria de casi 50 años le avalan.

El título de esta preciosa película sentimental es suficientemente explicativo respecto a lo narrado. Una serie de historias entrecruzadas en torno a los azares, las complejidades, los desencuentros y recomposiciones originadas en muchos frentes por esa víscera tan fundamental, sensible y oscilante alojada en nuestro pecho. Pero también trata de muchas otras y diversas cuestiones, desde la amistad hasta las relaciones paterno-filiales, pasando por la muerte, la soledad, la enfermedad, los sueños o la necesidad de afecto, de ser queridos. Como la vida misma, vamos.

Sobre todo, la percibo como una penetrante y agridulce incursión en el amor (no solamente el de la pareja sino en el de otros frentes) y en su pérdida, en las mil vueltas que puede dar todo esto sobre lo que gravitamos. Agradezco de nuevo la forma tan delicada y elegante con que utiliza Benton su cámara. Sabe ser divertido, sensual y transmitir emociones con las que cualquiera nos podemos identificar.

Me resulta muy confortable, pasa con gran destreza de la tristeza a la más exultante alegría, acumula con gran acierto acontecimientos de todo tipo propios de la existencia de cualquiera de nosotros. Y cuenta con un reparto extraordinario, comandado por Morgan Freeman. Pero ahí están también Greg Kinnear, Radha Mitchell, Fred Ward o la veterana y resplandeciente Jane Alexander, inolvidable aparición en la magnífica LA GRAN ESPERANZA BLANCA de Martin Ritt.

Es muy bonita en el sentido más florido y reconstituyente del término. Se desliza suave sin que nos demos cuenta o, mejor dicho, sin que me dé cuenta, pues mejor será que utilice –como hago casi siempre- la primera persona para explicar sentimientos propios y no hablar en nombre de la humanidad o de los demás (como hacen escandalosamente tantísimos políticos), aunque el “discurso” de esta película pueda resultar identificativo y perfectamente perceptible por cualquiera de ustedes. Y no les cuento mucho más, para no desvelarles subtramas o peculiaridades… no precisamente originales pero cálidas y de lo más emotivas.

José Luis Vázquez

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