Estamos ante un fragmento fundamental de la vida del dramaturgo escocés James Matthew Barrie, el célebre autor de PETER PAN. Precisamente en el proceso creativo que originasen personaje y obra, es en la cuestión que se centra, preferentemente, esta preciosa película. Así como en la delicada y “callada” historia de amor que mantiene con la madre de quien sería su inspiración.  

Voy a recurrir a las precisas y atinadas palabras del colega Teo Calderón para definirla mejor. Dice de la misma el compañero, que es una inteligente y sensible reivindicación de la imaginación y la fantasía frente a un mundo prosaico y terrible que nos “obliga” a ser adultos y apechugar con la realidad, asumiendo de ésta manera nuestra condición de traidores a Peter Pan. A la vez, adulto (sin que lo parezca), riquísimo y sugerente ejercicio que bucea en el que posiblemente sea el más famoso complejo y  determinante mito surgido de la literatura infantil.  

Todo ello envuelto en unas luminosas imágenes de Robert Schaefer, compaginadas con una brillante dirección del cineasta suizo-alemán Marc Forster, trasplantado a la industria hollywoodiense, a la que ya ha legado trabajos tan magníficos y perdurables como MONSTER´S BALL, COMETAS EN EL CIELO,  la recientísima y muy entretenida GUERRA MUNDIAL Z o esta maravilla.  

Aquí consigue un trabajo de una especial emotividad, conmovedoramente lírico, contenidamente poético. Un excelente ejercicio de narrativa y belleza.  

En su momento, 2004, fue una de las cinco nominadas a mejor película en los Oscar, en una terna que aquél año, como prácticamente siempre, presentaba un gran nivel: la finalmente ganadora y magistral MILLION DOLLAR BABY, ENTRE COPAS, RAY y EL AVIADOR. Fueron siete las estatuillas a las que estuvo propuesta, obteniendo finalmente la de la banda sonora, una exquisita partitura de Jan Kaczmarek.  

A su irreprochable acabado, contribuye poderosamente un grupo de actores de enorme calidad. Un Johnny Depp alejado de sus habitualmente excéntricos –y gloriosos- registros, una formidable como siempre Kate Winslet, una bella Radha Mitchell (como la esposa del escritor) y unos veteranos y siempre soberbios Julie Christie (siempre rompedoramente hermosa, aquí como la madre de Winslet) y Dustin Hoffman.  

Si no la han visto, preparen abundantes pañuelos para su formidable secuencia final.  

Ciertamente mágica.