Las películas de mi vida

 

Algo para recordar (1993)

Director: Nora Ephron

Intérpretes: Tom Hanks, Meg Ryan, Bill Pullman, Ross Malinger, Rosie O'Donnell, Gaby Hoffmann, Victor Garber, Rita Wilson, Barbara Garrick, Carey Lowell, Rob Reiner, Caroline Aaron, Dana Ivey

Sinopsis: Tras la muerte de su esposa, el arquitecto Sam Baldwin (Tom Hanks) se encuentra muy abatido. Su hijo Jonah, convencido de que su padre necesita una mujer que le devuelva la alegría de vivir, el dia de Navidad llama a un programa de radio para contar su historia. Miles de mujeres lo escuchan: una de ellas, Annie Reed (Meg Ryan), que está a punto de contraer matrimonio empieza a obsesionarse con la idea de conocer a Sam antes de casarse con su novio.

Crítica de José Luis Vázquez

Valoración: 5 estrellas

Esta producción estadounidense de 1993, considerable éxito de taquilla, titulada ALGO PARA RECORDAR, DESVELADO EN SEATTLE en el original, constituye un “remake” muy libre del clásico incontestable de 1958 conocido en España como TÚ Y YO, en el original curiosamente AN AFFAIR TO REMEMBER, es decir, ALGO PARA RECORDAR. A su vez, “remake” de otro clásico de los años 30, de 1939 para ser exacto, dirigido por el mismo responsable, Leo McCarey. Todo este galimatías de nombres y nuevas versiones, para ponerles en situación ante una película muy bonita en el mejor sentido de la palabra. Y a la que a bastantes parece dar pudor reivindicar.  

Muchos serán también los que puedan sorprenderse por otorgarle idéntica calificación que a su ilustre antecesora, pero miren, aparte de que siempre me hace gracia pulverizar los conceptos tan pomposos e inamovibles en estos asuntos, es que no soy capaz de separar esos decimales de ilusión y gozo que me provoca siempre su visionado… Y a toro pasado claro, no son pocos los que desdeñándola en su momento se acaban abrazando a ellas al cabo del tiempo. Nos pasa a todos, pero a algunos con demasiada frecuencia. Son incapaces de elaborar sus propias opiniones, necesitan el refrendo de los demás.  

Por ello, no sé si eso tan desconocido por mí que me pasa en cuestiones artísticas, de películas, de chicas y de tantas cosas, de la objetividad indicaría que no hay comparación posible. Puede que así sea, pero lo que no pienso hacer es un medidor para matizar el pleno disfrute que me provocan ambas.  

Grant y Kerr en aquélla estaban más cocidos y respondían a un sistema de estudios que conferían a sus personajes un enorme glamour, aparte de contar con la batuta un director tan primoroso como McCarey, baste si no, contemplar una y mil veces la secuencia final de aquélla película con un sofá y una manta mediando entre los protagonistas. Pero resulta muy saludable ese tono naturalista y nostálgico que aplica su directora, la más que eficiente Nora Ephron, la cual no oculta en ningún momento su admiración –y homenaje- por aquél clásico, desplegando a partes iguales sentimiento, inteligencia y humor melancólico.  

Era el momento de eclosión de sus protagonistas. Un Tom Hanks que en muy corto espacio de tiempo, acabaría demostrando el enorme actor que ya llevaba dentro, pese a habérsele adscrito inicialmente a papeles más ligeros… que no por ello menos meritorios. En menos de dos años, acabaría obteniendo dos Oscar seguidos por sus meritorias interpretaciones en PHILADELPHIA y FORREST GUMP.  

Meg Ryan ha sido uno de mis amores contemporáneos durante mucho tiempo, hasta que decidió pasar por el quirófano y me temo que con ello, le arrancaron frescura y espontaneidad, inclusive faciales. Cuando hace este papel ya había protagonizado éxitos notables como EL CHIP PRODIGIOSO y la muy referencial CUANDO HARRY ENCONTRÓ A SALLY.  

La historia es sencilla pero eficaz y emotiva. El amor auténtico, verdadero, es su principal asunto de fondo. El desvelado de Seattle en cuestión es Hanks, viudo desde hace no hace mucho tiempo y por el que su jovencito hijo muestra gran preocupación por encontrarle una sustituta.  Hasta que aparece en escena Ryan, de vida sentimental aparentemente estable, pero que tras escuchar al crío reclamar para su padre esa compañía en un consultorio radiofónico, algo en su interior empieza a tintinearle.  

A partir de aquí, ya tenemos el tomate en marcha. Todo él, salpicado por una celestial banda sonora de temas en versiones muy especiales de grandes intérpretes, reconocidos y reconocibles, que van desde “Kiss to build a dream on”, “When i fall in love”, “Stardust” o “As time goes by”, en las voces de Louis Armstrong, Jimmy Durante, Celine Dion o Harry Connick Jr.  

Verdaderamente entrañable, esperanzadora, optimista, deliciosa y muy grata de contemplar. El Empire State Building vuelve a ser importante foco de atención en su parte final. Precioso el recuerdo a aquella manera de hacer radio sentimental… sin caer en las simas de mediocridad, morbo, estulticia y cochambre en los que han caído hoy en día tantos medios de comunicación  

José Luis Vázquez

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