La película de la tele

 

Roma (2004)

Director: Adolfo Aristarain

Intérpretes: Juan Diego Botto, Susú Pecoraro, José Sacristán, Agustín Garvie, Vando Villamil, Marcela Kloosterboer, Maximiliano Ghione, Marina Gleezer, Gustavo Garzón, Carla Crespo, Marcos Mundstock, Raúl Rizzo, Jean Pierre Noher, Alberto Jiménez, Ángel Facio, María Galiana, Marcos Woinski

Sinopsis: La irrupción del periodista Manuel Cueto en la vida del escritor Joaquín Góñez, a instancias de la editorial para la que Joaquín está escribiendo su último libro, provocará un gran desasosiego en la solitaria vida de este hombre que vive de espaldas al mundo y rehuye sus propios recuerdos. Acostumbrado a la soledad, el encuentro con el joven periodista despertará en él emociones olvidadas que lo transportan a la época de su niñez y a su locos años de juventud en Buenos Aires: los errores de la inexperiencia, el recuerdo de los amigos, de la lealtad, la influencia del cine y del jazz, el sabor del primer amor, y la íntima relación con sus padres, especialmente con su madre, Roma, una mujer inteligente, fuerte, comprensiva y comprometida con los ideales de juventud de su hijo. Recuerda sobre todo la inmensa confianza que su madre depositó en él. A ella, sin duda, le debe Joaquín el haber sido siempre un espíritu libre, bohemio, fiel a sí mismo y a sus ideales. Y es precisamente el recuerdo imborrable de Roma el que despertará en él el deseo impaciente por recuperar todo lo que hasta ese momento creía perdido.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Este miércoles 9 de octubre a la 1:00 h. madrugada del jueves en La 2.

El cine, afortunada e indefectiblemente (¡qué horror la unanimidad, la uniformidad!), siempre será subjetivo, como tantísimas cosas en este mundo. Que me lo digan a mí, que descubrí esta película por primera vez un mes de septiembre de 2004, en una muy especial –para mí- edición del Festival de Cine de San Sebastián, al cabo de un mes de producirse el fallecimiento de mi madre. El caso es que los indudable méritos que esta maravillosa película acumula, añadí inevitables factores emocionales propios.

En el tiempo también coincidió con la salida a escena de otra creación que me afectó también decisivamente, pues también supuso un elemento identificador con lo anteriormente expuesto. Me refiero a MAR ADENTRO, claro que a ésta dentro de su terreno y aún reconociendo su grandeza (es mi favorita de Amenábar junto a TESIS), la acabó superando al poco tiempo la estremecedora, emotiva y sensacional MILLION DOLLAR BABY.

Y si ¡QUÉ BELLO ES VIVIR! es la película por excelencia sobre la Navidad, o MATAR A UN RUISEÑOR la de la figura paterna, ésta bien pudiera ser, junto a STELLA DALLAS y NUNCA LA OLVIDARÉ, la ensalzadora de la figura de ellas.

El caso es que esta producción hispano-argentina dirigida por el bonaerense Adolfo Aristarain, es una hermosa semblanza de lo que suponen en nuestras vidas. Y no solo eso, sino que es una historia que trata sobre nuestra propia condición, nuestros errores, la imposible rectificación cuando los seres queridos ya no transitan este mundo terrenal, las decisiones no acometidas por cobardía afectiva o el temor, las cicatrices y las huellas que deja en nosotros el paso del tiempo, las equivocaciones irreparables o esos esplendores e idealismos juveniles que se acaban transformando en inaplazable escepticismo.

Adoro ROMA, adoro a todos y cada uno de sus actores , pues como es habitual en los trabajos del cineasta argentino, consigue llevarlos a su mayor estado de gracia dentro de un registro naturalista, aunque hay uno, más bien una, que siempre está de esa guisa. Es la protagonista, precisamente esa madre de nombre simbólico, metafórico y libertario en el mejor sentido del término, esa actriz de sonrisa embriagadora y talento perenne llamada Susú Pecoraro. A la que descubrí en el ya lejano año de 1984, cuando yo comenzaba profesionalmente en esto de comentar celuloide a destajo, y con la que mantengo un idilio bastante intermitente en pantalla, debido a la escasa frecuencia con la que puedo disfrutar de sus apariciones en las pantallas españolas.

Excepcional y primorosamente escrita… al calor de los sentimientos que destilan verdad, autenticidad, agradecimiento muy sincero.

 

José Luis Vázquez

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